Ahmed Ben Yessef, el pintor dividido entre Tetuán y Sevilla
Ahmed Ben Yessef es, probablemente, el pintor más cotizado de Marruecos. Con un estilo que no se puede encajar en ninguna escuela y unas ansias de libertad que han caracterizado a su obra desde sus inicios, el artista es la prueba de que una persona se puede sentir de dos lugares al mismo tiempo. En su caso, el corazón siempre ha estado dividido entre Tetuán y Sevilla.
Ahmed Ben Yessef nació en 1945 en Tetuán. A los 17 años decide abandonar sus estudios, para disgusto de sus padres, y probar suerte en la Escuela Superior de Bellas Artes de Tetuán. Solo cinco años más tarde abandonaría la ciudad marroquí, pues se le concede una beca para ampliar sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, en Sevilla.
Durante su formación alternó cursos de grabados con premios de pintura, dibujo y paisaje, convirtiéndole en una gran promesa de la pintura marroquí. Los expertos decían de él que su obra se inspiraba en la mágica luz de Tetuán y la sombra de sus callejones. Y sin embargo, su pasión por todos los géneros hacía imposible identificar al pintor con una escuela o estilo concreto. Para Ahmed Ben Yessef, los artistas tenían que encontrar en la pintura su libertad creativa.

Amor por Sevilla
Vivir en Sevilla siempre había sido un sueño por realizar para el pintor. Ya de niño, cuando jugaba al fútbol en las categorías inferiores del Atlético Tetuán, sus compañeros se declaraban fieles seguidores del Real Madrid o el Barcelona, mientras que él se confesaba sevillista. De hecho, el dinero que ganó vendiendo su primer cuadro lo invirtió en hacerse socio del Sevilla, tal y como desvelaría años más tarde.
En Sevilla, aunque sin olvidar nunca sus raíces marroquíes, Ben Yessef encontró su hogar. Los comienzos, una vez agotada la beca, fueron duros. Tras vivir en la calle José Luis de Casso, junto al estadio Ramón Sánchez-Pizjuán, llegó a dormir en los Jardines de Cristina cuando se le terminaron los ahorros y posteriormente se instaló en una pensión de Pino Montano. Cuando años más tarde le preguntaban si había sacado partido de esa situación para inspirarse, el artista contestaba que no hay nada bohemio en vivir sin tener un techo.
En Sevilla también encontró el amor. Casado con Ana Velázquez, profesora de Historia y Geografía, Ahmed Ben Yessef comenzó a destacar hasta convertirse en uno de los pintores marroquíes más reconocidos. El auténtico impulso de su carrera le llegó cuando, en 1984, un lienzo de cuatro por tres metros inspirándose en Al Massira se acuña en una moneda y más tarde es reproducida en un billete marroquí de curso legal con motivo del 25 aniversario de la subida al trono del rey Hassan II.
Trayectoria profesional
A lo largo de su trayectoria profesional, Ahmed Ben Yessef ha recibido diferentes premios nacionales e internacionales. Hoy, sus obras se encuentran en colecciones particulares, instituciones y museos de medio mundo, y se le considera el artista más cotizado del mundo árabe.
Además de cuadros, ha realizado grabados, carteles conmemorativos para diferentes instituciones y portadas para decenas de libros, como la obra Tetuán, ciudad de todos los misterios, de Aziza Bennani. Artista polifacético, Ben Yessef también ha colaborado con diferentes medios de comunicación, como el Correo de Andalucía, donde escribía artículos.
Sus cuadros han sido expuestos en países tan dispares como Suiza, Canadá, Egipto, Perú, Singapur, Francia, EE.UU, Portugal y cómo no, España y Marruecos, sus países de referencia. Personalidades como Juan de Borbón, conde de Barcelona, o el rey Hassan II han tenido cuadros del pintor en sus residencias privadas.

