Estrecho de Gibraltar: mucho más de 14 kilómetros de agua
Y aún es mucho más. Es el lugar donde se funde el océano Atlántico con el mar Mediterráneo. La fisura de dos de las placas tectónicas más importantes del planeta: la placa euroasiática y la africana. Nunca tantas cosas sucedieron en un paso tan estrecho. Nunca en un estrecho sucedieron cosas tan grandes.
Historia de un paso mítico
Hace unos seis millones de años la separación entre el océano Atlántico y el Mar Mediterráneo se cerró, lo que provocó que aumentara la salinidad del agua que quedó aislada en la cuenca mediterránea. Poco a poco, el Mar Mediterráneo se secó, convirtiéndose en un gigantesco desierto de sal, con montañas de hasta 3.000 metros de altitud.
Tres millones de años después, la frontera entre Europa y África se hundió ligeramente, y el agua del océano Atlántico comenzó a fluir de nuevo hacia la cuenca mediterránea a través del Estrecho de Gibraltar. Comenzó poco a poco, pero la fuerza del agua hizo que cada vez el caudal fuera mayor.

Se calcula que en esa época el nivel del Mediterráneo subía a una velocidad de vértigo, probablemente unos 10 metros de agua al día. De hecho, hoy en día, si no fuera por la cantidad de agua que inyecta el Atlántico al Mediterráneo, que se calcula en torno a un millón de metros cúbicos por segundo, es probable que el Mediterráneo estuviera tan seco como entonces.
Estas circunstancias geológicas dieron forma al Estrecho de Gibraltar, que hoy tiene 60 kilómetros de largo y 14 de ancho entre punta de Oliveros, en España, y punta Cires, en Marruecos, con una profundidad que oscila entre los 280 metros del Umbral de Camarinal y los 900 metros de la bahía de Algeciras.
El origen de su nombre
A lo largo de la historia, el Estrecho de Gibraltar ha sido conocido por diferentes nombres. Los fenicios lo llamaban “Las Columnas de Mekart”. Los griegos lo conocieron como “Las Estelas de Heracles” o “Las Columnas de Hércules”, el último lugar del mundo conocido en su tiempo. Y los romanos lo llamaron “Fretum Gadinatum” o Estrecho de Cádiz.

El nombre de “Estrecho de Gibraltar” proviene de la época de Al-Ándalus. Es una evolución de “Montaña de Tarik” (en árabe, «Jabal Tariq»). Cuando se inició la conquista musulmana de la Península Ibérica, Tarik fue el caudillo que encabezó la marcha. Para los árabes, el Estrecho de Gibraltar también era conocido como “Puerta de la Caridad”.
En todos los tiempos, el paso de África a Europa ha sido considerado un punto estratégico y objeto de deseo, desde el comienzo de la conquista musulmana a la toma de Gibraltar, pasando por la Batalla de Trafalgar o la Segunda Guerra Mundial. Hoy día es un importantísimo paso para el tráfico naval, como lo demuestran el puerto de Algeciras o el Tánger Med.
El hecho de poseer un tráfico que sobrepasa los 82.000 buques al año y los 300 barcos diarios -uno cada cinco minutos-, hace que sea considerado uno de los pasos más transitados del planeta y uno de los lugares más importantes para la geoestrategia mundial.
Mitos y leyendas del Estrecho
La parte más cercana entre España y Marruecos se da entre Tarifa, la ciudad más meridional de la Europa continental, y el Monte Yebel Musa. Es precisamente este monte, junto con el Peñón de Gibraltar, los que se consideraban los Pilares de Hércules. Según la mitología griega, Hércules partió con fuerza una montaña y el resultado fue el Estrecho.

