Buñuelos marroquíes rellenos de mermelada
Actualizado el 31/10/2018
Hola a tod@s una semana más al blog! En esta ocasión, y recapitulando si algún apartado lo tuviera abandonado, me he percatado de que no publicaba ninguna receta desde finales de Abril!
Así que, ni corta ni perezosa, me he puesto “manos a la masa” (pido solemnemente perdón por la obvia ocurrencia) y me he atrevido por primera vez con una receta de buñuelos marroquíes, facilitada por una cocinera amiga mía.
A los que ya hayáis ido alguna vez a Marruecos seguro que os sonarán, pues suele ser común que los ofrezcan por la calle. De hecho, al cocinarlos me he puesto nostálgica y he recordado uno de los primeros viajes a Marruecos que realicé por mi cuenta, allá por el 2004, donde paseando me encontré con un puesto ambulante que los vendía y, aprovechando la coyuntura (o dicho de otra forma, que no tenía a mis padres advirtiéndome de que me provocarían un empacho) me pedí una caja entera para tomármelos de una sentada.
¡Empecemos pues!
Ingredientes
Antes de comenzar, me gustaría hacer una apreciación: por “vasito” me refiero a vaso de té, mientras que cuando digo “vaso”, a secas, me refiero a uno de tamaño normal (250 cl. aproximadamente).
– 1 vasito de agua tibia.
– 1 vaso de leche a temperatura ambiente (para que así fermente mejor)
– 3 cucharadas de azúcar.
– 1 sobre de levadura seca.
– Medio vasito de aceite de girasol.
– Un pellizquito de sal.
– 700 grs. de harina (se trata de una cantidad aproximada y dependerá fundamentalmente de cómo haya fermentado).
– Azúcar y aceite de girasol (para freír y también espolvorear los buñuelos).
– Mermelada de melocotón para el relleno (opcional)
Preparación
En primer lugar, añadimos en un vaso de batidora el azúcar, el agua, la leche y la levadura, mezclando muy bien y dejando reposar unos 15 minutos para que fermente.
Una vez pasado el tiempo, agregamos el medio vasito de aceite de oliva y la harina. Como he aclarado en los ingredientes, la cantidad indicada es aproximada, ya que dependerá de cómo haya fermentado. Por tanto, lo que os recomiendo es ir echando poco a poco, observando detenidamente como la mezcla absorbe la harina hasta que adquiere la consistencia ideal, o correréis el riesgo de que os paséis y la masa quede muy seca.
Para que os hagáis una idea, yo empecé echándolo directamente en el vaso de batidora, mezclándolo con las varillas hasta que su consistencia no permitía moverlo más. Entonces proseguí con las manos, hasta que aprecié que la masa quedaba blanda pero que no se pegaba.
Una vez que esté hecha, la dejamos en forma de bola en un lugar cálido (en Sevilla, con el calor que hace ahora en verano, cualquier sitio es válido) y esperamos unos 20 minutos a que leve la masa.
Pasado ese tiempo, en una superficie bien enharinada estiramos la masa, procurando que tenga un espesor final mínimo de un dedo, o de lo contrario la masa no subirá y en vez de buñuelos obtendremos tortas (tan válidas como nuestros amigos los buñuelos, pero estéticamente mucho menos agradecidas).
Ya estirada la masa, con un molde hacemos círculos y dejamos reposar otros veinte minutos más. En mi caso, opté por hacerlos en dos tamaños, utilizando un vaso de té para darles forma a los más pequeños. Ni que decir tiene que éstos son mucho más indicados si queréis presentarlos en una comida con invitados o queréis regalarlos (en mi caso, por la foto sabréis que podría dar a probarlos a un regimiento entero).
Seguidamente, añadimos en una sartén abundante aceite de girasol y la ponemos a fuego medio-lento, preparando al lado de ésta un plato con azúcar. Cuando el aceite está caliente, freímos los buñuelos de uno en uno, fijándonos cuando están inflados para darle la vuelta y que así adquieran forma de bola; no esperéis mucho o se abrirán. Asimismo, no permitáis que la impaciencia os haga poner el fuego muy alto o se quemarán por fuera, quedando la masa cruda.
Una vez están hechos, los ponemos en el plato de azúcar y los rebozamos para que se quede el azúcar pegado, colocándonos finalmente en el plato de presentación.
Como toque extra…
Siempre se le puede dar una gracia adicional a cualquier receta, y en este caso resultará tan sencillo como rellenarlos, siendo nuestra imaginación la que ponga los límites: nutella, nata, chocolate, … casi cualquier ingrediente será válido, aunque yo en esta ocasión he preferido la mermelada de melocotón.
De esta forma, cuando deis a vuestros invitados a probarlos, se llevarán una grata sorpresa en el primer bocado!!! Mirad qué pinta:
Y para finalizar, una pequeña reflexión: creo firmemente que el mundo se divide en dos tipos de personas: aquellos a los que les gusta los buñuelos recién hechos y aquellos a los que le gustan fríos. Y como en mi caso pertenezco al primero de los mundos, despido esta receta recién terminada hincándoles el diente. ¡Un abrazo y nos vemos en la siguiente entrada!
Si quieres saber más, visita nuestra página con recetas marroquíes.
Y si crees que a alguien le puede interesar … !compártelo!
Twittear