La Torre Mohammed VI, el icónico edificio convertido en el techo de África
Cuando se habla de la Torre Mohammed VI, también conocida como Torre Bank of Africa, los números alcanzan una magnitud acorde a su imponente presencia. Situada en el límite entre Salé y Rabat, a orillas del río Bouregreg, el edificio alcanza los 250 metros de altura y es visto a 50 kilómetros a la redonda, convirtiéndose en el rascacielos más alto de África.
El diseño de la torre corresponde al arquitecto español Rafael de la Hoz Castanys, en colaboración con el arquitecto marroquí Hakim Benjelloun, y su construcción ha sido posible con la financiación de un consorcio de empresas entre las que se encuentran el líder chino CRCCI, el Grupo Banco Marroquí de Comercio Exterior, la compañía marroquí TGCC y la empresa belga BESIX, que ya cuenta con la experiencia de haber levantado el Burj Kalifa de Dubai, la torre más alta del mundo. El objetivo, desde sus inicios, siempre ha sido la creación de un símbolo, el que caracteriza al Marruecos más actual, volcado en la lucha contra el cambio climático y que se muestra al mundo en todo su esplendor.

Las cifras de un edificio único
La Torre Mohammed VI forma parte del “Proyecto de Desarrollo del Valle de Bouregreg”, que a su vez es parte del programa “Rabat, la Ciudad de la Luz, la Capital de la Cultura de Marruecos”, que comprende la Casa de las Artes y la Cultura, y el Gran Teatro de Rabat, el proyecto ideado por la arquitecta Zaha Hadid y situado muy cerca del rascacielos.
La historia de la Torre Mohammed VI comenzó con los correspondientes estudios geológicos, arquitectónicos, técnicos y ambientales, que dieron como resultado la colocación de la primera piedra por parte el rey de Marruecos, Mohammed VI, el 9 de marzo de 2016. Las obras comenzaron en enero de 2019, prologándose durante más de tres años para alcanzar la fecha de inauguración, previsiblemente a finales de 2022.
Con un presupuesto de más de 357 millones de euros, los trabajos empezaron con la construcción de 80 metros de pilares bajo tierra, sobre los que se ha levantado una estructura de hormigón y acero para albergar 55 pisos, un sótano y un podio de dos pisos, que se convertirá en una terraza mirador. En total, 102.800 m2 que estarán dedicados a apartamentos de alto standing, un hotel de lujo y oficinas, todo ello accesible a través de 40 ascensores, 23 en la torre en sí y 17 en el podio.

A la vanguardia en eficiencia
Las vistas desde cualquier punto interior de la torre serán inmejorables, mientras que la eficiencia energética y el confort estarán asegurados con las últimas innovaciones tecnológicas. Las fachadas ocuparán un área total de más de 70.000 m2, 41.000 m2 para la torre y 32.500 m2 para el podio. La fachada norte será transparente, mientras que la sur estará equipada con una superficie de más de 4.700 m2 de paneles fotovoltaicos, lo que supone toda una revolución de la construcción en altura.
Rafael de la Hoz, el arquitecto que diseñó el proyecto, señala que la torre “pretende ser el símbolo del nuevo Marruecos y al mismo tiempo una demostración de lo que el país es capaz de hacer”, al tiempo que reconoce que “el trabajo ha sido muy complejo”.
La construcción del rascacielos ha estado marcada por la conciencia medioambiental, que ha apostado por las nuevas tecnologías en cuanto filtros solares, paneles fotovoltaicos y ventilación natural, que aportan una eficiencia energética en línea con un decidido compromiso de sostenibilidad. Además, el edificio cuenta con un sistema de recuperación del agua de la lluvia y reciclaje de aguas residuales, y el agua caliente provendrá de un sistema interno de recuperación de energía. No en vano el edificio está diseñado para obtener la certificación LEED Gold y HQE que avalará su apuesta por los más altos estándares internacionales de calidad medioambiental.
Con todos estos elementos innovadores se asegura el confort de sus ocupantes, que podrán disfrutar de un edificio pensado para soportar tanto vientos huracanados como movimientos sísmicos, así como las crecidas del río Bouregreg. Los propietarios de los lujosos apartamentos de pisos superiores ni siquiera podrán percibir las habituales oscilaciones de un edificio de esta altura gracias a un complejo sistema de amortiguación que inhibe la sensación de movimiento.

El afrofuturismo de Wakanda
La estética del edificio, que para muchos se asemeja a un cohete en su punto de lanzamiento, sigue los criterios del afrofuturismo de la ficticia Wakanda, en la que habita el superhéroe Black Panther de Marvel.
Muchos de los edificios de la tecnópolis imaginaria de Wakanda encuentran sus referencias en arquitectos como Zaha Hadid o las cabañas Massai. Esta estética, a su vez, está inspirando a arquitectos con proyectos en Marruecos y otros países africanos. Y parece unánime que los criterios de la Torre Mohammed VI se ajustan a esa estética afrofuturista tan apreciada hoy en día.
Con la construcción de la torre el resultado es un paisaje casi surrealista, ya que los edificios de la zona no superan las cuatro plantas de altura. Un aspecto que, sin embargo, ha sido criticado por la UNESCO, que ha rechazado el emplazamiento de un edificio tan alto justo en la orilla del río.
A pesar de todo ello, no cabe duda de que la Torre Mohammed VI marcará un antes y un después para Marruecos. Incluso antes de su inauguración, el rascacielos de Rabat es todo un símbolo, a la sombra del que ya se ha convertido en su sobrenombre: el rascacielos más alto de África.