Mohamed Mrabet: la novelesca vida del escritor, pintor y cuentacuentos de Tánger
Mohammed ben Chaib el Hajam, más conocido como Mohamed Mrabet, es uno de los artistas marroquíes más reconocidos internacionalmente. Su vida no ha sido fácil: nació en Tánger en 1936, en el seno de una familia muy humilde; en los callejones estrechos y los bulliciosos cafés de la ciudad pasó su infancia antes de convertirse en el escritor y pintor marroquí con alma de cuentacuentos más reconocido internacionalmente.
Amigo de Paul Bowles
Aunque su padre le apuntó a una escuela coránica a los tres años apenas llegó a aprender a leer y escribir. A los 11 años, huyendo de la violencia familiar, se echó a las calles e hizo de una barca del puerto su hogar. Durante años fue saltando de un oficio a otro: trabajó como caddie en el Royal Tangier Golf Club y posteriormente como pescador, boxeador y barman.
En los años 50 y 60 la ciudad internacional de Tánger no entendía de pasaportes. A ella comenzaron a llegar numerosos escritores, muchos de ellos pertenecientes a la llamada Generación Beat, entre ellos el narrador Truman Capote, el dramaturgo Tennessee Williams o el escritor Paul Bowles. Acudían a Marruecos en busca de exotismo e inspiración, y muchos de ellos pasaban sus horas muertas en los cafés locales en busca de buenas historias. Una escapada a Tánger aseguraba que, en cualquier esquina, alguien te diera la idea de una próxima novela. Imposible resistirse a la tentación.
Fue en este ambiente donde Mrabet entró en contacto con Bowles, que inmediatamente quedó fascinado por la habilidad del marroquí para contar historias. El escritor americano enseguida lo tuvo claro: todos esos fascinantes cuentos debían quedar plasmados en papel. Con una grabadora y un micrófono, Mrabet comenzó a relatar sus cuentos en dariya, la lengua dialectal local. Después, él mismo se los traducía en español a Bowles, quien se encargaba de adaptarlos al inglés, pasando noches enteras de transcripción con la única ayuda de una antigua máquina de escribir.
Historias, cuentos y relatos
Mrabet guardaba en su memoria cuentos escuchados de boca de los más mayores del lugar, magníficas historias recogidas en cafés, conversaciones con una pipa de kif en la mano o relatos sacados de la vida cotidiana, muchas veces de carácter autobiográfico. Tantas y tantas historias que dieron para 13 obras, algunas de las cuales se siguen traduciendo a diferentes idiomas actualmente.
El pasado mes de noviembre se presentó en España “El limón”, la novela que Mrabet escribió con Bowles en 1969 y que hoy, medio siglo más tarde, ve la luz traducida al español. El libro cuenta la historia de Abdeslam, un niño de Tánger que vive en las calles y lucha mantener su inocencia infantil en un mundo que no está hecho a la medida de sus pocos años.
Paralelamente a su producción literaria, Mrabet cogió los pinceles y, de manera autodidacta, comenzó una prolífica obra que ha sido muy bien valorada en círculos internacionales. Hoy son muchos los coleccionistas europeos que tratan de conseguir alguno de sus cuadros, a medio camino entre el surrealismo, las corrientes abstractas y un cierto recuerdo al lado más oscuro de Miró.
Un vecino más
Actualmente Mohamed Mrabet vive en Tánger, con su mujer, sus hijos y nietos. Recientemente ha sido bisabuelo. Sigue pintando y contando, a quien le interese escuchar y con un guiño burlón, que un día salvó a un pez de morir ahogado y, en agradecimiento, éste le contó historias que hoy son conocidas en multitud de países. Curiosamente, y aunque desde Europa le siguen reclamando esporádicamente para presentaciones de libros y exposiciones de arte, en Marruecos es un vecino más.
Muchas personas conocedoras de su obra deciden viajar a Tánger en busca de la ciudad en la que se forjaron las historias de sus libros y las que cuentan sus cuadros. El Tánger de Mrabet se mantiene en cada esquina, en cada café, en la boca de cualquiera que tenga un buen relato que merezca la pena ser escuchado.
La vida de Mohamed Mrabet parece sacada de uno de los relatos que en su día contó a Bowles. Sin él saberlo ese fue el comienzo de su carrera como escritor y pintor. El niño que vagaba sin rumbo por Tánger en busca de historias es hoy un artista que sigue teniendo mucho que contar.