Ruta de las 1000 Kasbahs
Actualizado el 26/06/2020
Probablemente la ruta de las Mil Kasbahs sea uno de los fenómenos más fascinantes y, con total seguridad, una cita ineludible para todos aquellos que quieran conocer en profundidad Marruecos. Siguiendo el itinerario se llegará a multitud de lugares, unos más conocidos y otros menos, que permiten descubrir exóticos paraísos y la forma de vida del pueblo bereber. Vamos a adentrarnos más en profundidad en este viaje.
Qué es una kasbah
El término “kasbah” puede sonar extraño y, en cierta medida, hasta ambiguo. Atendiendo a su etimología, la palabra “kasbah” en árabe se traduce como “parte central de una ciudad” o, de forma más coloquial, como “fortaleza”.
Sin embargo, esta palabra responde a dos construcciones bien diferentes. Por un lado, tenemos las kasbahs del norte del país, como por ejemplo la Kasbah de los Oudayas en Rabat, la Kasbah de Chaouen o la Kasbah de Tánger. Son construcciones fortificadas que servían de residencia a un gobernador y a la que se sumaban otros espacios administrativos y militares.
Por otro, tenemos las kasbahs del sur, cuya función era albergar familias de poder adquisitivo alto así como establecerse como punto de encuentro de las rutas comerciales.
Son dos conceptos que, aunque en apariencia similares, guardan grandes diferencias cualitativas: mientras que las primeras están ligadas a la cultura musulmana (y de hecho están también presentes en el patrimonio musulmán español con el nombre de alcazabas) las segundas lo son a la cultura bereber.
Si las primeras buscaban perdurar, erigiéndose como punto de inicio de futuras ciudades, las segundas se situaban en puntos estratégicos sin intención inicial de perpetuar o expandirse; tanto es así que su construcción, realizada fundamentalmente de adobe es perecedera, y la falta de mantenimiento periódico provoca un inevitable desplome.


Las que salpican la ruta de la que hablaremos a continuación son las segundas. Son también a las que por defecto se refiere un apasionado a la cultura marroquí cuando nombra el término.
La Ruta de las mil Kasbahs
Pese a que la denominación de este recorrido pueda parecer una exageración que busca llamar a la atención se ajusta a la realidad, pues más de un millar de kasbahs son las que pueblan el sur marroquí.
De diferentes extensiones, mejor o peor estado de conservación, situadas en llanuras o elevaciones, con unas estancias u otras, … todas construcciones que, aunque con elementos comunes (por lo general, planta rectangular con 4 torreones defensivos y un solo acceso de entrada, así como varias plantas de altura de diferentes usos, habitualmente una primera para el almacén de cereales y grano, segunda para cocina y trabajadores y tercera para la familia), forman una infinita serie de variaciones.
No es la intención de este artículo enumerarlas todas, pero si las suficientes que permitan entender lo diferentes que son entre ellas a través de un recorrido que nos permitirá además descubrir la variedad de paisajes naturales que sirven de antesala al desierto del Sáhara.
La ruta que proponemos tiene su punto de partida en la ciudad de Ouarzazate, que alberga Los Estudios Atlas (los más grandes del mundo) pero también la Kasbah Taourirt, una de las mejores conservadas de todo el país y residencia del representante de los Glaoui, familia que mediante un sistema feudal gestionaba la región.

Antes de iniciar la ruta retrocederemos por la nacional 9, para llegar en primer lugar a 30 kilómetros de distancia a Aït Ben Haddou. Este ksar (es decir, conjunto de kasbahs) preside el río Ounila y está rodeado de cultivos, palmeras y árboles frutales.
Es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1987, si bien su popularidad se debe sobre todo a haber sido escenario de multitud de películas como “Lawrence de Arabia”, “Gladiator” o “Babel” entre muchas otras. Imprescindible cuanto menos es admirar su panorámica desde un alto que hay en la carretera de acceso.