Estos Pilares de Hércules —el Peñón de Gibraltar y el Monte Musa— se introdujeron en el escudo de España bajo el reinado de Carlos I de España y V de Alemania. En el siglo XVI el lema que las acompañaba era “Non Terrae Plus Ultra” o “no hay tierra más allá”. Una vez fue descubierto el continente americano, el lema fue cambiado a “Plus Ultra” o “más allá”.
En este sentido, algunos expertos aseguran que el símbolo del dólar proviene de las Columnas de Hércules rodeadas por una banda con este lema. Un símbolo que apareció reflejado en los antiguos reales de a ocho españoles, la moneda utilizada durante siglos en el comercio internacional entre América, Asia y Europa.
Paso migratorio de aves
El relieve del Estrecho de Gibraltar marca la pauta al viento, que puede soplar en dos direcciones diferentes: de oeste y del este, o lo que es lo mismo, viento de poniente o de levante. Los tripulantes lo conocen bien, pues pueden pasar de un espacio de viento en calma a alcanzar los 50 nudos cerca del Peñón de Gibraltar.
Esta circunstancia natural, unida al escaso número de kilómetros que separan ambas costas, hace que sea un paso natural de aves migratorias entre Europa y África. Las aves pasan el Estrecho de Gibraltar dos veces al año. El primer paso es en primavera, en sentido sur-norte y hacia las áreas de cría. Y el segundo paso en otoño, en sentido Europa-África, tras el periodo de cría y para pasar el invierno en zonas más cálidas.
Las aves batidoras o remeras son las que establecen esta migración, visible día y noche en las épocas señaladas. Son, fundamentalmente, las aves planeadoras, como las cigüeñas y las rapaces, las que salvan estos 14 kilómetros de agua. Aunque entre las especies migratorias más espectaculares también podemos encontrar los milanos negros y los abejeros. Cuando se observa el cielo del Estrecho se pueden contemplar miles de ellos, en bandadas dirigidas por una treintena de aves planeadoras.
Este espectáculo de la naturaleza hace que el Estrecho de Gibraltar sea considerado, junto con el Estrecho del Bósforo y el de Mesina, en Sicilia, los tres grandes pasos migratorios de aves del planeta, al que hay que añadir el Canal de Panamá, si bien en este lugar las aves no se ven obligadas a salvar tanta cantidad de agua.

Punto de interés turístico
Son pocos kilómetros los que separan un continente de otro, pero el lugar despierta un inusitado interés para el turismo en numerosas vertientes. La observación de aves es una de ellas. Probablemente, el mejor lugar para disfrutar del espectáculo natural de la migración de aves sea el Parque Natural del Estrecho en Cádiz.
Pero no solo aves se pueden avistar en el Estrecho de Gibraltar. Como consecuencia de su alta salinidad, el agua del Mediterráneo es más pesada que la del Atlántico. Este hecho, unido a las depresiones del Umbral de Caraminal, hace que se produzcan turbulencias que permiten el movimiento de muchos nutrientes desde las profundidades del agua a la superficie. Este agua rica en nutrientes permite la formación de plancton vegetal que atrae a ballenas y delfines.
A pesar del continuo trasiego de barcos, en el Estrecho se pueden observar hasta siete variedades de ballenas. De abril a octubre es la época de los cachalotes. Y durante los meses de julio y agosto se recibe la visita de las orcas. Y en ocasiones, cuando la buena suerte lo permite, los turistas que han alquilado alguna embarcación en Tarifa para disfrutar del espectáculo marino también pueden ver el Rocual Común, considerada la segunda ballena más grande del mundo tras la ballena azul. Conscientes de la excepcional situación, y para proteger a las ballenas, el límite de velocidad de las embarcaciones está limitado a 13 nudos o 24 kilómetros/hora.
Y es precisamente en Tarifa, siempre mecida por el viento, donde podremos realizar otra actividad turística como es el kitesurf. Un espacio privilegiado espera con los brazos abiertos a los amantes de este deporte, tal y como se ha demostrado en los Campeonatos Mundiales celebrados en estas aguas.
Puertos del Estrecho
El puerto de Gibraltar cedió su protagonismo en el siglo XX al puerto de Algeciras, que sirve de escala para los grandes busques que atraviesan el Estrecho en rutas regulares. A estos puertos hay que sumarles el de Tarifa en España y el de Tánger en Marruecos, que recientemente se ha visto reforzado por el puerto de Tánger Med, construido con el objetivo servir de complemento al de Algeciras como punto de escala.
Tánger Med respresenta al Marruecos moderno. Hasta 2004, en el lugar donde hoy se asienta era un terreno rural y montañoso sin ningún interés excepto para pastores y pescadores. Hoy es un importante núcleo de comunicaciones con autopista y ferrocarril, que da la bienvenida a quien decide hacerlo su punto de llegada al continente africano.

