Pop art en Marruecos: la realidad cotidiana desde una perspectiva diferente
El pop art surgió en Reino Unido en la década de 1950. Por primera vez, los artistas se ponían en contacto con la realidad más cotidiana utilizando el humor, muchas veces en forma de crítica. Rápidamente el pop art se trasladó a la vanguardia del arte europeo y norteamericano, y terminó llegando a África y Oriente Medio. Multitud de artistas se siguen identificando todavía hoy con este movimiento, explorando con sus obras todos los campos de la creatividad.
En Marruecos, el pop art explora cualquier aspecto relacionado con el arte y se lanza a la vorágine de las redes sociales. La vida en sí misma se convierte en una fuente de inspiración, poniendo de relieve todo lo que se nos pasa por alto o no damos importancia. Es un arte que tiende puentes entre diferentes culturas como punto de encuentro en un mutuo enriquecimiento. Y para bien, o para mal, no deja indiferente a nadie.
Una primavera cultural
La clave para acercarse al pop art marroquí se encuentra en el humor, que invita a los artistas a romper con los iconos sociales más asentados en el imaginario popular. Así, se reinterpretan los códigos culturales de la cultura marroquí, bereber y árabe, en un llamamiento a la tolerancia, pero sin dejar de poner en valor la idiosincrasia de las tradiciones.
Los expertos consideran que estamos ante una primavera cultural que, con las redes sociales, permite que el arte esté accesible para todo tipo de público, provocando reacciones tanto positivas como negativas. Estamos ante un movimiento lleno de frescura que, con un toque de humor, engancha a un público capaz de hacer una reflexión sin prejuicios de la propia cultura, sin los tabúes que la rodean. Esto convierte a los jóvenes artistas en unos excelentes cronistas de la realidad del país. Altavoces que gritan al mundo que la sociedad marroquí es mucho más de lo que parece al primer golpe de vista.

Artistas marroquíes del pop art
A Chaïbia Talal se la considera una de las precursoras del pop art marroquí. Nació en 1929 en Chatou, cerca de El Jadida, y se la conoce como “la campesina de las artes”. Se casó a los 13 años y fue madre y viuda a los 15 años. Comenzó a pintar como hobby y fue su hijo, Lohoucine, el que, junto con sus amigos pintores, le animaron a cumplir su sueño.
Otra artista del pop art marroquí es Ghita Benlamlih, graduada en Arquitectura, que muestra exagerados códigos estéticos y de color, basados en estereotipos del mundo árabe.
Sus obras comenzaron a ser conocidas y valoradas a través de las redes sociales, y muestran el amor que la artista tiene por Marruecos. A través de sus collages, fotografías y pinturas, Ghita da rienda suelta a su imaginación realizando obras originales, en las que lo tradicional se mezcla con lo moderno y Oriente se refleja en Occidente. El resultado, que sorprende al mundo, es Beyoncé ataviada como mujer bereber o Nelson Mandela luciendo el tradicional fez o sombrero marroquí.

Hassam Hajjaj, el padre del pop art en Marruecos
Pero si hay un claro exponente del pop art marroquí es Hassam Hajjaj, considerado el Andy Warhol de Marrakech. Nacido en Larache, la estética de sus fotografías es inconfundible, dentro de su propósito derribar los estereotipos sobre la cultura árabe. En ellas muestra todo el colorido de Marruecos, utilizándolas como elemento de expresión para derribar mitos. El resultado es una explosión de alegría, tonos vibrantes y ritmo vital.
Kesh Angels, su serie de fotografías más icónica, muestra a mujeres marroquíes jóvenes, tatuadoras de henna, que se desplazan por la ciudad en moto. Los atuendos de las jóvenes reflejan marcas occidentales, lo que contribuye a romper con los estereotipos. En sus fotos, enmarcadas con coloridas latas de comida, las mujeres aparecen ataviadas con velo, luciendo prendas vistosas o gafas de sol con forma de corazón, mientras que los hombres son toda una explosión de color, enmarcados en tradicionales tejidos marroquíes como telón de fondo.
El trabajo de Hajjaj es una tensión entre el mundo árabe estereotipado y el actual, que pone de relieve que Marruecos es mucho más de lo que el mundo supone. “Mi trabajo empezó porque quería mostrar otra cara de la cultura marroquí”, apunta el artista.
Actualmente Hassam trabaja a caballo entre Marruecos, Londres y Reino Unido, y sus obras se encuentran diseminadas en multitud de museos alrededor del mundo, como Nueva York, Los Ángeles o Londres.
El pop art marroquí es una ventana en la que podemos asomarnos a una cultura extraordinaria y única a través de un arte fresco, que se atreve a romper estereotipos y que encuentra en la vanguardia una forma de tender puentes entre culturas. Es, en definitiva, un lugar de encuentro donde cualquier forma de expresión tiene cabida, y que se comprende mejor, en muchos casos, desde la óptica del humor.