La Medina de Fez
Actualizado el 10/08/2020
Espectacular y caótica, diferente y caótica, auténtica… y caótica. Hay múltiples adjetivos para definirla, pero el segundo suele repetirse. Un completo error, pues el desconcierto busca que lo ordenen para volverse estable, mientras que este lugar permanece prácticamente inalterable desde hace siglos.
El descuido que cometemos al aseverar que la medina de Fez es un caos tiene que ver con experimentar un espacio de tal complejidad y tan alejado de nuestra concepción de lo urbano que no sabemos asimilarlo. Un diseño tan fascinante e inabarcable que todas las visitas que se le dediquen son necesarias, pero nunca suficientes.
Lo que a continuación se relata no es más que un humilde intento de arañar la superficie de uno de los microcosmos más intrigantes del mundo.

Qué es una medina
Pese a que literalmente medina (en árabe مدينة ó madīna) signifique ciudad, la palabra ha terminado por definir al casco antiguo de las ciudades islámicas, formado por una muralla que la protege y un desarrollo orgánico y complejo, que aunque también tuviera fundamentos defensivos (al que intentara atacar le resultaría complicado orientarse), su razón más profunda era anteponer la individualidad del musulmán a órdenes mayores.
Porque en el Islam cada persona, cada familia y, por tanto, cada casa, es un valor que hay que proteger a toda costa, y no se concebía mimetizarla en una calle sensiblemente homogénea y perfectamente alineada.
Sin embargo, reducirla a una estructura de dos únicos elementos y sin apenas planificación sería incorrecto, pues si cinco son los pilares del islam, cinco son también los cimientos sobre los que sostienen el territorio islámico, y así todo barrio debía tener una mezquita, una madraza, un horno, una fuente y un hammam, para que religión, formación, comida, agua y aseo estuvieran garantizados.

La medina de Fez
Describir la medina de Fez significa hablar de la historia de la capital más antigua del país: fundada hace más de 1200 años en el margen derecho del río que ahora la atraviesa, poco después se extendería hacia la otra orilla. Fueron múltiples los cambios de gobierno que sufrió, de forma que a su desarrollo, hasta alcanzar los más de 300 barrios y 9000 callejuelas, se le sumaron numerosas transformaciones, con especial énfasis en la reconstrucción de las murallas.
Y aunque ésta sea la primigenia, conocida como Fez el-Bali, 500 años después se construyó otra justo al lado, llamada Fez el-Jdid, en las que se concentró todo el poder político, trasladándose posteriormente a toda la comunidad judía de la medina original y que creció exponencialmente a raíz de la caída del reino de Al-Andalus.
Es esta última sensiblemente diferente a la anterior, con un trazado más claro, con la presencia imponente del Palacio Real —a pesar de que sus puertas de bronce lo protegen de los curiosos— pero, sobre todo, con una calles judías atestadas de balcones, cuestión impensable en la cultura musulmana en origen.

Centrándonos en el caso que nos ocupa, es Fez el-Bali la que guarda los edificios más destacados, como el Mausoleo de Mulay Idrís II, fundador de la ciudad, o la Mezquita Al Karaouine, ambas impenetrables para no musulmanes. O las madrazas, siendo las más relevantes por su singular belleza y elegancia las de Bou Inania y Attarine.
Aun así, considerar a la medina de Fez como una suma de lugares significativos sería quedarse a las puertas de un lugar que, por encima de todo, representa una filosofía de vida que admite pocas concesiones a la modernidad y ninguna a las miradas.
Porque aunque su singularidad y su designación como patrimonio de la humanidad haya conseguido atraer a numerosos curiosos, por cada buscavida ávido de dírhams se sortean a tres trabajadores que, al grito de “Balak”, pedirán que nos apartemos mientras que transportan en burro pieles, frutas o abolladas bombonas de butano.
Se trata de un espacio diseñado por y para sus habitantes y, en una segunda y discreta posición, por los viajeros que sepan comprenderla.

Una experiencia intensa
Una vez atravesada la Bab Bou Jeloud, puerta principal de acceso, se percibe que este lugar no es, en un estricto término académico, “bonito”, y aquel que espere un cuento sacado de las mil y una noches se llevará una desagradable sorpresa.
La medina no tiene una cuidada estética porque, sencillamente, ni se la puede permitir ni la necesita. Sigue su curso, en un movimiento circular perpetuo ajeno a la realidad exterior, sin miramientos e incluso con orgullo de exponerse en toda su crudeza. Como muestra de ello, un discreto catálogo de las infinitas sensaciones que allí se experimentan:
El ruido del golpeo rítmico con martillos y el siseo metálico de pulidoras en la Plaza Seffarine, buscando enderezar y dar lustre a los instrumentos de cocina de los fasíes y manteniendo esa actitud —por desgracia casi extinta— según la cual es preferible arreglar a volver a comprar.
O el espectáculo visual e indiscriminado del zoco, donde el colorido de las frutas, dulces y encurtidos compite con la presencia de gallinas, pollos o conejos, esperando ser sacrificados en la trastienda del local en cuanto el cliente lo indique.