Las rutas regulares de ferris unen Algeciras con Tánger Med y Ceuta, y Tarifa con Tánger. En una travesía de entre una y dos horas, cualquier persona puede hacer un viaje a Tánger y comprender por qué tantos artistas han sucumbido a los encantos de su medina, sus mezquitas, sus entramadas callejuelas y sus preciosas casas blancas. Puede ser una excelente opción para pasar el día o bien un punto de una escala que lleve a conocer otras ciudades como Tetuán, Asilah o Chaouen.
Infraestructuras presentes y futuras
La profundidad del Estrecho de Gibraltar ha imposibilitado que se instalen en estas aguas muchas infraestructuras. Destacan las energéticas, con un gasoducto y dos líneas de alta tensión, que atraviesan el Estrecho por el umbral de Camarinal. El viento, además, ha atraído a la energía eólica con sus aerogeneradores eléctricos.
Y entre las infraestructuras futuras, siempre está en mente la construcción de un túnel bajo el Estrecho de Gibraltar que pudiera unir el continente europeo y africano, a modo del Eurotúnel o Túnel del Canal de la Mancha, que comunica Francia con el Reino Unido. Un sueño que comenzó a formarse a principios de la década de los 80 pero que aún no ha podido llegar a hacerse realidad por la complejidad que supone el proyecto.
Esta enorme construcción, que incluiría 40 kilómetros de ferrocarril a 400 kilómetros por debajo del nivel de mar con un coste aproximado cifrado en 5.000 millones de euros, conectaría la costa gaditana, a la altura de Punta Paloma, en Tarifa, con Punta Malabata, en Marruecos. La obra, de la que ya se hizo en su momento el proyecto de ingeniería, incluiría tres túneles, uno para cada sentido y otro central para obras de mantenimiento.
Existen, sin embargo, muchos impedimentos para poderlo llevar a cabo, entre ellos la gran profundidad del mar y la actividad sísmica. Estas dos circunstancias ya obligaron a descartar un puente que uniera los dos continentes, ya que los pilares no podrían apuntalarse. Además, el elevado tráfico de embarcaciones en la zona obliga a rechazar también la posibilidad de un puente flotante.

Un salto entre culturas
Marruecos está tan cerca de la costa española que todo el litoral del sur de Cádiz es un balcón con vistas a África. El mejor lugar para contemplar el Estrecho probablemente es la carretera que conecta Algeciras y Tarifa. En los días despejados se puede observar el perfil montañoso del país vecino y las casas blancas que salpican el paisaje al otro lado del mar.
El Estrecho de Gibraltar es un continuo salto entre ciudades, países y continentes. La posibilidad de pasar de Occidente a Oriente. Del cristianismo al Islam. Y, de la misma manera, es el lazo que nos une en una globalidad común, por el que una cultura se mezcla con la otra y vocablos árabes como “alberca” o “almohada” o “albahaca” han podido saltar de continente. El lugar donde Hércules dejó huella y el paso entre las aguas de un mar y un océano. Tan cerca y tan lejos, según la perspectiva. Un estrecho que no puede escapar de la historia que le ha visto convertirse en lo que hoy significa.