Las Leonas del Atlas impulsan el fútbol femenino marroquí
La Selección femenina de fútbol de Marruecos, conocida como Las Leonas del Atlas, ha conseguido lo que hace poco parecía imposible: que el país entero vibre con su juego elegante y decidido, en un deporte tradicionalmente masculino como es el fútbol.
Bajo la batuta de la Real Federación Marroquí de Fútbol, el primer partido internacional de las jugadoras marroquíes fue en 1998. Fue en el Campeonato Femenino Africano, y el equipo ya empezaba a apuntar maneras, llegando hasta la mismísima final. Dos años después, Las Leonas del Atlas se clasificaban para el Campeonato Africano en Sudáfrica, convirtiéndose en las primeras representantes en la historia de un país árabe en lograrlo, y demostrando con ello que lo que habían conseguido hasta el momento no era fruto de la casualidad.
Sin embargo, el auténtico boom de la Selección llegó cuando Marruecos acogió la Copa de África Femenina. Su pase a semifinales, presenciado en vivo por las más de 46.000 personas que abarrotaron las gradas del Prince Moulay Abdellah Stadium, de Rabat, demostraban que algo estaba cambiando en Marruecos. Era el orgullo de un país por su Selección femenina de fútbol, cuyas jugadoras pasaron a estar en todas las marquesinas de autobuses, y en las portadas de los periódicos y revistas más importantes de Marruecos.
¿Fútbol Femenino en Marruecos? 🇲🇦
— Yasmin Mrabet (@yas8_mrabet) July 15, 2022
Sí, interesa.
+45 000 espectadores en Cuartos de Final de la Copa África 2022. pic.twitter.com/07x2OXEWvX
La mejor victoria
Con su pase a la final, tras una victoria agónica en los penaltis frente a Nigeria, las jugadoras marroquíes se clasificaban por primera vez para un Mundial, con todo el país siguiendo la hazaña por televisión. En la final, el equipo marroquí caía frente a la selección de Sudáfrica, pero el resultado era lo de menos.
La verdadera victoria fue ver las calles del país vacías a la hora en la que las jugadoras salían al campo. Los gritos de apoyo, los cláxones con cada gol y las 55.562 almas que gritaban al unísono desde el estado de Rabat donde se jugaba la final, el récord de asistencia a un partido femenino en África. Familias enteras se dejaron la garganta animando a su selección femenina y hubo un estallido en las redes sociales al ritmo del hashtag #dimamaghrib. El fútbol de Las Leonas del Atlas había logrado visibilizar, por primera vez, el deporte femenino en el país.
Una hoja de ruta marcada
El éxito del fútbol femenino marroquí no ha sido casual. En los últimos años, la Real Federación Marroquí de Fútbol, con Fouzi Lekjaa a la cabeza, ha marcado una hoja de ruta, nombrando a destacados técnicos para conseguir un equipo ganador entre 2020 y 2024.
En las reuniones técnicas se acordó impulsar la liga femenina, tanto en su primera como en segunda división, al tiempo que se incentivaba el fútbol de base y se comenzaban a firmar los primeros contratos profesionales para las jugadoras. Se crearon dos campeonatos nacionales para jugadoras sub-15 y sub-17, y comenzó la formación de árbitros y entrenadores, sin olvidar que las más importantes marcas apoyaron con su publicidad el impulso al fútbol femenino.
Las Leonas del Atlas
El sobrenombre de Las Leonas del Atlas dice mucho de la forma de jugar de las jóvenes marroquíes, que no dan nunca un balón por perdido. Casi todas las jugadoras de la selección son integrantes del AS FAR, la Asociación Deportiva de las Fuerzas Armadas Reales de Rabat, por lo que cuando juegan en el Moulay Abdallah de la capital marroquí, prácticamente lo hacen en casa.
En el equipo destaca la jugadora Ghizlane Chebbak, que ha conseguido el hito de que su nombre aparezca en la lista de candidatas a Mejor Jugadora de la Confederación Africana de Fútbol (CAD). Junto a ella también destacan las jugadoras Sanaa Massoudy y Fátima Tagnaouti, las tres jugadoras en AS FAR e incluidas también a las 10 candidatas a Mejor Jugadora Interclubes.
El resto de las jugadoras desarrollan su carrera deportiva en países como Italia, Bélgica, Francia, Suiza o España, donde juega Yasmin Mrabet, una centrocampista nacida en España, e hija de un marroquí y una inglesa. Por su parte, Rosella Ayane, de padre marroquí y madre escocesa, ahora juega en el Tottenham Hotspur inglés y se ha transformado en una de las grandes líderes del equipo, haciendo honor a sus orígenes.
Derribando tabúes
Todos los expertos parecen coincidir que con el éxito de Las Leonas del Atlas se han roto una gran barrera mental en Marruecos. Cuando la Selección femenina juega, los forofos acuden a los cafés para animarlas, haciendo añicos los prejuicios existentes ante el deporte femenino.
Las jugadoras marroquíes pasean el nombre de Marruecos por medio mundo, orgullosas de que su país se haya reconciliado con el fútbol femenino y sabedoras de que están ayudando a esa generación de niñas que cada día llegan a su casa y se atreven a decir: “Papá, mamá… yo quiero jugar al fútbol”.
Por ello, las victorias en el campo de juego son lo de menos, al menos sociológicamente hablando. Lo verdaderamente emocionante es ver cómo un país entero apoya a sus Leonas del Atlas y ellas hacen posible un fenómeno que hasta hace poco parecía imposible: el apoyo, incondicional, al fútbol femenino.