O el intenso olor que emana de la Curtiduría Chowara, aún a varias plantas de altura desde una de las terrazas que la rodean, y que procede fundamentalmente de la mezcla de cal, excrementos, cenizas y orines con los que se limpian las pieles en cubas en las que los curtidores se introducen.
La estética algo chirriante de los tronos de boda de la Plaza Nejjarine, lo minucioso y repetitivo del tallado en cobre o del entretejido con telares,… todos colaboran en el ambiente a veces incómodo pero siempre auténtico de la medina, y que suele provocar el agotamiento del visitante tras escasas horas deambulando por un espacio complejo y en permanente penumbra.
Sin embargo, la experiencia más sobrecogedora se produce cuando se inicia la llamada a la oración y los cantos de los almuédanos se suceden, uno detrás de otro, en forma de melodía polifónica que serpentea entre las callejuelas e impacta directamente en el corazón del oyente, sea religioso o no.

Es entonces cuando las mezquitas acaparan toda la atención, los fieles acuden y, con un poco de suerte, dejan la puerta entreabierta. Inmediatamente los profanos se asoman, en una actitud quizás poco respetuosa pero de comprensible curiosidad, y observan lo obvio: que ellos, como nosotros, sólo buscan una dirección a su vida.
Todo lo descrito no es más que el cascarón de un lugar que pide que no se le juzgue, ni valore, ni siquiera se entienda, sino que sencillamente se sienta. Y por ello los que se adentran en la medina de Fez deberán siempre escoger entre dos sencillas opciones: o perderse o dejar perderse en ella.
Localización: 34°03′ N 4°58′ O (ver mapa)
Extensión: 220 hectáreas aprox.
Fecha de construcción: Año 809
Horario: Abierto las 24 horas (L-D). No se recomienda el viernes, puesto que la mayoría de tiendas están cerradas. Es preferible la visita a primera hora de la mañana para evitar aglomeraciones de turistas.
Coste de la entrada: Gratuito
Dónde comer: Los restaurantes se dispersan por toda la medina, pero la mayoría se concentran en los alrededores de la Bab Bou Jeloud. Comida turística a un precio medio de 90 dírhams por persona. El plato más tradicional de Fez es la pastela de leche (hojas de pasta brick fritas e intercaladas con una crema de leche) y se suele servir como postre en bodas y otras celebraciones.
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Si quieres saber más sobre la ciudad, visita nuestra guía de Fez.
Me asombra que haya personas que tengan, en este mundo tan poco versado en la palabra, la cultura para, a través de ella, habernos hecho sentir esta excursión tan maravillosa por Fez. Me alegra lo respetuoso que eres con nuestros vecinos que antaño vivieron en nuestra Andalucia hasta que llego la catolica y los expulso me imagino que seras querido y tendras buenos amigos ahí gracias. Una que durante siglos toda su familia vivio en el Albaycin a los pies de la Alhambra.
Gracias, Estefanía. Desde luego las visitas al país vecino siempre son necesarias para entender nuestras raíces, e inevitablemente uno vuelve a España entiendo de una forma más profunda lo que hemos heredado de su cultura.
Me gustó mucho tu descripción! muy fiel a la realidad.
YO me abrumé con solo mirarla, pero de a poco fui aprendiendo a admirarla. Y tengo lindas experiencias de mi estadía http://leerviajarycompartir.blogspot.com.ar/2016/01/fes-perdida-y-encontrada.html
Gracias Flor. Acabo de leer tu entrada: muy interesante y comparte muchas cosas en común con otras personas que visitan Fez por primera vez.
Y efectivamente, como concluyes en tu entrada, no tiene mucho sentido ir acompañado de un guía no oficial (además de las consecuencias económicas y la competencia desleal que supone a aquellos que sí se han preparado para ello): o vas con un guía oficial que te informe bien y acompañe en todo momento o te mueves por tu cuenta. Ir con guía no oficial implica un término medio que no te beneficia en nada, en mi humilde opinión.
Un saludo.
Hola Rafael: la verdad es que quede muy impresionada con la información que proporcionas. No tengo la posibilidad de viajar y leer tu escrito me transporto al lugar, donde sentí realmente el sentido de la identidad que en Argentina no tenemos ya que convivimos con muchas culturas y costumbres donde solo conocemos lo individual y lejos nos quedamos de conocer la unidad entre nosotros. Otra cosa que me impresionó mucho es que una ciudad tan antigua conserve su originalidad y dándole un punta pie a la modernidad. Es justo y valioso que respetemos La Medina, ya que su existencia esta llena de valores y riqueza humana.
Gracias por compartir esta maravillosa información.
Me alegra que te haya gustado el artículo Marcela, más aún si por desgracia no tienes posibilidad de viajar hasta Fez. Y sí, es una suerte que todavía existan lugares que hayan decidido mantenerse prácticamente inalterables.
hola! Estoy descubriendo a vuelo de pajaro Marruecos.He leido su nota donde narra la Medina de Fez,es inquietante su descripcion;Le busco informacion a mi hija que esta por llegar a ese lugar tan misterioso.Somos de la Patagonia sur,Argentina.Con sus 21 años va a dejar perderse con el corazon encendido de curiosidad. Gracias
Hola Carmen, me alegro que le haya gustado mi personal descripción de este lugar. Y dele la enhorabuena a su hija: probablemente viajar, estar abierta y dejarse perder en otras culturas sea una de las mejores decisiones que pueda tomar.