La caligrafía árabe, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, se enfrenta a la amenaza del arabizi
La caligrafía árabe ha sido declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. La UNESCO destaca su belleza y elegancia, cumpliendo así los criterios de los 16 países arabófonos que han luchado por este reconocimiento, entre ellos Marruecos. Y con esta mención, además, aleja en cierta medida la sombra negra que se cierne sobre la lengua árabe y que cada vez toma más fuerza entre los jóvenes: el arabizi.
El arabizi es consecuencia directa de la globalización y las nuevas tecnologías. Cuando comenzaron a introducirse los teléfonos móviles en Marruecos y comenzaron a enviarse masivamente mensajes, los jóvenes marroquíes se encontraron con un problema: muchos de los dispositivos no contaban con teclado árabe.
Surgió así, de forma espontánea, un sistema nuevo de escritura, el arabizi o arabini, que consiste en escribir la lengua árabe que se habla en la calle con el alfabeto latino. Para todas aquellas letras árabes que no tienen su equivalente fonético en el alfabeto occidental comenzaron a utilizarse números y otros caracteres, en ocasiones por su simple semejanza gráfica a la letra árabe que se intenta expresar.

¿Tradición o modernización?
El arabizi se ha extendido rápidamente entre los jóvenes marroquíes, que lo utilizan habitualmente en sus comunicaciones informales. En muchas ocasiones son jóvenes magrebíes que han emigrado a Europa, y que conocen el dariya o árabe coloquial hablado por sus padres, pero no han estudiado o han olvidado su grafía. Y de esta manera, cada vez aumentan más los araboparlantes que escriben con el abecedario latino.
El uso del arabizi ha llegado hasta tal punto que expertos en filología árabe y profesores de universidad han lanzado la voz de alarma. Los jóvenes cada vez lo utilizan más, hasta tal punto de que se expresan mejor por escrito en arabizi que en árabe, lo que les lleva a tener que traducir cuando se enfrentan a alguna situación en la que es necesario escribir en el árabe fusha o árabe formal, como los exámenes. Los jóvenes, por su parte, se defienden bajo el argumento de que no quieren quedarse atrasados globalmente, ni tecnológicamente aislados por culpa de un alfabeto que solo pueden utilizar en los países árabes.

La belleza de la caligrafía árabe
Y mientras los maestros temen que el arabizi debilite el idioma y tienda a su desplazamiento en un futuro no muy lejano, los jóvenes siguen utilizándolo y la UNESCO habla de la belleza de una caligrafía que siempre ha servido como símbolo del mundo árabe-musulmán. “Las letras pueden estirarse y transformarse para crear diferentes patrones, y su fluidez ofrece infinitas posibilidades, incluso dentro de una misma palabra”, se señala en el comunicado que dió a conocer que la caligrafía árabe pasaba a formar parte de la Cultura Inmaterial de la Humanidad.
La delicadeza de la caligrafía árabe ha sido tal que ha trascendido las necesidades de comunicación y en su día dio el salto al arte, con artistas especializados a la hora de tallarla en mármol o en madera, grabarla en bronce o bordarla en textil. Y desde que se puso de moda en Occidente, no ha dejado de impregnarse en la piel a modo de tatuajes, en personas simplemente enamoradas de la estética y la armonía de los grafismos árabes.
En cualquier caso, no es la primera que vez que se escribe el árabe con caracteres que no le son propios. Quizá el ejemplo más cercano lo tengamos en el maltés, convertido hoy en una de las lenguas oficiales de la Unión Europea. Este idioma tiene su origen en una variedad del árabe magrebí que comenzó a escribirse con caracteres romanos a comienzos del siglo pasado.
Pero también podemos encontrar la historia a la inversa, si tenemos en cuenta que en Castilla y Aragón, durante los siglos XIV y XVI, se utilizaba el aljamiado, un español escrito con caracteres árabes.

El legado de los antepasados
No hay que olvidar que el árabe es un idioma con siglos de antigüedad. Los marroquíes lo consideran un legado de sus antepasados y recuerdan cuando los calígrafos utilizaban el cálamo como instrumento de escritura tradicional. Este pequeño utensilio estaba realizado con bambú o caña seca. La tinta se conseguía mezclando miel, azafrán y hollín, y el papel se hacía a mano con clara de huevo, almidón y alumbre.
Hoy en día, aunque cada vez son menos quienes saben escribir con soltura utilizando el cálamo, a la antigua usanza, crecen sin parar los defensores de su caligrafía. Y es que el idioma árabe sigue más vivo que nunca, aunque envuelto en el debate que enfrenta a quienes defienden el uso del árabe clásico y quienes se decantan por la normalización del dariya en las instituciones, así como quienes se escandalizan por el arabizi y quienes lo consideran una simple evolución del idioma.
El hecho de que la caligrafía árabe sea declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad probablemente contribuirá a impulsar una lengua que sabe encerrar toda la belleza de la escritura clásica en sus caracteres, transformándose en motivo de orgullo de una población de más de 300 millones de hablantes que utilizan una de las caligrafías más bonitas y armónicas del mundo. Y desde ahora, con la decisión de la UNESCO, patrimonio de todos.