Alfabeto árabe: orígenes, historia y curiosidades
A pesar de ello, dominar el alfabeto árabe, como tal, no es lo más complicado en el proceso de aprender el idioma. En menos de una semana, con empeño y dedicación, podemos aprender esos signos que tan extraños nos parecen. Será el primer e imprescindible paso si queremos manejarnos en árabe.

Principales características
El alfabeto árabe tiene 28 letras, una más que el alfabeto español. De ellas 18 son similares, lo que facilita su aprendizaje. Este abecedario tiene la particularidad de que no posee letras mudas. Salvo excepciones, a cada grafema le corresponde un fonema. Esto lo hace diferente del idioma chino, por ejemplo, en el que cada signo equivale a una palabra, o el amhárico, en el que los signos se asocian a sílabas.
Uno de sus principales rasgos diferenciadores es que el árabe se escribe de derecha a izquierda, algo que resulta muy chocante cuando se comienza a aprender el idioma. Además, el alfabeto no posee vocales, porque, aunque el árabe como lengua tiene tres vocales cortas (a, i, u) y tres largas (las mismas, aunque más prolongadas), en el abecedario solo se incluyen las largas que, además, pueden actuar como consonantes.

Las vocales cortas son representadas por unas líneas dibujadas encima o debajo de la letra, y las dobles están representadas por un símbolo similar a una “w” encima de la letra, en una práctica conocida como “tashkil” que comenzó a ser utilizada en la expansión islámica para asegurarse la correcta transmisión del Corán entre musulmanes no árabes. Hoy día, las líneas que representan las vocales solo se ven en los libros infantiles o en los manuales para aprender el idioma. O excepcionalmente cuando una palabra es tan ambigua que no se puede deducir por el contexto.
Además, hay que tener en cuenta que los signos tienen puntos diacríticos. Dependiendo de cuántos y dónde estén colocados estaremos hablando de un sonido u otro. Por último, las letras pueden tener cuatro posiciones, lo que hace que se escriban de manera diferente si van colocadas al principio de la palabra, al final, en el medio o sueltas. Esto constituye una de las principales dificultades a la hora de aprender el idioma.
Alfabeto árabe y latino
Se dice que el abecedario árabe y el español son primos lejanos. Ambos provienen del alfabeto fenicio, creado por este pueblo en Siria, hace 3.000 años. Su rápida extensión hizo que la mayoría de los alfabetos que se utilizan hoy en el mundo provengan de él.
Una rama del alfabeto fenicio evolucionó hasta formar el alfabeto griego, que después fue la base del alfabeto latino, utilizado hoy en día por casi todos los idiomas europeos. Sin embargo, otra rama del alfabeto fenicio dio lugar al arameo, que derivaría en el alfabeto árabe. Por tanto, ambos abecedarios comparten algunos orígenes y, por tanto, ciertas similitudes, como el hecho de que cada grafismo se corresponda con un sonido.

Orígenes de la escritura árabe
La escritura árabe nació en el siglo XV y recibe el nombre de nasji. Se diferencia así de la primitiva, llamada cúfina y con una forma más redondeada. A simple vista podemos observar que es una escritura cursiva y ligada. Solo hay seis letras que no pueden conectarse con la siguiente, aunque sí lo pueden hacer con la anterior, lo que obliga a dejar una pequeña separación.
Además, el árabe no tiene mayúsculas, lo que a veces resulta complicado, ya que los nombres propios pueden confundirse con palabras comunes. Las divisiones al final del renglón no están permitidas, pero para cuadrar el texto se permite alargar la unión entre letras tanto como se quiera.
Este alfabeto se utiliza para escribir todos los idiomas árabes excepto el maltés, que utiliza la grafía latina. Otros idiomas que utilizan el alfabeto árabe son el persa, el urdu, el pastún, el jurdu y el uigur, la lengua oficial de la región china de Xinjiang.
El alfabeto árabe también fue utilizado por los turcos hasta la década de 1920, momento en el que dejó de usarse y pasó en exclusiva al ámbito religioso. En ese momento, diferentes académicos árabes también se plantearon pasar al alfabeto latino, bajo el argumento de que dificultaba la alfabetización. “Otros pueblos leen para comprender y nosotros debemos comprender para poder leer”, apuntaban quienes defendían dar el salto al alfabeto latino. Tras un intenso debate, la propuesta quedó desestimada.

