Postales de Marruecos en invierno: nieve y paisajes bucólicos
Son muchas las personas que prefieren esta postal más desconocida de Marruecos, más alejada de los turistas y más cercana a la naturaleza. Hay quien acude al país para esquiar o practicar otros deportes de invierno, y quien aprovecha esta época del año para hacer trekking o visitar los pueblos del Atlas, mucho más solitarios en esta época. Y aunque el clima entre noviembre y enero sea el más frío y lluvioso del año, la posibilidad de adentrarnos en uno de los Marruecos más auténticos borra cualquier duda sobre disfrutarlo en esta fecha.

La mágica cordillera del Atlas
El invierno marroquí va inevitablemente unido a la cordillera del Atlas, que recorre el noroeste de África a lo largo de 2.400 kilómetros, dividiéndose a su paso por Marruecos en el Atlas Medio, con el Jbel Bou Naceur como cota máxima con 3.356 metros; el Alto Atlas, con los 4.167 metros del Toubkal; y el Pequeño Atlas o Anti-Atlas., con el Amalun`Mansur como punto más elevado, con 2.712 metros.
Desde Marrakech se observa la cordillera con sus cumbres nevadas y parece un decorado que alguien ha pintado para enmarcar la ciudad. Por su cercanía, son muchas las personas que aprovechan el viaje para visitar esta ciudad y después parten hasta el Atlas para hacer actividades al aire libre.

Asni e Imlil
Para acercarse al Atlas hay que dirigirse hacia el sur, por la carretera de Taroudant, hasta llegar a Asni, donde aún es posible ver cómo la población local practica el trueque los sábados, día de mercado. Continuando la ruta hacia Ouirgane, las impresionantes gargantas que nos encontraremos por el camino nos conducirán hasta Imlil, un precioso pueblo de montaña situado a 1.800 de altura.
La vida en Imlil es dura y tranquila. Con la llegada del invierno no es difícil que la nieve inunde la aldea, haciendo honor a su nombre, que significa “Lugar blanco”. Nos encontramos en territorio bereber, con las casas suspendidas en las faldas de la montaña. Todos sus habitantes mantienen un fuerte compromiso con la comunidad: las mujeres recorren el pueblo cargando leña a sus espaldas, los hombres cuidan de las escasas cabezas de ganado que cada familia posee y los niños juegan en las calles, ajenos al frío.
En Imlil se respira un ambiente montañero. Desde aquí parten las rutas para adentrarse en el corazón de la cordillera y la población local, consciente de lo que supone para su economía el turismo de naturaleza, ofrece sus mulas para portar las pesadas mochilas, o proponen a los montañeros unirse a la expedición como guía o cocinero. Nadie como ellos conoce mejor los secretos de estas montañas.

El magnetismo del Toubkal
El Toubkal es uno de los grandes atractivos del invierno marroquí. Situado en la parte occidental del Atlas, hace tan solo cien años que fue escalado por primera vez de forma oficial. Su nombre se puede traducir como “Tierra que se eleva por encima de las demás” y su ascenso no tiene dificultad técnica, aunque en invierno requiere de experiencia y contar con el material apropiado. Nunca hay que subestimar una montaña, y especialmente una que sobrepasa los 4.000 metros.
Para llegar a la cima muchas personas hacen uso de uno de los dos refugios, situados a 3.200 metros de altitud, y a mitad de camino aproximadamente entre la zona donde comienza la ascensión y la cumbre. Aunque la subida es fácil, las duras condiciones en invierno hacen que muchas personas se decanten por hacer un trekking por la zona sin necesidad de coronar su cumbre.
Una oportunidad para esquiadores
Los amantes del esquí prefieren, sin embargo, visitar Oukaïmeden, a 78 kilómetros al sur de Marrakech. Esta estación, situada a 3.232 metros y al borde de la montaña Jebel Attar, dispone de telesilla y telesquíes, con pistas de todos los niveles, incluidas 8 rojas y dos negras. Allí se puede practicar esquí y snowboard, o bien optar por hacer un trekking por la zona, acompañado por un improvisado guía local que pondrá su burro a tu disposición para que no tengas que cargar con nada.
Otra opción para los amantes de la nieve es dirigirse a Michlifen, en el Medio Atlas, al lado de Ifrane. Esta estación, conocida como “la Suiza marroquí”, tiene cinco pistas orientadas a principiantes y esquiadores medios. La zona, situada a 65 kilómetros al sur de Fez y Meknes, es famosa por sus pendientes escarpadas, siempre cubiertas por la nieve en esta época del año.
El paisaje nevado del Rif
La región montañosa del Rif, que se extiende desde Tánger hasta Nador, en el norte del país, es también un paisaje típico del invierno, con sus cumbres nevadas y sus bosques de cedros y robles. Un lugar ideal para hacer senderismo.
La mayoría de las rutas más transitadas por quienes gustan de los tranquilos y bucólicos paisajes invernales parten de Tánger o de Tetuán y cruzan parques naturales como el de Talasemtane, donde se puede ver el Puente de Dios, una erosión natural en la roca sobre el río Farda.
El ascenso a la montaña Yebel El Kelaa también es un clásico, y aunque puede resultar algo duro en invierno, la bajada de la montaña no conlleva dificultad. Para hacerlo en un día, sin embargo, hay que estar en buena forma. Las vistas nevadas del Rif desde su cima sin duda merecen el esfuerzo realizado.
El invierno en Marruecos es bucólico, por la nieve caída, y auténtico, al permitirte descubrir sus paisajes más agrestes en solitario. Una oportunidad única para practicar esquí o realizar actividades al aire libre, o para perderse en los pueblos del Atlas o del Rif, tanto si tenemos en mente coronar sus cumbres como si nos conformamos con un paseo en plena naturaleza.