SFT, el santuario animal de Tánger empeñado en salvar vidas
SFT Animal Sanctuary tiene unas instalaciones modestas y un objetivo ambicioso: lograr que en Tánger se respete a los animales y se viva en armonía con ellos. Actualmente alberga a más de 400 perros, 120 gatos y 30 burros, ayuda a las familias más vulnerables a cuidar a sus animales enfermos y ejerce como mediador para encontrar hogares que acepten a los que están abandonados a su suerte en las calles de la ciudad.
Para Salima Kadaoui, fundadora de esta organización sin ánimo de lucro, cada vida cuenta y cada animal es único e irrepetible. Y como sabe que sin educación este mensaje es imposible que cale en la población, acude a centros escolares, institutos y universidades explicando que se puede convivir en paz con los animales, cuidándoles y no maltratándoles.
El sueño de Sally
Salima Kadaoui, hija de madre británica y padre marroquí, creció en Tánger, rodeada del amor de sus animales y viendo el sufrimiento de los que no habían tenido tanta suerte y se encontraban enfermos en las calles de su ciudad. Desde niña tenía un sueño: poder darles el amor y las atenciones que necesitaban.
Años después abandonó Marruecos, pero esta inquietud siempre permaneció en ella, hasta que decidió dar un paso adelante y regresar a su Tánger natal para fundar SFT, un santuario animal que no solo salva vidas, sino que intenta cambiar mentalidades.
En 2013, SFT (Le Sanctuaire de la Faune de Tánger) se puso en marcha y rescató 50 perros de las calles, en una ciudad en donde hay más de 30.000 abandonados a su suerte, de los más de tres millones de animales callejeros que tiene Marruecos.
Al poco tiempo se dio cuenta de que había que hacer algo más que acoger a los animales que llegaban hasta el refugio. Había que transformar mentalidades, y para ello nada mejor que acudir a los niños y sembrar esa semillita de amor por los animales, con la esperanza de que años más tarde comenzaran a verse los resultados. La respuesta de los pequeños, según afirma Sally, siempre es positiva y esperanzadora. Enseguida comprenden la necesidad de empatizar con los animales y de tratarles con el respeto que merecen.
Hoy en día el santuario, que comenzó en unas pequeñas instalaciones de Tánger, ha tenido que mudarse a 23 kilómetros de la ciudad para poder tener más espacio y así poder albergar a más animales. Sin embargo, la asociación no cuenta con ayudas gubernamentales, y depende por completo de las donaciones y del trabajo de voluntarios para poder seguir cumpliendo con su labor.

Un reducto de amor
En las instalaciones de SFT los animales encuentran cuidados y consuelo. Se sigue una estricta política de no matar a ningún animal que pueda tener una vida digna, y es por ello que en el santuario se pueden ver 15 perros discapacitados que se deslizan ayudados de artilugios con ruedas, gatos con alguna de extremidades amputadas y otros que requieren de tratamientos médicos de por vida pero que viven felices.
Además del cuidado de los animales abandonados, la labor de SFT incluye también ayudar a las familias más vulnerables que tienen a un animal enfermo para que puedan cubrir los gastos del veterinario. Y si alguien no puede seguir con su animal de compañía, tratan de hacer todo lo posible por encontrar un hogar sustitutivo, incluso fuera de Marruecos, que le llene de atenciones, para que no termine en la calle.
Además, la tenacidad de Sally ha hecho posible que las autoridades locales colaboren en el proyecto Hayat, que significa “vida”. Teniendo en cuenta que cada año mueren animales callejeros en Marruecos por el miedo de los humanos a la rabia, los voluntarios trabajan en identificar a los animales callejeros, tratarlos médicamente, esterilizarlos, vacunarlos y distinguirlos con una etiqueta amarilla para que la población sepa que ese animal no constituye ningún peligro para la comunidad. Ya lo han logrado con aproximadamente 1.500 perros y 600 gatos. Un hito muy importante, ya que se calcula que, en seis años, una hembra no esterilizada puede tener hasta 60.000 descendendientes.
El sueño de Sally es aún más ambicioso: quiere que Tánger se convierta en la primera ciudad libre de rabia de África, y para ello trabaja día a día, con la firme convicción de que es posible lograrlo.

Formas de ayudar
En el santuario animal de SFT no hay electricidad, y apenas llega el agua corriente, pero hay algo que sobra por todos los rincones: amor. Voluntarios como Moaad o Mohammed acuden día tras día para cuidar de los animales y el veterinario, el Dr. Lahrech, hace lo imposible por curar al que lo necesita. Y sin embargo, no es suficiente.
La situación fue especialmente crítica durante la pandemia, ya que los animales que habitualmente comen de las sobras diarias de los restaurantes se vieron sin la posibilidad de alimentarse, lo que hizo enfermar a muchos de ellos.
Dado que la organización depende de las donaciones, no se cansan de repetir que cualquier pequeña aportación cuenta. Pero hay muchas formas de ayudar. La mejor, sin duda, es aportar algo de dinero puntual o periódicamente para hacer frente a los gastos. Existe la posibilidad de apadrinar a un animal en concreto y el donante recibe información cada cuatro meses acerca del estado de salud del animal que tiene apadrinado.
Además, la organización también busca voluntarios que den a conocer la labor de la institución en redes sociales o que recolecten artículos para animales, y también se dirige a las empresas para que se conviertan en patrocinadores, aludiendo a que pueden contribuir con ello a mejorar su imagen de marca.
Si se decide aportar material, se necesitan, principalmente, productos sanitarios, algunos de los cuales no se pueden conseguir en Marruecos. Este es el motivo por el que SFT recibe donaciones periódicas de personas que viven en toda Europa, EE.UU o Canadá.
La última opción para ayudar es acudir como voluntario a la asociación, si bien SFT advierte que es “muy poco glamuroso”, ya que supone estar sucio el 99% del tiempo, además de hacer labores de limpieza y cambiar la comodidad de una cama por la posibilidad de dormir acompañado de gatos.
Reconocimiento internacional
La labor titánica de SFT a veces es descorazonadora, porque continuamente surgen animales a los que ayudar. Y sin embargo, siempre hay empujones anímicos que les permiten continuar, como el reconocimiento internacional a su labor.
En ocasiones Sally es invitada a dar charlas en Europa, como la que dio en Madrid en 2017 tras la invitación de un grupo político animalista holandés. Y en 2018, 2019 y 2020, la organización fue galardonada por la Alianza Global para el Control de la Rabia por su lucha contra esta enfermedad.
SFT no puede acoger a todos los animales que tienen problemas, pero su filosofía se resume en nunca dejar abandonado a un animal que lo necesita. Es por ello que ofrece asesoramiento sobre lo que hacer si una persona encuentra a un animal herido, si su perro o gato ha tenido una camada no deseada o si una familia ya no puede ocuparse de su mascota. Porque, como dice Sally, su fundadora, “cada vida cuenta”.
SFT Animal Sanctuary de Tánger, a través de Sally, está convencida de que humanos y animales pueden vivir en armonía, y es lo que intenta transmitir a las nuevas generaciones mientras ayuda a los animales que lo necesitan a curar sus heridas. Las del cuerpo… y las del alma.