La caligrafía árabe
Calígrafos como Abu Ali Muhammad Ibn Muqla impulsaron la caligrafía árabe y sus reglas de proporción. El instrumento tradicional para la escritura árabe es el cálamo, que hoy en día se sigue usando para escribir de forma artística.
El cálamo es una caña con un corte en un extremo, que permite alternar los trazos gruesos y finos propios de la caligrafía árabe. En Al-Andalus se utilizaba el cálamo terminado en punta, a modo de las plumas europeas, pero esta fórmula no permite realizar la variedad de trazos para hacer una escritura perfecta.
Como curiosidad, en China, por ejemplo, nunca se ha utilizado mayoritariamente el cálamo, sino el pincel de la propia caligrafía china, lo que da a los trazos un carácter oriental muy peculiar.

Alfabeto y religión
El abecedario árabe está íntimamente unido a la religión. El Corán está escrito utilizando este alfabeto. Como el Islam prohíbe las representaciones figurativas, la caligrafía se ha convertido en un elemento muy importante en las mezquitas, lugares sagrados y palacios, donde aparecen escritos los nombres de Alá y Mahoma, y también frases extraídas del Corán.
En las sociedades islámicas medievales, las personas más cultas dominaban diferentes estilos caligráficos. Sin embargo, el Corán era transmitido principalmente de forma oral y muchos estudiosos lo aprendían de memoria, mientras que la escritura solo era utilizada para anotaciones mnemotécnicas, comerciales o epitafios.
Posteriormente, con la formación del estado islámico en Arabia, surgió la necesidad de fijar el texto del Corán para facilitar su transmisión. Y paralelamente, se despertó un gran interés en representar por escrito el pensamiento de la época, lo que dio lugar a la escritura de numerosos libros. Este inusitado interés vino también provocado al considerar que la primera palabra que fue revelada por Dios a Mahoma fue el imperativo “lee”: “¡Lee, en nombre de tu Señor, que ha creado, ha creado al hombre de un coágulo de sangre!”.

Cómo memorizar las letras árabes
El idioma árabe tiene más de 300 millones de hablantes y el número no deja de crecer. Son muchas las personas que, atraídas por el exotismo del lenguaje, o con la vista puesta en el entorno laboral o los viajes, comienzan a aprender la lengua, empezando por su alfabeto.
Existen teclados árabes que permiten escribir de derecha a izquierda en el ordenador. Y sin necesidad de ello, escribir árabe es tan fácil hoy en día como utilizar un traductor. Sin embargo, la mejor fórmula para escribir el árabe es dominar el idioma. Para ello, hay que empezar aprendiendo la fonética de los signos, lo que nos permitirá memorizar adecuadamente el alfabeto.
Una excelente técnica es leer los signos árabes en voz alta para percibir una especie de melodía que es la que facilitará el aprendizaje memorístico. Trabajar el oído escuchando a personas nativas hablando en árabe es fundamental para saber pronunciar correctamente, colocando la lengua en los lugares adecuados. Una vez esté dominada esta parte, pasaremos a trabajar el trazado, practicando una y otra vez. Lo principal es la constancia y hacer repeticiones espaciadas en el tiempo.
Asimismo, al principio del proceso de aprendizaje hay que huir de la transcripción. Es preferible utilizar más tiempo para leer una palabra, ya que este proceso permite al cerebro acostumbrase a unas letras completamente distintas a las que estamos acostumbrados a utilizar. De igual manera, se recomienda prescindir de las vocales cuanto antes, ya que los textos que vamos a leer en un contacto real con el idioma no van a ir vocalizados. Para avanzar en el aprendizaje solo hay que seguir un solo truco: leer y escribir constantemente.
El alfabeto árabe es muy distinto al latino aunque posee una raíz común. Con una apasionante historia que le ha llevado a convertirse en el segundo más utilizado del mundo, sus peculiaridades le hacen único. Y a pesar de ser tan diferente y exótico, si te propones dominar el idioma, terminarás aprendiéndolo en menos tiempo del que imaginas.