Mercedes Gleitze y el hito de cruzar a nado el Estrecho por primera vez
Pronto sus objetivos se volvieron más ambiciosos. Tras ocho intentos se convirtió en la primera británica en cruzar el Canal de la Mancha. A pesar de lograrlo, se puso en duda su hazaña, al considerarse que no había suficientes testigos que pudieran dar fe del logro.

Un icono mundial
Poco a poco el nombre de Mercedes Gleitze iba escuchándose a nivel internacional. Convertida en un icono, llegó a posar en bañador como imagen para postales, algo muy atrevido para la época. Cuando anunció que tenía intención de atravesar a nado el Estrecho de Gibraltar, algo que nadie había hecho hasta el momento, se convirtió en la imagen del Rolex Oyster, el primer reloj anunciado como acuático, lo que le dio la fama suficiente para que el mundo entero permaneciera atento a su valiente travesía.

Pero el éxito no llegó tan pronto como Mercedes esperaba. A finales de 1927 realizó un primer intento, pero lo hizo en invierno y en el sentido con mayor dificultad, de Tánger a Tarifa. No tuvo éxito. Tras otros tres intentos fallidos decidió probar partiendo de la isla de Las Palomas, de Tarifa, en dirección a Tánger. Tampoco tuvo suerte en dos intentos. Pero al tercero lo consiguió.
Era el 5 de abril de 1928 y Mercedes Gleitze completó el recorrido en doce horas y 45 minutos. Periódicos de españoles, franceses, británicos y estadounidenses se hicieron eco de la hazaña de la británica, que había convertido el paso donde se juntan el Mediterráneo y el Atlántico en uno de los siete principales retos de la natación mundial.

Siempre con música
En los tabloides de medio mundo, Gleitze comentaba cómo se había sentido al alcanzar el hito con el que llevaba meses soñando. En sus crónicas, agradecía las facilidades que le había proporcionado Tarifa para conseguir su reto. Y es que para lograr la travesía, Gleitze se había hecho acompañar de dos pequeños barcos, uno con su material de apoyo y el otro con víveres, que debía comer sin tocar el bote, y un pequeño gramófono con música flamenca.
Al parecer, Mercedes nadaba mejor escuchando música. En uno de sus intentos anteriores se hizo acompañar de una banda de jazz y en otra ocasión de un guitarrista flamenco. En ambas ocasiones los músicos terminaron tan mareados que no sirvieron de mucho apoyo.
El día que cumplió su gran hito amaneció lluvioso. De hecho, las fuertes corrientes hicieron que la británica se desviara de su recorrido y llegara a Punta Leona, un lugar más distante que el que había calculado previamente.
Para que nadie pusiera en duda su proeza acompañaron a Mercedes 70 vecinos de Tarifa, que no dejaron de animar en todo momento con sus cánticos. Al día siguiente, y ya en Tarifa, dieron fe de lo ocurrido ante notario. El pueblo, que tanto había cuidado a la nadadora los días previos, hasta el punto de no querer cobrarle en los comercios locales, se convirtieron en testigos de su proeza y la trataron como a una heroína.

Pionera en la gran hazaña
Tras cumplir su sueño, Gleitze continuó nadando y acometiendo diferentes retos deportivos, en ocasiones de manera altruista, para recaudar fondos con una fundación de ayuda a personas vulnerables que aún lleva su nombre. Como ella misma reconocía, fue su tesón lo que le llevó a conseguir su gran reto a los 27 años. Después, poco a poco fue cesando el eco de su hazaña y, simplemente, se dejó de hablar de ella en los periódicos.
Mercedes Gleitze fue la primera que abrió la posibilidad de cruzar el Estrecho a nado, pero desde entonces, y hasta la actualidad, son varias decenas las personas que lo han conseguido año tras año. La prueba, que se ha convertido en habitual en el calendario internacional de natación de larga distancia, suele realizarse entre abril y octubre, con o sin neopreno, y en ocasiones con tintes benéficos.
En 1999 se fundó la Asociación Cruce a Nado del Estrecho de Gibraltar, que recibe cientos de peticiones de cruces cada año. Nadadores de todo el mundo se marcan este reto, considerado por el Oceans Sevens como uno de los más importantes de aguas abiertas del mundo.

Una travesía exigente
A pesar de tener solo poco más de 14 kilómetros, el recorrido del Estrecho es muy exigente, incluso para nadadores excelentes. Quien quiera cruzarlo a nado debe prepararse tanto física como mentalmente, porque tendrá como compañeros el sufrimiento, el agotamiento y las picaduras de las medusas.
En el Estrecho imperan fuertes corrientes, que pueden llegar a más de 5 kilómetros por hora, facilitando o dificultando el nado. Por tanto, la salida no solo depende de un clima cambiante, sino también de estos movimientos espontáneos del agua que son imprevisibles.
Otra de las dificultades es la baja temperatura del agua, que se mueve entre los 15º C en invierno y los 22º C en verano, lo que unido a los fuertes vientos favorece la hipotermia. Por último, hay que tener en cuenta la dificultad que supone enfrentarse a un tráfico de más de 300 botes diarios, lo que convierte a esta ruta marítima en una de las más transitadas del mundo.
Tras varios intentos, Mercedes Gleitze se convirtió en la primera persona en cruzar a nado el Estrecho. Una hazaña mucho más dura de lo que parece y que le permitió escribir su nombre en el libro de oro de las personalidades que han unido Marruecos y España brazada tras brazada.