El festival de las rosas de Kelaa M’Gouna: color y aroma en el valle
Cada año, esta localidad bereber dobla su población para celebrar la finalización de la recolección de las rosas. Durante unos días el valle, que discurre a lo largo de 30 kilómetros hasta Bou Tharar, se llena de color y un delicioso aroma que constituye una de las señas de identidad de la fiesta.



Bailes, danzas y rosas
El Festival de las Rosas se convierte en la excusa perfecta para disfrutar de bailes y danzas folclóricas de origen bereber. Las exposiciones de flores muestran los más bellos ejemplares y en cada puesto se pueden encontrar todo tipo de productos que tienen a la rosa de Damasco como protagonista: desde cosméticos a jabones, pasando por cremas, aceites esenciales, perfumes, agua de rosas, infusiones o incluso mermeladas.
Durante el transcurso de los festejos, algunas calles aparecen adornadas con miles de pétalos, que forman auténticas alfombras naturales llenas de colorido. La fiesta llega a su punto culminante con la elección de la Reina de las Rosas. Las jóvenes se visten con sus mejores caftanes y se adornan con los pétalos de las flores. Nadie pierde la oportunidad de comer, beber y cantar, en una celebración popular que lleva más de medio siglo realizándose.

El origen de la rosa damasquina
El origen de las rosas de este valle no está claro. Hay quién dice que las semillas de los rosales se cayeron accidentalmente de una caravana de peregrinos procedentes de la Meca, que atravesaron el valle hace 300 años. Otros, sin embargo, afirman que los primeros rosales fueron plantados por un comerciante bereber procedente de Damasco. Y hay quienes señalan que fueron los franceses los que inundaron el valle con esta variedad de rosas en la década de los años 30, el siglo pasado.
Sea cual sea el origen de las flores, lo cierto es que la mayor parte de la población local vive de su comercio. Cada temporada se recogen unas 4.000 toneladas de rosas, una cantidad que no parece tan desorbitada teniendo en cuenta que se necesita una tonelada de pétalos para conseguir un litro de extracto.

Secretos de belleza
La situación del valle, a 1.600 metros sobre el nivel del mar, su ambiente seco y fresco con escasez de lluvias, y las propias características de la rosa damasquina, capaz de soportar altas temperaturas y heladas, hace que esta flor crezca en óptimas condiciones. Su delicioso aroma, además, la hacen ser muy valorada en cosmética, como ya descubrieron las mujeres de Oriente Medio, que siempre la han utilizado como un inestimable secreto de belleza.
Alrededor del 30% de la producción del Valle de las Rosas se trata en destilerías locales. El resto se reparte entre las de Marrakech, Casablanca y Fez, y en Francia, donde se encuentran los perfumistas más prestigiosos del mundo.

Tras el esfuerzo, la fiesta
Los productos hechos con estas rosas marroquíes contienen el esfuerzo de las mujeres locales, que son quienes recogen las flores al amanecer, siempre a mano, separando las rosas de las malas hierbas. Hay que hacerlo con mimo y antes de la llegada de los primeros calores, para que no se estropeen. Por eso, cuando termina la recolección, el pueblo entero de Kelaa M’Gouna se convierte en una fiesta.
El Valle de las Rosas vive por y para las flores que inundan de color este oasis. La Fiesta de las Rosas es la satisfacción por el trabajo bien hecho y la ocasión perfecta para cantar y danzar al son de la música bereber. El aire se impregna de un aroma maravilloso, el mismo que enamora a los más prestigiosos perfumistas de todo el mundo y que aquí se puede respirar en cada una de sus calles.