La Essaouira más hippie que enamoró a Jimi Hendrix y alimentó la leyenda
A pesar de que Jimi Hendrix solo estuvo unos días en Essaouira en una escala antes de continuar su camino hacia el festival de Woodstock, en el verano de 1969, su presencia aún continúa muy presente en esta población costera, que sigue respirando ese espíritu bohemio que la hace diferente a otras localidades marroquíes. Es quizá por ello que ha querido exprimir al máximo la figura de Jimi Hendrix, convirtiéndole en un reclamo para quienes acuden al lugar siguiendo los pasos del artista. Y todo ello aun sabiendo que muchas de las leyendas que circulan sobre la visita de Hendrix pertenecen más al imaginario colectivo que a la realidad.
Una ciudad de aires hippies
En los años 60, Essaouira comenzaba a recibir los primeros hippies, que acudían a esta ciudad de Marruecos con sus pantalones acampanados, sus largas melenas y sus guitarras. Era la época del “peace and love” y muchos de ellos terminaban fumando en la playa, viendo ponerse el sol a la sombra de las dunas de Diabet, una villa de pescadores a cinco kilómetros del centro de la ciudad.
Los más bohemios se sentían atraídos por esta zona costera marroquí, situada a 300 kilómetros de Marrakech. Por entonces no había mucho más que casas blancas salpicadas de tonalidades azules, la fuerza de los vientos alisios y las olas del Atlántico rompiendo con fuerza con las gaviotas como únicos testigos. Pero eso era justamente lo que buscaban: tranquilidad y nadie que les juzgara.
Y probablemente ese ambiente hizo que hizo que Jimi Hendrix eligiera Essaouira quedarse unos días en la zona tras aterrizar en Casablanca, en un vuelo procedente de París. Cuentan que le acompañaban dos amigos y una guitarra. Alquiló una limusina para salir del aeropuerto y dirigirse al Hotel des Iles, hoy convertido en el Riad Al Madina, que a partir de su visita quedó convertido en lugar de culto y punto de encuentro de bohemios y rockeros llegados de todos los lugares del mundo.
Surge la leyenda
Dicen que durante su estancia en el hotel, Hendrix se dedicó a tocar la guitarra, fumar y beber con sus amigos en la piscina, mientras escuchaba los hipnóticos ritmos de la música gnaoua, de origen subsahariano. Atrás quedaban unos meses turbulentos, donde las drogas, las amantes y las continuas peleas que protagonizaba el músico amenazaban con acabar con su carrera. Solo dos meses antes, el guitarrista había sido detenido en el aeropuerto de Toronto por ocultar una bolsa de heroína en su equipaje. Y aunque más tarde fue puesto en libertad sin cargos, su imagen había quedado dañada.
No está muy claro que el mito del rock visitara Diabat, pero allí todo el mundo lo da por hecho. Lo recuerdan en el Jimi Hendrix Cafe, que tienen al artista pintado en sus muros y colgado de fotografías que han perdido el color por el paso del tiempo, aunque en ninguna de ellas aparece retratado justo en ese lugar en el que, según afirman sus propietarios, se tomó un té.
Las anécdotas sobre Hendrix se cuentan por decenas. Hay quien dice que le vio llegar con sus amigos, con la guitarra a la espalda, camino de la playa. Otros recuerdan que tenía un collar con tres diamantes y una chaqueta vaquera. Algunos aseguran convencidos que llegó con la intención de comprar la población de Diabat y hay quien cree que se inspiró en la fortaleza de Dar Soltane para componer “Castle mad of sand”, cuando lo cierto es que el tema había sido publicado un par de años antes. Muchos de los que cuentan con más de 60 años afirman haberse sacado una foto con él. Imágenes que, curiosamente, todos perdieron con el paso del tiempo y que vienen a dar la razón a Caesar Glebbeek, biógrafo del guitarrista de Seattle, quien afirma que nunca llegó a visitar Diabat.
Espíritu bohemio
Lo que hiciera Hendrix en su visita a Essaouira en realidad da igual. Sirvió para alimentar la fama del lugar, que vio unido su destino irremediablemente al músico estadounidense, sin perder ese espíritu bohemio que ha sabido mantener hasta hoy en día. Sus numerosas galerías de arte, el ambiente surfero que se respira en la zona, las tiendas de antigüedades o el Festival de Música Gnaoua, que atrae a medio millón de visitantes de todo el mundo, son un reflejo de ese espíritu libre que define a Essaouira y la hace diferente al resto de Marruecos. Un ambiente hippie que la hermana con aquellos otros lugares convertidos en santuarios a inicios de los setenta, como Katmandú, Woodstock o la isla de Wight.
Jimi Hendrix murió tan solo un año después, a los 27 años, víctima de un cóctel de somníferos y alcohol. Tan joven que se convirtió instantáneamente en mito y transformó en leyenda todos los lugares por los que había pasado.
Tras la certeza de Jimi Hendrix estuvo unos días en Essaouira en el verano de 1969 se esconden un montón de leyendas que han contribuido a la hora de transformar la ciudad en un paraíso del ambiente hippie y el espíritu más bohemio. Una línea muy delgada separa la realidad y la fantasía. Y lo cierto es que hoy en día importa menos lo que realmente ocurrió que lo que dicen que tuvo lugar.