Marruecos y camellos: una relación única en medio del desierto
Actualmente es difícil ver alguna de estas caravanas nómadas, como probablemente tampoco veamos camellos salvajes cuando vayamos a Marruecos. Sin embargo, este animal sigue siendo muy respetado por los tuaregs, que los utilizan para su transporte, por su riquísima leche y para la confección de alfombras hechas con su resistente pelo. Tal es su devoción por los dromedarios que aseguran que si te caes del animal, éste le pedirá a Ala que no te hagas daño.
El camello: un animal sorprendente
Aunque habitualmente llamamos camello a los animales que vemos en Marruecos, la acepción no es del todo correcta. El camello tiene dos jorobas, mientras que el dromedario, que es el animal que podemos ver en el desierto marroquí, solo tiene una. Por tanto, si viajamos al gran desierto lo que podremos observar será un camelus dromedarius, es decir, un dromedario que pertenece a la familia de los camellos.
El dromedario es un animal realmente sorprendente. Con sus aproximadamente dos metros de altura, sus largas pestañas y sus orejas peludas están preparadas para proteger ojos y oídos de la arena del desierto, y sus anchas pezuñas resultan perfectas para no hundirse en la arena. Además, pueden cerrar sus fosas nasales en medio de una tormenta de arena, para que no les afecte.
Su joroba es una reserva de grasa que les permite tener energías cuando pasan mucho tiempo sin ingerir agua o alimentos. Para defenderse del calor pueden aumentar su temperatura corporal, y son capaces de encontrar agua a 50 kilómetros de distancia. ¡Y cuando acceden a ella pueden beber hasta 200 litros de una sola vez!
Lugares donde encontrarás dromedarios en Marruecos
Pasear a lomos de un dromedario es una de las cosas que los viajeros siempre suelen tener en su lista de “cosas que hacer en Marruecos”. Dar un paseo en camello en Marrakech y atravesar el palmeral, o hacer una excursión a Merzouga son algunas de las opciones si no se dispones de mucho tiempo pero no quieres perderte la experiencia.
En cambio, si dispones de tiempo suficiente, lo ideal es pasar una noche en el desierto, pues no solo atravesarás las dunas a lomos de este animal, sino que también podrás descubrir el impresionante y ensordecedor silencio que reina en el desierto por la noche.

Cuidado de los camellos
En una sociedad cada vez más concienciada por el cuidado animal, cada vez más personas se muestran interesadas por los cuidados que reciben los dromedarios por parte de sus dueños marroquíes. Estos animales, también llamados “los caballos del desierto” han sido utilizados para transporte desde tiempos inmemoriales, por lo que soportar el peso de una persona no les supone ningún problema.
Los dromedarios utilizados en los paseos de las agencias comprometidas con el cuidado animal se encuentran perfectamente alimentados e hidratados. Por la mañana, el pastor les acompaña a pastar y, paralelamente, son alimentados con piensos especiales para su especie. Por la tarde/noche es cuando orientan su actividad al turismo, dando habitualmente un único paseo de una hora de duración.
El dromedario es un animal que, aunque pacífico, tiene un marcado carácter, por lo que no consentiría que se le obligara a hacer una actividad bajo maltrato. Si se les ata por la noche es para que no puedan emprender una huida despavorida si se asustan con un ruido inesperado. Y si observamos que en una fila de dromedarios hay uno más joven que va atado a los demás en último lugar, es que está siendo entrenado para aprender a andar en hilera, el modo más seguro de desplazamiento para estos animales en un terreno inhóspito como es el desierto.
Reconocer un caso de maltrato
En cualquier caso, y aunque no es común, si existiera un caso de maltrato a dromedarios podríamos reconocerlo fácilmente. Si el camello escupe o grita puede indicar que ha sufrido malas experiencias o dolor. Por eso, si vemos su boca cubierta por una tela a modo de bozal debemos sospechar que el animal siente la necesidad de defenderse en presencia de las personas. Asimismo, las llagas, heridas o úlceras pueden indicar que pasan todo el día atados, sin sus correspondientes paseos. Es importante también ver que los dromedarios se echan y levantan fácilmente. Por último, también es maltrato si vemos a un animal de menos de cuatro años y medio con carga, ya que su estructura ósea no está totalmente desarrollada.
Los tuaregs aman a los dromedarios. Los cuidan y protegen desde hace siglos, cuando las caravanas nómadas iban de un lugar a otro en la búsqueda de un futuro mejor. Montar en dromedario constituye una experiencia única para toda persona que visita Marruecos, ya sea dando un corto paseo o sintiéndose tuareg el tiempo que dura la excursión. Sentir la arena bajo tus pies y la inmensidad del cielo sobre tu cabeza es, sencillamente, inolvidable.