Tamegroute
Actualizado el 16/06/2020
Evolucionamos de forma única: en vez de adaptarnos al entorno, lo transformamos para que sea éste el que se adapte a nosotros. Sólo así se explica la construcción de islas artificiales o, acudiendo a ejemplos menos espectaculares pero más cercanos, que resulte soportable pasar el verano en ciertas regiones del sur de España.
Sin embargo hubo un tiempo en que no ocurría así, como de hecho sigue pasando a veces en Marruecos. Del lugar que hoy hablaremos, Tamegroute, la climatología continúa dictando la vida de sus habitantes.

Origen
Tamegroute data del siglo XI, erigiéndose como centro religioso, si bien su personalidad comenzó a forjarse a comienzos del XVI, fundándose una escuela coránica y una orden religiosa de características sufíes, rama del islam más espiritual y centrada en una vida austera que permita una mejor aproximación a Dios.
Con el objetivo de divulgar este nuevo enfoque, tanto el fundador como sus descendientes se centraron en su propagación, redactando escritos y realizando viajes en los que establecer contactos con otras comunidades musulmanas a las que hacer llegar la filosofía del sufismo, aprovechando igualmente para recolectar documentos escritos en estos lugares.
Todo esto permitió que Tamegroute se posicionara como un punto religioso de referencia en Marruecos y se convirtiera en el foco de atracción y peregrinación de lugareños del alrededor.
El paso de los años y la suma de otros dos elementos fundamentales como son la climatología y su situación geográfica vinculada a las rutas comerciales saharianas —como reza el cartel «A Tombouctou 51 jours» a la entrada a la ciudad—, terminarán definiendo a la ciudad.
Qué ver en Tamegroute

El Ksar
Las características de este ksar, a priori, no resultan sorprendentes: un núcleo residencial compuesto por un par de calles principales que conectan con callejuelas y viviendas de gruesas paredes de adobe. No se distinguiría de otras construcciones que pueblan el sur marroquí si no fuera porque está enterrado y la luz asoma tímida y únicamente por las calles a través de sus extremos y lucernarios.
Sin duda, una forma de habitar que requiere de disciplina, pero que encuentra su premio en un clima interior mucho más agradable que el exterior, recompensa suficiente para que cientos de familias sigan establecidas aquí, en sus viviendas sin ventanas.

Centro de alfarería
En Marruecos la modernidad y economía global siguen peleando por imponerse, lo que provoca que muchos lugares sigan sosteniéndose gracias a un oficio centenario. En Tamegroute es su característica cerámica de origen fasí —pues de Fez trajeron expertos artesanos— la que sigue impulsando la economía de la ciudad.
Si nos decidimos por visitarlo observaremos en primer lugar una gran explanada al aire libre donde se dispone la materia prima: arcilla extraída de galerías subterráneas, a la que se añade agua y que posteriormente se tamiza, amasa y deja reposar. Aquí se moldean las piezas más elementales, fundamentalmente tejas y baldosas, utilizando moldes y maestras como herramientas.

Seguidamente se visita uno de los espacios interiores aledaños, donde se muestra la curiosa forma de modelar los objetos más complejos: un torno manual movido por los pies y hundido en el suelo. Así se mantiene una temperatura agradable de cintura para abajo —algo necesario teniendo en cuenta las temperaturas de Tamegroute y el esfuerzo continuo que hay que aplicar al mecanismo— mientras que de cintura para arriba se dispone de toda la superficie del suelo como espacio de trabajo.
Si se desea, se puede intentar replicar la hazaña del operario, y de hecho es más que probable que nos inviten a ello. También es más que probable que el resultado que obtengamos no apruebe ningún control de calidad que se precie.
A continuación se acude al centro de cocción, un pequeño patio rodeado de pequeños hornos de piedra y adobe en cuyo interior una mezcla de hierbas del desierto y madera de palma proporcionan las altas temperaturas necesarias.


Aquí las piezas, ya dejadas reposar varios días a la sombra, se cubren de un esmalte gris compuesto por cobre, khol, piedra molida y harina. Se introducen en el horno y cuando son extraídas están listas para su comercialización: los procesos químicos debidos al calor las han vitrificado y proporcionado las características y variadas tonalidades verdosas por las que son conocidas.
Otro tratamiento es aplicar una solución similar pero sin cobre, generando tonalidades ocres y marrones. En ocasiones también se obvia la piedra molida, resultando en un ocre plano y sin matices, decorándose a continuación con hennah.

Zaouia Nasiriyya
Una zaouia es un centro musulmán que reúne diferentes estancias religiosas. La de Tamegroute se configura en torno a dos patios, siendo uno de ellos de generosas dimensiones pero de escasa ornamentación, con una fuente en el medio y un pasillo perimetral que conecta con diferentes espacios administrativos y una mezquita que guarda los restos del fundador.
Pese a que la mezquita, como es habitual, tiene vetado su acceso a los no practicantes, la pintoresca afluencia humana apostada en sus pasillos bien merecerá la visita: decenas de personas permanecen allí durante días, esperando que Alá les ayude a ellos o algún familiar. Además tienen el beneplácito de la comunidad, proporcionándoles comida cocinada en enormes cacerolas.
El patio de menores dimensiones sirve a una pequeña escuela y una biblioteca, siendo a nivel patrimonial esta última lo más valioso de Tamegroute. Previamente es necesario concertar una cita con el responsable del lugar y custodio de las llaves, un hombre de gran longevidad en silla de ruedas, acompañado por otro que la empuja y ejerce de intérprete.

Continente y contenido difieren diametralmente, pues sencillos espacios rectangulares y muebles industriales albergan en su interior más de cuatro mil manuscritos centenarios, tanto de la cultura del árabe y del islam como de doctrinas tangenciales (geometría, caligrafía, matemáticas, astrología, …), destacando un Corán del siglo XI en piel de gacela. Y aunque la biblioteca cuente con nulos mecanismos de control están en envidiable estado, probablemente gracias a la baja humedad de Tamegroute.
El anciano detallará los más destacables y, pese a la barrera idiomática, se constará su sabiduría y la pasión cada vez que señala un documento. Planteada la experiencia en su conjunto, diríase que éste no es más que el espíritu de los escritos centenarios que atesora hecho carne. (*)
Lamentablemente, no se permite documentar la visita: no se puede tomar fotos o vídeos, con o sin flash, ni utilizar ninguna otra forma o recurso que se nos ocurra interpretando a conveniencia las advertencias de los responsables y las prohibiciones que encontraremos a la entrada y en el interior.
Por tanto, sólo podremos quedarnos con el recuerdo y con esa percepción de que Marruecos siempre sorprende, y que testimonios de formas de vivir hoy día casi extintas en un mundo moderno y cada vez más globalizado, es todavía posible encontrarlos.
(*) Tiempo después de redactar el artículo el responsable de la biblioteca falleció, asumiendo su hijo sus competencias. Quede esa cuestión sin actualizar, en recuerdo de su memoria.
Localización: 30°16′N 5°40′O (ver mapa)
Población: 6000 aprox.
Fundación: Siglo XI
Clima: Temperaturas medias máximas y mínimas por estación: Primavera (30-14 ºC), Verano (45-25 ºC), Otoño (31-15 ºC), Invierno (23-06 ºC). Sin apenas precipitaciones durante todo el año.
Tamegroute se encuentra a las puertas del desierto. Si quieres saber más, visita nuestra página sobre el Sáhara.
Muy interesante, gracias
A ti por comentar, José Luis