El aeropuerto de Marrakech, entre los más bonitos del mundo
El aeropuerto constituye la primera impresión que tenemos de un país y el último recuerdo que nos llevamos de él. Conscientes de ello, los estudios de arquitectura se vuelcan en conseguir proyectos arquitectónicos espectaculares, lo que da como resultados aeropuertos que son un auténtico prodigio de la arquitectura civil. El aeropuerto de Marrakech-Menara es uno de ellos.
Con su nueva terminal, encargada al arquitecto marroquí Abdou Lahlou, y diseñada por el Estudio de Arquitectura E2A, el aeropuerto de Marrakech se enmarca en la nueva arquitectura árabe para conseguir todo un espectáculo de luces y sombras a través de una ornamentación geométrica, que muestra orgullosa los adornos arabescos propios de la tradición árabe en un marco futurista.

Entre la tradición y la modernidad
Este aeropuerto de Marrakech, situado a solo seis kilómetros del centro histórico, es un espacio que hace equilibrios entre la tradición y la modernidad, lo que le ha valido ser considerado como uno de los aeropuertos más bonitos del mundo. Así aparece en los primeros puestos de rankings como el de alianza aérea Skyteam o el de la revista americana Travel + Leisure, que le sitúa a la altura de bellísimos aeropuertos asiáticos como los de Doha, Singapur o Hong Kong.
El aeropuerto de Marrakech mide 183 metros de largo por 84 metros de ancho, con techos que llegan a superar los 15 metros de altura. La nueva terminal del aeropuerto, a medio camino entre el arte arquitectónico islámico tradicional y una exquisita modernidad inspirada en referencias aeronáuticas y espaciales, fue inaugurada en diciembre de 2016. Dispone de una superficie de 57.000 m2 y capacidad para acoger hasta 9 millones de pasajeros al año, lo que convierte a este aeropuerto en uno de los más transitados de Marruecos.

Lo primero que les llama la atención a los pasajeros es la robustez de su diseño, gracias a un omnipotente esqueleto de acero que, sin embargo, se vuelve liviano gracias a la presencia de la luz, omnipresente en cada rincón. El techo, con un voladizo de 24 metros, soporta un total de 72 pirámides geométricas enmarcadas en aluminio blanco, que filtran la luminosidad a través de sus cristales de alto rendimiento, adornados con elegantes arabescos.
Arte y tecnología se dan la mano
El enrejado romboidal que luce la estructura del aeropuerto es mucho más que un homenaje a la arquitectura islámica. El juego geométrico se realza con placas que imitan mosaicos con influencias modernistas. Es la forma más delicada de esconder células fotovoltaicas capaces de generar electricidad y elevar el aeropuerto al estándar de la sostenibilidad que se espera en unas instalaciones del siglo XXI, enfrentadas al avance del cambio climático.
La reinterpretación de la arquitectura tradicional en unas instalaciones de estas características siempre es una apuesta arriesgada, pero en el caso de la terminal del aeropuerto de Marrakech se ha convertido en todo un emblema de la ciudad.

En el interior, el pasajero, que tiene que hacer sus esperas apostado en los cómodos sillones decorados con las telas típicas del país, es testigo del juego de luces y sombras que van variando a lo largo del día, haciendo que la composición del espacio vaya cambiando constantemente. Un juego de siluetas que se refleja en el suelo de la terminal, recordando la arquitectura islámica de una forma armónica, como si estuvieras dentro de un gigantesco caleidoscopio.
En el aeropuerto de Marrakech, la arquitectura se pone al servicio del criterio estético y apuesta por la belleza, a la vez que enarbola el estandarte de la sostenibilidad. Y todo ello sin perder de vista el legado cultural de la ciudad que lo acoge, e invitando al viajero a una permanente conexión con el mundo exterior. Y es entonces cuando la arquitectura civil de un aeropuerto da un paso adelante, transformándolo en uno de los edificios modernos más bellos de la ciudad.