Kasbah de los Oudayas
Actualizado el 26/02/2016
Buen Martes a tod@s y bienvenidos a una nueva entrada del blog! Hoy me gustaría empezar recordando una máxima con respecto a los viajes y, en general, cualquier actividad que se planifique con antelación: cuantas menos expectativas se haga uno, mejor. Porque si no, se puede caer en el error de querer anticipar qué ocurrirá y formarse un ideal que difícilmente será comparable a la cruda realidad.
Ignoro si seguir a pies juntillas el consejo fue lo que provocó que me sorprendiera tan gratamente el lugar del que voy a hablar hoy, o si dicha actitud compartió culpa con tratarse de un sitio al que ninguna foto o relato le puede hacer justicia. Sea de una manera y otra, se trata de un lugar que, por derecho propio, ha terminado por formar parte mis sitios favoritos de Marruecos: la Kasbah de los Oudayas en Rabat.
Introducción histórica
Si hay un hecho que se ha repetido sistemáticamente a lo largo de la historia es el siguiente: Donde haya un borde costero o río navegable, existirá una tentación de conquistar el territorio que lo rodea, y como respuesta será necesaria una edificación que sirva de protección y vigilancia; si además se emplaza en una zona geográfica lo más elevada posible y cercana al borde, mejor que mejor.
Por lo tanto, la Kasbah de los Oudayas tienen su origen en el deseo de proteger la antigua ciudad de Sala Colonia (lo que hoy conocemos como la necrópolis de Chellah), así como la desembocadura del río Bou Regreg. Su aspecto original no es, ni remotamente, parecido al actual, ya que en principio se trataba de un pequeño fortín militar.
Sin embargo, y repitiéndose de nuevo la historia, como zona de sumo interés ha sido objeto de numerosas transformaciones: primero convirtiéndose en una pequeña fortaleza y después en ciudadela, además de sucesivas ampliaciones y reformas posteriores. Por el camino también ha sufrido abandonos y ocupaciones, con todo el deterioro que ello provoca, por lo que el aspecto actual se lo debemos agradecer a los franceses, que en la época del protectorado decidieron reformarla y rehabitarla.
Entrando en la Kasbah de los Oudayas
Al estar situada en una zona elevada de la ciudad, en la intersección entre el borde marítimo y el río, acceder a la Kasbah no debería ocasionar mayores problemas.
Además, si su presencia no resultara lo suficientemente llamativa, el acceso a la misma está vestido por la gran alfombra roja que conforman las escalinatas de acceso, con hileras de jardines a ambos lados, y la magnífica puerta principal, conocida como Bab Oudaia. Sin embargo, para atravesar la muralla que rodea el recinto será necesario acceder por una puerta de menores dimensiones, situada a la derecha de la principal.
Resulta complicado explicar la sensación que se genera una vez te adentras en la Kasbah. En un intento humilde de describirlo, es como transportarse a una realidad completamente diferente: estrechas callejuelas y rincones de blanco y azul, más propios de algunas medinas del norte como Chaouen o Asilah. Ajena completamente a la evolución urbana de Rabat, como si la muralla hubiera protegido la ciudadela para que no se contagiara de su entorno.
En síntesis, un pintoresco entramado en el que, merecidamente, podréis emplear dos o tres horas. Y no sólo recorriéndolo y fotografiando sus puertas y rincones, sino sorprendiéndoos con los diferentes espacios distintitivos que dispone, y que provocarán que la visita resulte más amena todavía si cabe.
Unos de los primeros serán los Jardines Andalusíes, adición de los franceses durante el protectorado, que además de darnos la bienvenida servirá como presentación del Museo Nacional de la Joyería, en su origen residencia del Sultán Mulay Ismaíl. En el interior de la Kasbah también está inserta la mezquita Jemâa Al Atiq, la más antigua de Rabat, y a la que, como de costumbre, sólo de podrá acceder si se practica la religión del Islam.
Por otro lado, si como yo sois incluso más amantes del país por su estilo de vida que por su historia, dos serán vuestros sitios favoritos: por un lado, el café Maure, lugar ideal para hacer una parada en el recorrido y sentarnos con nuestros compañeros de viaje alrededor de una mesa con té y dulces, y la Plataforma del Semáforo, un espacio abierto de generosas dimensiones desde el que admirar la situación geográfica de la Kasbah, y desde el que, si vais en verano, podréis comprobar como los marroquíes son tan aficionados como nosotros a pasar una tarde en la playa junto a familia y amigos.
Concluyendo, la Kasbah de los Oudayas es una cita obligatoria en Rabat, y por extensión de Marruecos; una pequeña joya que os sorprenderá y os invitará a pasar horas y horas por sus pintorescas calles, a la misma vez que os preguntáis cómo es posible que a escasos pasos anchas avenidas rodeen la muralla.
Nos vemos en la siguiente entrada y, ya sabéis, si alguno ha estado allí que no sea tímido y cuente su experiencia. ¡Un abrazo a tod@s y hasta la próxima semana!
Si quieres saber más sobre la ciudad, visita nuestra guía de turismo en Rabat.
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yo espero visitarla en noviembre, tengo muchas ganas y si me lo recomendais mas todavia
Hola Cassandra!!Gracias por tu comentario. Seguro que no te arrepentirás, porque es una auténtica maravilla. Un saludo!