Seguiremos recorriendo el Valle del Ounila 20 kilómetros más hasta toparnos con la Kasbah Telouet, en estado aparente de abandono si observamos su fachada pero con un interior diametralmente diferente y que en ocasiones se ha comparado con la Alhambra de Granada.


A continuación volveremos a Ouarzazate y, ahora sí, tomaremos la nacional 10. El siguiente alto en el camino será el Palmeral de Skoura y la kasbah de Amridil, en un más que envidiable estado de conservación y en cuyo interior se exponen herramientas de la vida cotidiana de cientos de siglos de antigüedad.


Camino a nuestro siguiente descubrimiento pasaremos por el Valle de las Rosas, imprescindible visita sobre todo en primavera, en la que la floración de la rosa de damasco, resistente al frío y a la sequía, tiñe el valle.

Posteriormente podremos disfrutar del Valle de Tinerhir, que posee un desfiladero de 30 kilómetros de longitud y paredes que se elevan hasta los 300 metros de altitud. Sobre una colina, la kasbah de El Glaoui domina todo el conjunto y, pese a su poco interés arquitectónico por un más que evidente estado de ruina, bien merece subir hasta su emplazamiento para tener una vista única del paisaje.


A continuación tomaremos la carretera regional 113, que conectará posteriormente con la nacional 12. Llegaremos hasta el Oasis de Tazzarine y posteriormente el de N´kob, situados ambos a los pies del macizo del Jbel Saghro.
En Tazzarine merece la pena pararse para ver sus grabados rupestres, pero es especialmente interesante el segundo oasis, un inabarcable palmeral que alberga más de 50 kasbahs. Y aunque la mayoría se encuentran en un indudable deterioro y no sea posible visitar su interior, en pocos lugares como este es posible ver como un vasto paisaje datilero se ve salpicado por antiguos testimonios de civilización.

Si continuamos la ruta nos cruzaremos nuevamente con la nacional 9, momento en el que debemos decidir si girar a la derecha o izquierda.
Girando a la derecha volveremos a Ouarzazate, no sin antes pasar por la ciudadela de Agdz, que se encuentra sobre el Valle del Draâ, de casi 200 kilómetros de largo. En el interior de la ciudad se encuentra la Kasbah Caid Ali, fortaleza del siglo XIX reformada y reconvertida en albergue. A las afueras se encuentra Tamnougalt, donde se localizan dos kasbahs, una homónima y otra denominada Kasbah des Caids, objeto de numerosos rodajes.


Pero si el tiempo con el que contemos lo permite será preferible girar previamente a la izquierda para toparnos con la kasbah Oulad Othmane, que data del siglo XVII y que como la de Agdz también se encuentra bien mantenida gracias a los ingresos que le proporciona su naturaleza hotelera.

Deberemos proseguir como mínimo hasta Tamegroute para descubrir un tipo de kasbah hasta ahora inédita: enterrada, para así soportar las altas temperaturas debido a su cercanía al desierto. Además, esta ciudad alberga una biblioteca que contiene el mayor número de manuscritos antiguos árabes de todo el norte de África. Ahora sí, cambiaremos el sentido de la marcha para volver a Ouarzazate pasando por Agdz, que ya hemos descrito anteriormente.

Una experiencia de varios días
La ruta propuesta implicaría emplear de 2 a 4 días, por lo que sería necesario pernoctar; afortunadamente, a lo largo del recorrido se ofertan los alojamientos necesarios en todos sus tramos para poder descansar. E incluso un número nada despreciable de antiguas kasbahs están ofrecidas en su totalidad o parcialmente al reposo del viajero, lo que sin duda ayudaría a una experiencia más profunda.
Pese a ello, esto no deja de ser un humilde esfuerzo de dar unas pinceladas del que es el mayor patrimonio arquitectónico de Marruecos. Si habéis estado por la zona y queréis contribuir añadiendo alguna que os sorprendió, no dudéis en dar testimonio en los comentarios.
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