7 zocos de Marruecos: semejanzas, diferencias y estilo propio
La palabra zoco deriva de la palabra árabe suq, que significa mercado. En muchos pueblos marroquíes, los comerciantes llegan una vez a la semana e instalan sus puestos en explanadas situadas tradicionalmente a las afueras de las medinas, para irse posteriormente a otra población. Las grandes ciudades, en cambio, tienen zocos donde los puestos se combinan con las tiendas formando el entramado de estrechas calles que se convierten en un auténtico laberinto para los turistas.
El zoco es tan potente sensorialmente que uno puede pasarse horas curioseando en sus diferentes zonas. La parte de los oficios, como la relacionada con tintoreros, alfareros o trabajos de metal, siempre se sitúa algo más alejada de la medina, por ser la más ruidosa. La de las joyas o materiales preciosos, como las sedas, más céntrica, protegida como un auténtico tesoro.
Zocos más grandes o pequeños, bajo un improvisado techo de palma o cañizo, a la sombra de los muros de la medina o al lado del mar, más o menos turísticos… todos tienen su encanto. Y aunque son parecidos en su esencia, hay ciertos detalles que les diferencian entre sí, lo que nos permite elegir cuál es el que queremos visitar porque se ajusta más a nuestras expectativas.
Zocos de Marrakech y Fez
Marrakech y Fez tienen en común que disponen de impresionantes medinas, con estrechas y laberínticas calles que nos permiten perdernos a medida que curioseamos. El zoco de Fez tiene zonas muy bien diferenciadas, donde encontrar desde animales vivos a alfombras, pasando telas, joyas o platería. Lo mejor es ir por la mañana y recorrerlo sin prisas, con la sorpresa asegurada a cada paso.

Destaca la parte donde se venden productos cosméticos y de medicina natural, y la henna utilizada por las mujeres marroquíes para adornar sus manos y pies. El zoco también es un paraíso para quien quiera comprar objetos de madera, decoración en cobre y latón, equipamientos tradicionales para mulas, caballos y burros, o velas, todo distribuido en los más de 7.000 callejones llenos de vida que conforman este zoco.
En el zoco de Marrakech, sin embargo, los límites de las diferentes áreas son más difusos, aunque todavía se puede encontrar una zona de lámparas, de frutos secos y comida, alfombras bereberes o especias. Al entrar en el zoco encontramos dos calles principales, la Rue Mouassine y la Rue Semarine, el punto de partida para descubrir más de 2.600 artesanos, entre los que destacan los que trabajan el cuero. A pesar de sus dimensiones, ya que es considerado el más grande del país, resulta cómodo y seguro para moverse libremente dentro de la medina. Con más de ocho siglos de historia, cada oficio tiene su propia jerarquía, con maestros y aprendices, y sus propias normas.

Para hacer preciosas fotos conviene acercarse hacia la zona de los tintoreros, con la lana tintada secándose al sol, o el área de Criée Berbère, unas calles de luz tenue, bajo techado, donde antiguamente los vendedores de esclavos árabes comerciaban con los esclavos subsaharianos.
Zocos de Rabat y Chaouen
Si buscas un zoco donde no encontrarte apenas con turistas, tienes que dirigirte a Rabat. La mayoría de las tiendas no se dedican a la venta de souvenirs, sino a los productos que necesitan los habitantes de la ciudad en su día a día, desde alimentación a ropa.

Para muchos, el zoco de Rabat es el que mejor ha sabido mantener su esencia. Algunas calles se encuentran cubiertas y en algunos rincones el verdadero lujo consiste en tomar un zumo de naranja recién exprimido, con el sencillo placer de ver pasar a la gente en su trajín diario.

En la ciudad azul, en cambio, es justo lo contrario. El zoco de Chaouen, enfrascado entre calles pintadas de azul y enfocado a los souvenirs, es el lugar perfecto para hacer esa compra que tienes pendiente, lo que te llevarás de recuerdo de tu paso por Marruecos. Si es artesanía, mucho mejor, ya que en este zoco la encontrarás sorprendentemente barata con respecto al resto del país. Eso sí, tendrás que regatear para llevarte el objeto del que te has encaprichado.
Ropa, complementos perfumes, especias… En este zoco, que se monta a la entrada de la ciudad la actividad comienza desde bien temprano. No tienes excusa para no visitar sus callejuelas en busca de una ganga.
Zocos de Rissani, Tetuán y Essaouira
Rissani, situada al este de Marruecos, es una ciudad poco turística. ¿Quieres vivir un zoco al más puro estilo tradicional? ¡Esta es tu oportunidad de ver a los nómadas que acuden hasta aquí para vender sus mercancías!

Verás llegar hasta este zoco lugareños que se desplazan en bicicleta o en burro, bajo un aire seco que es el preludio del desierto del Sáhara. Sin apenas turistas, podrás comprar impresionantes dátiles de la zona o ver cómo los burros permanecen amarrados en el apeadero, en una explanada próxima. Un mercado de animales, una zona de madera y de metal, y un bullicio incesante son las señas de identidad de un zoco diferente al resto.

Por su parte, Tetuán es un compendio de todos los anteriores. Visualmente similar al de Fez, el zoco de Tetuán tiene la capacidad de trasladarte a otra época, donde es posible comprar desde babuchas a especias, pasando por telas, alfombras, babuchas, verduras, joyas o dulces. Todo tiene su zona y todo se puede adquirir, tras regatear, a buenos precios. Aunque aquí el gran aliciente es simplemente pasear entre una sucesión de tiendas tradicionales.

El zoco de Essaouira tiene un aire bohemio. La artesanía se orienta al arte y puedes comprar una preciosa pieza de cerámica o un tapiz artesanal dentro de la fortificación amurallada y con la brisa de mar acariciándote la cara, lo que hace que este zoco sea diferente al resto. Después de las compras, nada mejor que dirigirte a un café con vistas privilegiadas o degustar platos de diseño.
Para pasear por un zoco es necesario poner a punto los sentidos. Considerados como un lugar de encuentro entre la población local, cada zoco tiene su propio estilo e idiosincrasia, que le hace diferente al resto. Y sin embargo, todos conservan esa magia que hace de cada mercado un lugar mágico, donde uno puede pasarse horas paseando sin atisbo de aburrimiento.