Hotel El Minzah de Tánger: entre el pasado y la trascendencia
Podrá haber hoteles más lujosos, nuevos y actuales, y con más comodidades y un servicio más eficiente. Pero pocos establecimientos atesoran en Tánger más renombre, fama y recuerdos que el hotel El Minzah.
Este establecimiento mítico, auténtico icono de una época, ha ido languideciendo exactamente a la misma velocidad que se ha anclado en la memoria colectiva como la enseña del Tánger internacional. Un hotel detenido en el tiempo.
Abierto a finales de los años 20 por el impulso de un aristócrata inglés con intereses en esta ciudad marroquí, por el hotel El Minzah se pasean los fantasmas de las celebridades que un día lo eligieron para pasar su estancia en Tánger. Estrellas del cine, la música, la literatura o la vida social, como Rita Hayworth, Paul Bowles, Winston Churchill, Jacques Cousteau, Rex Harrison, Francis Ford Coppola o Rock Hudson, entre otros. Personajes que un día se dejaron seducir por sus encantos y que hoy forman parte de su historia.
Un hotel con solera
Con 140 habitaciones y 17 suites, El Mizah está situado en el centro de la ciudad, justo en la frontera que delimita la medina con la parte nueva. Su estilo hispanoárabe, al gusto de la época en la que se inauguró, representa exactamente lo que los huéspedes internacionales que arribaban en Tánger estaban esperando. Un toque equidistante entre el lujo árabe y la excentricidad occidental. Cómodo pero exótico. Lo suficientemente diferente para pasar una estancia de ensueño.
Muchas de sus habitaciones parecen hoy detenidas en el tiempo y ancladas en una moda trasnochada. Las estancias comunes, como el restaurante El Korsan, han cambiado el destello de una época llena de glamour por el reflejo de lo que un día fue el lujo colonial.
Dan fe de ello una piscina rodeada de palmeras y plantas tropicales, los patios andaluces y los salones árabes, donde se pueden degustar los típicos dulces de miel y almendras mientras se observan fotografías de época. Estancias que invitan a reflexionar si con una profunda reforma, como la que en su día sugirió el Gobierno marroquí ante las graves deficiencias observadas, el hotel recuperaría su esplendor de antaño.

Leyendas de El Minzah
Dicen que El Minzah llegó a albergar, durante la II Guerra Mundial, en una de sus alas a huéspedes nazis y en otra a invitados aliados. Situado frente al Consulado de Francia y muy cerca del Plaza de Francia, en el barrio diplomático donde se solían reunir escritores y artistas en los míticos cafés, la decadencia del hotel transcurre en paralelo a la que ha afectado a esta zona de la ciudad.
No ha sido el único edificio que ha sufrido los avatares del tiempo en la llamada “ciudad europea”. El Teatro Cervantes corrió la misma suerte. Inaugurado por los españoles en 1913, se perdió en el olvido de una ciudad que avanzaba a un ritmo más rápido que sus propios recuerdos.
Muchos visitantes llegan a El Minzah buscando sus propios fetiches. Al parecer, en este hotel se inspiró Michael Curtiz para hacer los decorados de la película Casablanca, en la que se habla de una ciudad llena de agentes dobles y conspiraciones, y lugares como el Rick’s Cafe, que bien podría ser el Caid’s Bar del hotel El Minzah. Es cierto que nada más atravesar su puerta parece resonar en el ambiente las míticas palabras que Humphrey Bogart le decía a Víctor Lazlo: “Cada uno debe aceptar su destino, sea bueno o malo”.
También hay quien acude en busca de los escenarios que aparecen en la novela “El tiempo entre Costuras” y que hicieron que parte de la serie española del mismo nombre se rodara en los salones de El Minzah. O quien acude a visitar los salones que aparecen en la película “El cielo protector”, de Bernardo Bertolucci e inspirada en el libro de Paul Bowles.
Sin embargo, la realidad de El Minzah es hoy otra muy distinta. Vacío de príncipes saudíes y viajeros que prefieren otros establecimientos más cuidados y glamourosos, el hotel va acorde al ese ambiente de romántica decadencia que todo aquel que ha visitado la ciudad de Tánger sabe reconocer en sus calles.

Poder magnético
Tánger es una ciudad de contrastes. Decía Andrés Renato, reconocido amante de la ciudad, que “hay lugares que poseen una magia especial, que nacen con la única utilidad de convertirse en custodios de ese mundo oculto, de caminos intrincados que forma lo inexplicable. La magia elige estos lugares para vivir. Pocas ciudades existen el mundo que tengan esa atracción irracional que las hace ineludibles”. Son lugares como Tánger y El Minzah, con un inaudito poder magnético. Que sin saber cómo se cuelan en tu corazón creando punzadas de nostalgia cuando las recuerdas.
En este establecimiento puedes bailar con los fantasmas del pasado o contemplar un espectáculo de danza del vientre. Puedes admirar las fotografías en blanco y negro de otra época, donde literatos, artistas o intelectuales elegían el hotel para sentirse a la vez cerca y lejos de casa. Y degustar un té a la menta mientras piensas que cualquier tiempo pasado seguro que sería mejor pero no más auténtico.

La elegancia que caracterizaba a El Minzah fue perdiendo lustre. Hoy es un lugar de excentricidad reconfortante y la capacidad de trasladarte a otra época. Un lugar de evocación, capaz de mezclar pasado y presente. Al que el tiempo dejó huella sin atreverse a borrarle el nombre.