Dar Bouidar: los niños abandonados del Atlas encuentran su hogar
El pueblo abrió sus puertas en 2015, cinco años después de que se creara la asociación “Les enfants de Dar Bouidar” y fruto del empeño del suizo Hansjörg Huber, un profesional de los seguros que siempre tuvo en mente ayudar a los más necesitados. Un día sintió la necesidad de hacer su sueño realidad, se marchó a Marrakech y con la mitad del dinero de la venta de todos sus bienes en Suiza comenzó a levantar el futuro de los niños abandonados del Atlas.

Donaciones de particulares
Dar significa “casa” en árabe, y es lo que es para estos niños el pueblo donde viven, en la provincia de El Haouz, una de las más humildes de Marruecos. En ella la gente vive de la agricultura y los olivos. Y en unos terrenos baldíos, donde no había nada, Huber creó un pueblo dedicado a niños abandonados a su suerte, procedentes de centros de acogida locales. El Tribunal de Familia de Marrakech es quien toma la decisión de mandar allí a los niños. A partir de entonces, la educación y la manutención de los pequeños pasa a depender de las donaciones de particulares, que son quienes mantienen el pueblo de Dar Bouidar hasta que los menores tienen la edad suficiente para valerse por sí mismos.
El pueblo cuenta con diez casas, que cuentan con la presencia de las denominadas “madres adoptivas”, mujeres de localidades cercanas, que tienen la formación adecuada y se ocupan de darles cariño y cuidarles por turnos, convirtiéndose en una referencia para los niños. Además, el pueblo tiene un gabinete médico, otro de enfermería y uno más dental, además de jardines, anfiteatro, escuela y mezquita.

Escuela propia
La escuela de Dar Bouidar se inauguró en 2018. En principio, los niños acudían a un centro de la localidad más cercana, pero la estigmatización que sufrían les llevó a construir un colegio propio. Allí, los pequeños aprenden los conocimientos fundamentales, además de francés y árabe, y también inglés, baile y a tocar un instrumento musical cuando son un poco más mayores. Realizan excursiones, eventos deportivos y obras de teatro que les ayudan a vencer la timidez y gana confianza en sí mismos. Durante las horas escolares, su vida se diferencia poco de cualquier otro niño de su edad.
Dar Bouidar tiene también su propia galería de arte. Durante toda su vida, Hansjörg Huber se dedicó a coleccionar cuadros y fotografías de interesantes artistas de todo el mundo. Ahora, estas casi 300 obras se exhiben en una galería construida en el mismo pueblo y están en venta. El dinero que se consigue con el arte que compran las personas interesadas que visitan el pueblo sirve para seguir financiando mejoras en la vida de los chavales.

Próximos proyectos
Uno de los proyectos que se ha llevado a cabo ha sido la construcción de la mezquita. A muchas personas les sorprende que se haya destinado dinero para su construcción, especialmente porque Huber es protestante. Sin embargo, la religión resulta fundamental para que los niños puedan integrarse correctamente en la sociedad. Pero no es el único proyecto que Huber tiene en mente. Lo próximo en construirse podría ser un huerto y una pequeña granja, que se encargarán de cuidar los niños. De esta manera, los productos derivados de la agricultura y la ganadería se podrían vender en tiendas locales, obteniendo de esta manera una nueva fuente de financiación
También figuran como próximos proyectos la creación de una escuela de carpintería y metal, para poder completar la formación de los chicos y lanzarles a la sociedad con plenas garantías. A Huber también le gustaría mejorar los programas de atención de los menores con discapacidades físicas o intelectuales con terapeutas especializados, así como crear un taller de arte en el que invitar a artistas que pudieran enseñar y supervisar las obras de estos niños que crecen alejados de pantallas de móviles y televisores, y más conectados a sus propios sentimientos.

Colaboración de un dentista navarro
Cuando llegan a Dar Bouidar los niños llegan con miedo. Muchos, en estado de shock. “Es precioso verlos cobrar vida y abrirse al mundo cuando se sienten amados, protegidos y valorados. Todo lo que los seres humanos hacemos con amor da sus frutos y nosotros podemos ayudar a los pequeños a recuperar su derecho a una vida con sueños y posibilidades reales”, comenta Huber. Un sentimiento generalizado entre los más de 100 profesionales que, de una manera u otra, colaboran para ofrecer un futuro a los niños.
Entre ellos se encuentra Jesús María Remírez, un dentista español, ya jubilado, que se incorporó a Dar Buidar para cuidar de la salud bucodental de los pequeños. En 2001, Remírez se fue de vacaciones a Marrakech y quedó enamorado de la ciudad, sus cielos azules, su cultura, su arte y su historia. Un mes después se compró un apartamento allí para poder pasar temporadas en la ciudad.
El año pasado, Remírez encontró un artículo sobre la aldea Dar Bouidar y no se lo pensó dos veces. Se puso en contacto con la asociación para preguntar si les vendrían bien sus servicios y comenzó a colaborar con ellos inmediatamente.

Comida saludable
Este dentista navarro atiende a los niños bajo estándares europeos. Cuando llegó, en las revisiones a los niños mayores de 4 años, solo encontró una caries. Una sorpresa que atribuye a que los niños del Dar Bouidar han sustituido los dulces y el azúcar por piezas de fruta y comida saludable. Algo que cambia sustancialmente cuando la revisión se realiza a los niños de las localidades cercanas, donde es común encontrarse a pequeños de ocho años con piezas dentales irrecuperables.
En Dar Bouidar los niños crecen en un entorno seguro y labran su futuro día a día. El objetivo es que dejen de ser niños estigmatizados y se conviertan en ciudadanos de pleno derecho, y con ese fin trabajan los profesionales que colaboran con la organización. El cariño es la base que conseguirá que se conviertan en hombres y mujeres capaces de tomar las riendas de su propio destino.