Festival Nacional de Cine de Tánger: sueños a lo grande
El Festival Nacional de Cine de Tánger (o simplemente Festival Nacional de Cine – FNF) es un evento que en su día fue creado para revitalizar el cine de Marruecos, que siempre ha estado haciendo equilibrios en la cuerda floja. En un primer momento el país contaba con muchas salas y poca producción nacional. Después llegó el momento álgido del pirateo, y posteriormente el cierre de las salas de cine con motivo de las plataformas de streaming y la pandemia, que dejó muchas películas sin estrenar.
Todo ello ha hecho que este festival tuviera un papel imprescindible a la hora de mantener a flote la industria cinematográfica nacional, invitando a los marroquíes a reencontrarse con sus raíces, su tierra y su historia. Sueños a lo grande en la gran pantalla. La magia del séptimo arte en estado puro.
Un largo camino
El Festival Nacional de Cine surge en 1982. Las primeras ediciones no tuvieron una periodicidad fija, ya que el volumen de películas que se producían cada año no era suficiente como para hacer un evento anual. A partir de 2010, sin embargo, el festival se ha celebrado todos los años, salvo en el paréntesis de la pandemia.
En sus comienzos fue concebido como festival itinerante, lo que le llevó a Rabat, Meknès, Marrakech, Uchda y Casablanca en dos ocasiones. Pero a partir de 2010 fue trasladado definitivamente a Tánger, lo que le llevó a ser conocido como Festival de Cine de Tánger, ligándose así de manera definitiva al legado cultural de esta ciudad.
Durante los días anteriores a la entrega del Gran Premio a la Mejor Película y al Mejor Cortometraje, y el Galardón Especial del Jurado, la ciudad respira un gran ambiente cultural, con la llegada de actores, directores y productores. Además de la exhibición de las películas tienen lugar otros actos como encuentros, talleres y debates, en donde se dan cita profesionales ligados al cine de otros países, entre ellos España.
El cine como motor de cambio
El Estado marroquí, convertido en el principal productor de cine del país, no desaprovecha la ocasión para ofrecer una imagen abierta de Marruecos que refleje la transformación social que ha sufrido en los últimos años. Así, entre las temáticas que cada año acuden a concurso es habitual encontrar temas como el feminismo, las drogas o los derechos humanos, algo impensable en otros países de origen árabe.
Los directores reconocen que, ante esta libertad creativa, cuando sus películas se exhiben en otros países árabes causan una gran conmoción, por lo que existe la creencia generalizada de que el séptimo arte es uno de los motores de cambios del país.
Aunque el festival tiene como fin destacar el cine nacional, siempre ha servido para lanzar un guiño a la cooperación internacional. Desde 1998 existe un acuerdo de colaboración entre las producciones marroquíes y españolas que, sin embargo, no se ha visto materializado en un número destacado de films conjuntos.
A pesar de ello, son muchas las voces de la industria marroquí que piden con insistencia estos proyectos conjuntos, a través de coproducciones que podrían contar historias compartidas por dos países que tienen infinidad de cosas en común.
Tradición cinematográfica
Marruecos es un país con gran tradición de festivales orientados al séptimo arte. En 1968 ya se celebraba en Tánger el Festival de Cine Mediterráneo de Marruecos, que hoy se realiza en Tetuán. En 1982 comenzaba a dar sus primeros pasos el Festival Nacional de Cine, que hoy tiene lugar en Tánger. Y unos años después, en 2021, se inauguraba el Festival Internacional de Cine de Marrakech, que como su nombre indica tenía una vocación internacional y que hoy se ha convertido en uno de los grandes eventos dedicados al cine en todo el mundo.
El objetivo de estos festivales es preservar el patrimonio cultural del país y animar a los miembros de la industria cinematográfica a seguir llevando a la pantalla las historias que emocionan a los espectadores, en un lenguaje universal como es el cine, que trasciende fronteras.
Por otro lado, el nivel de la industria cinematográfica marroquí es reconocido internacionalmente. En los últimos años, el país ha sido invitado de honor en festivales de otros países, como en Les Térangas en Dakar o en el Med Film de Roma, a la vez que las películas marroquíes han participado en los prestigiosos festivales de Amman, Cannes o Berlín.
El público marroquí se muestra interesado en el cine local y el público europeo también se ha sentido atraído por las historias de los cineastas marroquíes más destacados, como Hakim Belabbès, Dalila Ennadre o Ali Essafi. Y aunque la presencia de directoras árabes siempre ha sido significativamente menor que la masculina, desde la década de los 90 han surgido grandes directoras como Aziza Amir, Assia Dagher o Meryem Benm’Barek, que han logrado hacerse con un nombre en un universo tradicionalmente masculino.
El zarpazo del Covid
Actualmente, el Covid ha supuesto un importante parón en la industria de cine marroquí, además de un paréntesis en el Festival Nacional de Cine de Tánger. Tras la última edición antes de la pandemia, en la que se proyectaron los films y documentales rodados en 2019, el parón provocado por el virus afectó a las más de 200 familias que viven directamente de las salas de cine distribuidas a lo largo del país.
Las películas que estaban pendiente de estrenar no llegaron a hacerlo al decretarse un estado de emergencia que prohibió la apertura de las salas incluso en las primeras medidas de flexibilización. Conscientes de la situación de emergencia, el Centro Cinematográfico Marroquí (CCM), dirigido por Sarim Fassi Fihri, proyectó alrededor de 50 películas y films de forma gratuita a través de su web.
El Festival Nacional de Cine de Tánger tiene un importante papel en la industria cinematográfica del país, ya que exhibe y premia las películas elaboradas en Marruecos. Pero es, además, una ventana abierta a la colaboración internacional y un guiño a ese público local deseoso de ver sus propias historias en la gran pantalla. La invitación permanente a comprobar el mimo con el que se realiza el cine actual en Marruecos y una invitación a soñar a lo grande, con historias a medio camino entre la fantasía y la realidad.