Sus obras han sido subastadas más de un centenar de veces, principalmente en España. La última, la pintura titulada La sábana del tiempo, se vendió el año pasado. Y aunque Ahmed Ben Yessef ha vuelto en incontables ocasiones a Tetuán, Fez, Casablanca o Rabat, siempre ha regresado a Andalucía. “Sin Sevilla yo no puedo vivir”, comentaba a quien quisiera escuchar. Aquí nacieron sus cinco hijos, Marian, Noor, Fátima, Asmina y Omar, y es donde sigue acudiendo a la Maestranza, tras encontrar en la tauromaquia otra de sus pasiones.
“Cuando me preguntan si me siento sevillano o marroquí yo siempre contesto que andaluz completo con sangre morisca”, apuntaba el artista en una entrevista, haciendo alusión a que se puede peregrinar a la Meca, acudir a la mezquita, poner el Belén y cenar en Nochebuena. “No me canso de las cosas bellas. Yo me apunto a todo lo bueno porque las culturas no se enfrentan, se enlazan”, señalaba.
Un estilo universal
Imposible de clasificar en géneros o escuelas, Ben Yessef siempre defendió que los artistas nacen siéndolo. Muchos lo definen como pintor místico o artista figurativo, pero para él solo hay un lenguaje: la pasión por cada cuadro, cualquiera que sea su fuente de inspiración. “Sentí la pintura en el mismo momento en que sentí la vida. No he hecho otra cosa en mi vida que pintar”, señalaba.
Admirador de Goya, Rembrandt y, sobre todo de Velázquez, Ben Yessef se ha inspirado en valores como la justicia, la igualdad, la libertad, la paz y la mujer a lo largo de su trayectoria. Y también en el fútbol, convencido de que el artista tiene que ser un notario de la realidad que le rodea.
Uno de los encargos más especiales para el pintor fue el mural conmemorativo del Centenario del Sevilla F.C. Un espectacular y colosal mosaico pintado a mano de 20 x 18 metros, con un altorrelieve en arcilla, que sería colocado en una de las fachadas del estadio en 2005.
Ese mismo año la Fundación NO&DO, perteneciente al Ayuntamiento de Sevilla, también le encargaría la escultura de una paloma triangular fundida en bronce, en alusión a la interculturalidad entre los pueblos. Nadie mejor que el artista para poder representarlo.

El arte en Marruecos
Ahmed Ben Yessef ha luchado contra el cliché de que no se puede ser pintor figurativo en Marruecos, aclarando que, aunque la figuración está prohibida en el Islam, solo rechaza la representación de imágenes en referencia a Dios, pero no en busca de la belleza estética. Lo prueba el hecho de que su obra sea la más vendida en Marruecos.
En este sentido, el pintor siempre ha defendido que la calidad de la pintura en Marruecos no tenía nada que envidiar a la de otros países, con un amplio abanico de tendencias, entre las que domina la abstracción y el colorido, probablemente como influencia de la luz y las tonalidades que envuelven el país, que enamoraron a numerosos pintores, como Matisse, a lo largo de la historia.
Ben Yessef apuntaba que, ante la ausencia de mecenas, el arte debería ser sustentado por el Estado. “Nunca pensé que mi arte pudiera estar plasmado en los billetes. Yo lo que siempre he querido ha sido pintar y vivir de la pintura, sin ser jefe ni empleado de nadie”, apuntaba el artista, condecorado por Hassan II en Rabat y por Mohamed VI en España.
El artista Ahmed Ben Yessef, el más reconocido de los pintores marroquíes de todos los tiempos, es el claro ejemplo de que se puede vivir con dos corazones. Uno, ligado para siempre a Tetuán, el lugar que le vio nacer. El otro, presente en Sevilla, la ciudad que le acogió y donde desarrolló gran parte de su carrera. Español de Tetuán o marroquí sevillano, cuando el talento gana la partida, la nacionalidad no es un aspecto relevante.
Foto de portada: Abdellatif Bouziane (1/7/2016)