Fundación Acción Geoda: trabajando por y para el Alto Atlas
El Valle del río Tessaout se encuentra en el Alto Atlas, en la comarca de Ait Tamlil. Tan solo 175 kilómetros separan a estas aldeas de Marrakech y, sin embargo, la forma de vida en cada zona es completamente distinta.
En el valle no se refleja el desarrollo económico que han tenido otras zonas de Marruecos y eso se traduce en una falta de recursos imprescindibles como la sanidad, el agua, la luz o la educación. En estas aldeas el protagonismo lo tienen las mujeres, ya que los hombres han tenido que emigrar a zonas costeras o a las grandes ciudades para buscar un sustento para su familia. Mientras, ellas se ocupan de una economía de subsistencia, con los rebaños de cabras, los huertos caseros y algunos nogales como únicos medios para sacar algunos ingresos.
Desde que son pequeñas las niñas acuden al río o a pozos cercanos varias veces al día en busca del agua que no llega a sus casas. A veces portan sobre sus cabezas garrafas de hasta 40 litros. Después les espera el cuidado de los animales y las tareas domésticas. No es fácil la vida en la zona y ese es, precisamente, el objetivo de la Fundación Acción Geoda: hacer que las condiciones de vida de estas aldeas del Alto Atlas mejoren y que sus habitantes puedan progresar como merecen.
Del amor a la montaña al desarrollo sostenible
La Fundación Acción Geoda nace de la iniciativa de un grupo de amigos, amantes del deporte y los paisajes de montaña. En un viaje al Atlas marroquí, se encontraron con la realidad de la zona y decidieron poner en marcha un proyecto de desarrollo sostenible sin ánimo de lucro. El objetivo era ofrecer una respuesta a las necesidades de las aldeas del valle del río Tessaout, pero siempre desde la defensa de los derechos humanos, la acción social y el respeto medioambiental.
La Fundación trabaja desde una jeraquía horizontal. Cada 15 días se reúne en Madrid el equipo fijo, formado por 15 personas, que se encargan de tomar las decisiones. Sobre el terreno, colaboradores locales, imprescindibles para sacar adelante cada proyecto. Y en España, voluntarios, socios o personas dispuestas a hacer donaciones puntuales que sirven para impulsar el Proyecto Tessaout, que actúa bajo el convencimiento de que cada persona puede actuar como motor de cambio.

La importancia de pequeños gestos
Una de las áreas del Proyecto Tessaout se refiere al desarrollo de infraestructuras para que la población pueda tener un lugar en el que reunirse. Bajo este criterio se ponen en marcha escuelas y casas comunales que tienen como misión favorecer el desarrollo comunitario.
En estas aulas se ofrece educación a los niños de 3 a 6 años como paso previo a su escolarización y, a la vez, alfabetización a las mujeres. Son lugares para reuniones, espacios comunales abiertos a las celebraciones y a todas aquellas iniciativas que surgen del pueblo y son para el pueblo.
Aquí se encuentran también los aseos comunitarios y las viviendas de las profesoras, piezas fundamentales para atender las necesidades de los niños y de sus madres. Son mujeres que han sido formadas para atener los cuidados sanitarios básicos, ya que la población local tiene grandes dificultades para acceder a centros hospitalarios por la escasez de transporte y los escasos medios económicos con los que cuentan.

Sanidad y agua como auténtico lujo
Tras recibir el curso de formación las maestras curan heridas y quemaduras, muy frecuentes al tener que cocinar con brasas. También tratan diarreas y hacen seguimiento de embarazos, ofrecen consejos alimenticios y de higiene, y participan en las campañas de sensibilización relacionadas con la salud bucodental. Para ello reciben el apoyo online de especialistas, encargados de resolver sus dudas y de orientar a las mujeres a la ahora de hacer las revisiones y el informe de sañid.
Después del estallido de la pandemia se ha llevado a cabo una campaña de fluorización en la zona, tras comprobar el gran número de caries que tienen los niños desde edades tempranas. Se les han repartido cepillos de dientes y dentífrico, y se les ha aplicado flúor. “Para los niños ha sido una nueva experiencia, aunque hubo que convencerles de que no les queríamos arrancar los dientes, sino que les íbamos a tratar las caries. Los padres estaban encantados, ya que la mayoría de los niños sufren molestias dentales”, señala Samira, la coordinadora de las maestras.
El agua es otra de las áreas en las que trabaja la Fundación, ya que es uno de los grandes desencadenantes de los riesgos sanitarios y de las situaciones de desigualdad. La búsqueda del agua en fuentes naturales implica un gran esfuerzo y una pérdida de tiempo para los habitantes del Valle de Tessaout. Por ello, el proyecto tiene como uno de sus objetivos prioritarios el suministro de agua potable y la evacuación de aguas negras.

La mujer como centro de la comunidad
Por último, la labor social también se centra en las mujeres, quienes se dedican a sacar adelante a sus familias realizando las tareas cotidianas, sin tiempo para desarrollarse como personas. En este caso, los objetivos pasan por informar sobre el cuidado de su salud, al tiempo que se impulsa su visibilidad y la participación en las actividades socioeconómicas de las aldeas, se favorece su autonomía y se apuesta por su capacitación.
A las aldeas llegan esporádicamente caravanas de especialistas, que ofrecen información y atención ginecológica y pediátrica, promoviendo las prácticas higiénicas básicas, especialmente durante el embarazo y el parto. Se consigue así disminuir la tasa de mortalidad materna, fetal, perinatal e infantil.
En el Valle de Tessaout las condiciones de trabajo son duras y la labor que hace la Fundación a través de las maestras es muy importante para el desarrollo local. Ellas viven en la comunidad, lejos de sus familias y soportando duros inviernos. Pero tras varios años actuando sobre el terreno el esfuerzo comienza a darse sus frutos y ya empieza a notarse un tímido desarrollo a todos los niveles, dando la razón a quienes piensan que son los pequeños gestos los que mueven el mundo.