El Marrakech de Yves Saint Laurent: una conexión mágica
El modisto tenía 30 años cuando viajó a la perla roja del Magreb por primera vez, en 1966. Lo hizo con su pareja, Pierre Bergé. Llegaron a La Mamounia en febrero, huyendo del implacable frío parisino, pero sus expectativas les jugaron una mala pasada. Llovía a mares y así estuvo haciéndolo durante seis días seguidos. La pareja consideró la posibilidad de regresar a Francia pero justo al día siguiente Marrakech amaneció con un sol radiante y olor a jazmín. Un sol que se sobreponía a las nieves del Atlas y que cambiaría el destino de dos vidas y en parte el devenir de la moda de Yves Saint Laurent.
Las casas del modisto
En este primer viaje, y durante unos días, el modisto se rindió al encanto de la ciudad y quedó fascinado por sus colores. “En cada esquina de Marrakech encuentro grupos de hombres y mujeres rebosantes de vitalidad que visten caftanes rosas, azules, verdes y malvas. Me admira constatar que esta gente, que parece sacada de un boceto de Delacroix, es en realidad una improvisación de la vida”. Así se expresaba el modisto, según la biografía escrita por Laurence Benaïm.
Ya en el viaje de vuelta a París Sain Laurent decidió comprar Dar El Hanch (el hogar de la serpiente), un edificio situado en el interior de la Medina, cerca de la mezquita de Bab Doukkala. Este lugar que se convirtió en la base perfecta para explorar los alrededores de la Koutoubia y sus jardines, y la plaza de Jamaa el Fna, con sus acróbatas, bailarines, contadores de cuentos y encantadores de serpientes.
En 1974 Yves Saint Laurent vendió Dar El Hanch y se hizo con Dar Es Saada (el hogar de la felicidad), una casa situada en el distrito de Guéliz donde recibía visitas de personalidades como Andy Warhol, también enamorado de la ciudad. Seis años después llegaría la adquisición del Jardín Majorelle, por entonces amenazado por las especulaciones. Este espacio, concebido por el pintor Jacques Majorelle, englobaba un enorme jardín y un pequeño chalet, Villa Oasis, inspirado en las ideas de Le Corbusier. La reforma fue encargada al arquitecto Bill Willis, que pintó los rincones con el azul eléctrico que hoy caracteriza al espacio.

Influencia en la moda
Yves Saint Laurent volvía a Marrakech cada vez que se encontraba bajo de energía o quería aislarse del mundo. Su moda comenzó a cambiar con cada visita. Adoptó el naranja del azafrán y el violeta de las buganvillas, y supo adaptar la forma de vestir local a sus diseños. Reinterpretó algunas prendas africanas, diseñó abrigos caftán con plumas de colores y estampado de piel de leopardo, y reinventó la chaqueta sahariana, con el color de la arena marroquí y de las especias. La influencia llegó hasta tal punto que hoy se habla de diseños pre y post Marrakech. “Antes de conocer la ciudad en los diseños de Saint Laurent había técnica pero faltaban latidos”, confirman los expertos.
Yves Saint Laurent murió el 1 de junio de 2008 en su casa de París. Cinco días después se celebró el funeral en la iglesia de Saint-Roch y el 11 de junio Pierre Bergé depositó sus cenizas en el jardín de Villa Oasis. Justo al lado, en el jardín Majorelle, una columna recuerda al modisto y a la estrecha relación que le unía con la ciudad de sus sueños.
Un recorrido por la ciudad
Los nostálgicos que quieran vivir el Marrakech de Yves Saint Laurent pueden hacer una visita guiada por Marrakech o alojarse en La Mamounia, el primer contacto que el modisto tuvo con la ciudad. Una opción más barata consiste en tomar un café en su terraza, bajo los olores a jazmín, semillas de anís, menta y limón, o en la Galería Majorelle. Pasar una noche en el resort Four Seasons abre la puerta a la experiencia de visitar Villa Oasis y disfrutar de una comida inspirada en las creaciones del modisto francés.
Otra posibilidad es realizar un paseo en calesa por Marrakech o comer en dos restaurantes que lucen los interiorismos firmados por Bill Willis, el decorador preferido de Saint Laurent. Se trata de Dar Yocout, en la Medina, y La Trattoria, un italiano en el barrio de Gueliz. Hay mil posibilidades si decides hacer una escapada y recorrer Marrakech a tu gusto.
La conexión que sintió Yves Saint Laurent con Marrakech fue innegable. La ciudad se convirtió en un amor a primera vista, un impulso a su ímpetu creador. La vida y carrera del modisto se vieron influenciadas por esta ciudad llena de magia, colores e inspiración, hasta el punto de marcar algunos de los patrones más famosos de la historia de la moda mundial.