Villa Harris, un edificio histórico que encierra la historia de Tánger
Situada en el corazón del popular barrio de Malabata, uno de los más conocidos de Tánger, la Villa Harris fue construida a finales del siglo XIX por el periodista Walter Burton Harris. Harris había llegado a Marruecos junto a una delegación diplomática británica en 1887, con 19 años, una recién estrenada corresponsalía para el periódico The Times y muchas ansias de aventuras. Nada más poner un pie en Tánger, supo que había llegado a casa.

Una joya arquitectónica
Harris decidió establecerse en Tánger y mandó construir una grandiosa villa rodeada de un enorme jardín de 9 hectáreas, para el cual hizo traer plantas de todo el mundo, convirtiendo a este espacio verde en un auténtico museo natural.
La preciosa villa, de estilo hispano-morisco, se construyó con todo lujo de detalles. No faltaron los grandes ventanales, los portales y los techos tallados en madera de cedro, que se combinaban con otras estancias con estuco tallado y pintado a mano, delicadas obras de carpintería y una decoración basada en zelliges, los azulejos tradicionales marroquíes. Una fusión entre el diseño de uso occidental y el estilo arquitectónico propio del mundo árabe, que auguraba que el edificio habría de convertirse en todo un símbolo de fusión cultural y diálogo intercultural.

Años de esplendor
Villa Harris guarda en su memoria no solo la cotidianidad de la vida del periodista, sino también las conversaciones de las reuniones políticas y diplomáticas que tuvieron lugar entre sus muros, cuando la casa se convirtió en una especie de club privado. Multitud de personalidades del ámbito cultural, social, mediático y económico pasaron por allí para debatir de los temas más candentes de la actualidad de Tánger.
Fueron no solo los años grandiosos de la villa, sino también los más activos de la vida de Harris. El periodista vivió acontecimientos históricos mientras habitaba esta casa, como la crisis de 1905, la visita del káiser alemán Guillermo II, la Conferencia de Algeciras en 1906 o la implantación del Protectorado de Marruecos entre Francia y España en 1912. Harris alternaba con sultanes y reyes, como Eduardo VII, mientras trabajaba de corresponsal, ya con un puesto fijo, para The Times, y paralelamente para el servicio de inteligencia de la Armada Británica durante la I Guerra Mundial.
El periodista nunca perdió su lado aventurero. Hablaba con fluidez español, francés y árabe marroquí, y sus rasgos físicos le permitían pasar por un marroquí nativo, lo que le permitió viajar por el interior de Marruecos, entonces prohibido para los extranjeros, y así ver lugares nunca antes vistos para el mundo occidental. Estas experiencias le llevaron a escribir numerosos artículos y varios libros sobre el país, en un momento en el que Marruecos había despertado el interés de Europa. Supo cómo ganarse el aprecio del pueblo marroquí.

Punto de inflexión
La llegada de los años 20 del siglo XX, sin embargo, supuso un punto de inflexión. Harris, arruinado por sus deudas de juego, decide vender su villa en 1922 a un empresario español, Onofre Zapata, que la convierte en un casino, desempeñando esta función hasta la ocupación de Tánger durante la Segunda Guerra Mundial. De 1940 a 1945 se prohibió el juego, lo que terminó de arruinar a Zapata, quien no tuvo más remedio que vender el inmueble.
Un año antes, Harris había sufrido un derrame cerebral a bordo de un barco, en uno de sus interminables viajes. El barco hizo escala en Malta y el periodista fue trasladado al hospital Rey Jorge V, donde murió el 4 de abril de 1933. Su cuerpo fue devuelto a Tánger y enterrado en la iglesia de San Andrés, en medio de una multitud de lugareños que fueron a acompañarle en sus últimos momentos.
En 1955 se instala en las cercanías de Villa Harris el Club Polinesia, orientado a la explotación turística de la zona. Y finales de la década de 1960, el Club Méditerranée, más conocido como Club Med, se convierte en propietario de la villa y su jardín, que pasan a ser englobados en un proyecto urbanístico que crea un pueblo de vacaciones de más de 50 hectáreas. Numerosos turistas acuden a este complejo de bungalows hasta la década de 1990. Pero diez años más tarde la casa es de nuevo abandonada y, sin mantenimiento, es saqueada y queda en ruinas.
Símbolo de la identidad cultural de Tánger
Ya entrado el siglo XXI comienzan a surgir las primeras voces que exigen su recuperación como símbolo de la identidad cultural y la historia de la ciudad. El Observatorio de Protección del Medio Ambiente y los Monumentos Históricos de Tánger, y personajes de la vida pública, como los escritores Mokhtar Chaoui y Rachid Tafersiti, así como la asociación Tingitania, recuerdan que el edificio ocupa un lugar destacado en la memoria de la ciudad, lo que se considera motivo suficiente para recuperarlo. Finalmente, el paraje es inscrito el 13 de septiembre de 2007 como espacio de interés histórico y natural en la lista del Patrimonio Cultural Nacional marroquí.
Cuatro años después, Villa Harris se incluye en el proyecto urbanístico Gran Tánger y se anuncia su restauración y rehabilitación por el Ministerio de Cultura, dentro de un plan aún más ambicioso que pretende la inclusión de Tánger en la lista de ciudades Patrimonio Mundial de la Unesco, lo que implica la rehabilitación, desarrollo y promoción de monumentos históricos.

Varias vidas en una
En las obras de rehabilitación del edificio y los jardines ha participado la Agencia para la Promoción y Desarrollo Económico y Social de la Provincia del Norte de Marruecos. El edificio ha vuelto a recuperar su belleza, como en su época de máximo esplendor, y los jardines vuelven a lucir con coníferas, cactus, eucaliptos, palmeras y olivos para disfrute de quien busca hacer un paréntesis en la vorágine de la ciudad.
Podríamos decir, sin miedo a equivocarnos, que Villa Harris ha vivido varias vidas, como su primer propietario, el periodista Walter Burton Harris. Como en cualquier ciclo, ha habido momentos en el que se ha convertido en protagonista y otros en los que ha permanecido olvidado. Sin embargo, su pasado le ha convertido en todo un símbolo cultural e histórico hoy felizmente recuperado. Porque hay edificios que merecen continuar escribiendo la Historia.