Zanka Contact, un tajine western ambientado en Casablanca y aplaudido en medio mundo
El cine marroquí está de moda. Y cuando tiene la calidad de la película Zanka Contact, un tajine western ambientado en Casablanca, el éxito de la crítica no tarda en llegar. Esta opera prima del director Ismaël El Iraki es una producción francomarroquí que recuerda a films como Corazón salvaje o Contra la pared. Tras cada una de las secuencias se reconocen las influencias de David Lynch, Fatih Akin o Quentin Tarantino, por lo que el ritmo trepidante de la película está asegurado.
Paisajes de Marruecos
Zanka Contact cuenta la historia de Rajae, una prostituta interpretada por Khansa Batma, y la antigua estrella del rock Larsen, al que da vida Ahmed Hammoud. Dos almas extremas que inician una catarsis en medio de una turbulenta relación, mientras huyen de un proxeneta y un matón que les persigue por los paisajes subterráneos de la Casablanca actual. Escenarios bien conocidos por Iraki, que pasó gran parte de su infancia en su Marruecos natal.
El país marroquí se convierte en el marco perfecto para que el espectador logre conectar con dos auténticos supervivientes, que tratan de dejar atrás sus hábitos autodestructivos en una montaña rusa de sentimientos. Se trata de un viaje al buen cine, en una película filmada al estilo tradicional, en 35 mm, y donde se buscan localizaciones siempre vibrantes, que reivindican su protagonismo en cada escena.
La Casablanca que aparece en el film está a medio camino entre lo moderno y lo tradicional. Es una ciudad que huye del orientalismo y muestra sus contrastes. Los bajos fondos urbanos dan paso a las tierras rojas de la antesala del desierto, que el autor tuvo ocasión de vivir intensamente cada verano, cuando acudía a una granja familiar en tierras bereberes.

La música como hilo conductor
El protagonista, atormentado por una deuda de juego y enganchado a la heroína, busca una nueva vida en Casablanca. Su compañera, una prostituta con problemas de alcohol, huye de un pasado autodestructivo cargado de traumas. Y en medio de ambos, la música, que sirve de hilo argumental a toda la acción.
El director no tiene problema en mostrar actuaciones en vivo o completar las canciones de los compositores Alexandre Tartière y Neyl Nejjai, que mezclan estilos a medida que se van sucediendo los paisajes, hasta que ambos protagonistas descubren que juntos serán capaces de superar su pasado traumático.
La música de la película es tan absorbente y ha tenido tanto éxito que la banda sonora ha recibido un reconocimiento internacional unánime, acercando el cine a las nuevas generaciones cada vez más atraídas por las grandes plataformas de contenido en televisión. Y en medio de esta vuelta a las salas, Marruecos tiene mucho que decir. “Autores como Faouzi Bensaïdi han puesto al cine marroquí a nivel internacional y yo me siento parte de esa generación, con compañeras como Sofia Alaoui o Yasmine Benkiran, cuyo trabajo intachable dará mucho que hablar en los próximos años” , señala Iraki.
De festival en festival
La película, aclamada como la mejor producción marroquí del pasado año, ha visitado diferentes festivales de cine internacional. Tuvo su estreno mundial en el Festival de Venecia, donde la crítica habló de Ismaël El Iraki como “el Tarantino marroquí”. Khansa Batma se llevó el premio a la mejor actriz en la sección Orizzonti del festival italiano.
Con este galardón en el bolsillo, la película continuó su gira mundial, participando en la Mostra de València – Cinema del Mediterrani, el Festival de Cine Mediterráneo de Montepellier Cinemed y el Festival de Luxor de Cine Africano, donde consiguió el premio al mejor largometraje. Todo ello ha consolidado la película como una de las mejores del año.
El secreto del éxito de Zanka Contact, según el director, es que se ha rodeado de un equipo con unos intereses perfectamente alineados, en los que puede confiar. Solo así se consigue el equilibrio entre técnica y sentimientos, y hacer posible una película rodada de forma analógica. “Rodando en 35 mm solo se puede hacer una toma. A veces dos. Y punto. Después encontramos los mismos problemas que tenían los cineastas de 1940, lo que resulta arriesgado, pero también muy gratificante”, apunta Iraki.

El auténtico origen de la película
Ismaël El Iraki había dirigido cortos antes que pasar a rodar este largometraje. El impulso para hacerlo surgió a raíz del atentado en la sala Bataclan de París en 2015, en el que estuvo presente. Es por ello que el director nunca ha escondido que el auténtico origen de la película es el estrés postraumático que sufrió después de lo vivido.
Iraki ha reconocido que le costó mucho superar el shock. “Además de tener el síndrome del superviviente, tuve alucinaciones durante un tiempo y un miedo intenso. Un petardo, los fuegos artificiales o un coche cruzando rápido frente a mí me llevaba a un escenario de pólvora y sangre, y mi corazón comenzaba a latir a 200 por hora como efecto del estrés postraumático, el mismo que tienen mis personajes por diferentes motivos”, comenta.
“A los protagonistas de mi película no les pasó lo mismo que a mí, pero todos tenemos en común que hemos vivido hechos muy violentos que nos han marcado. Esta es una película sobre lo que les pasó, cómo se rompieron y cómo se están reconstruyendo. Quería transmitir su lado más humano. Son personajes heridos, destrozados, pero que aún se mantienen en pie”, apunta Iraki.

Un estreno mundial
Francia es el único país del mundo en el que el nombre de la película ha sido traducido como Burning Casablanca. Ya sea con este nombre o con el original, el director se siente encantado de la acogida que ha tenido a nivel internacional. En Marruecos, los espectadores han podido ver una versión casi idéntica a la estrenada en Europa y entre los grandes fans del film se encuentran muchas mujeres jóvenes.
“Nos puede gustar Zanka Contact o no, pero lo cierto es que es una película especial. Quienes aman este género, lo hacen de una manera muy apasionada. Y lo único seguro es que, te guste o no, nunca has visto una película como esta”, asegura el director.
La película Zanka Contact cuenta la historia de dos almas condenadas a entenderse en su huida desesperada por Casablanca y el Marruecos más auténtico. Ese que solo se conoce cuando se vive montado en una montaña rusa de sentimientos. La película, rodada de manera analógica, no defrauda, dando la razón a quienes la consideran la película marroquí más importante de 2021.