Id Mjahdi, la aldea de Essaouira reinventada gracias a la energía solar
Cuando pensamos en Marruecos, una de las imágenes que nos vienen a la cabeza es la de un gran desierto con calor abrasador. No hay duda de que el sol es una de las realidades de este país, que cuenta con 3.000 horas de luz solar al año. Un argumento más que sólido para instalar aquí la primera aldea de África, un continente eternamente asociado al astro rey.
Tras estudiar dónde podría instalarse el primer pueblo de Marruecos que funcionara con luz solar, la región de Essaouria fue la elegida. En esta zona, situada al sur, y uno de los destinos turísticos por excelencia del país, los días se extienden por más de catorce horas en los meses de julio y agosto. Aunque está situada a orillas del Atlántico, también es la antesala del gran desierto del Sáhara.
En Id Mjahdi, a las afueras de la ciudad de Essaouira, hasta hace escasamente dos años la población se alumbraba con velas a la caída del sol, lo que impedía estudiar adecuadamente a los niños. También habían dejado de ir a la escuela, porque tenían que recorrer varios kilómetros para ir a buscar agua a la fuente más cercana. Y para calentarse o cocinar se quemaba corteza de árbol, lo que no solo estaba causando un daño medioambiental, sino también consecuencias para la salud de la población.
Un impulso para la localidad de Essaouira
Todo cambió el día que se decidió que esta población fuera la primera de África en autoabastecerse por completo con energía eléctrica. La puesta en marcha del proyecto, organizado por las compañías locales de energía Cleanergy y Cluster Slaire, con la ayuda de la Agencia Marroquí para la Energía Sostenible, supuso un desembolso de 188.000 euros.
Se construyó una torre para almacenaje de agua y se instaló una pequeña central eléctrica con 32 paneles solares, que conseguían generar 8,32 kilovatios de electricidad para su distribución a través de una mini red a las 20 viviendas del pueblo. Desde entonces, el cambio de vida para los habitantes de Id Mjahdi ha sido radical.
Con la puesta en marcha del proyecto se entregó a cada familia una nevera, un televisor, un calentador de agua, un horno y una toma de corriente para cargar el teléfono móvil o dispositivos electrónicos. Las personas disponían de agua en sus hogares y cinco horas de electricidad tras la caída del sol, aprovechando el excedente de energía que se almacenaba cada día.
El aceite de argán de la zona
Poco después, y gracias a la electrificación, se construyeron los baños públicos o hammam locales, y se inauguró una escuela con dos aulas, un patio de recreo y una cancha de deportes, que acoge a niños de localidades vecinas. Mientras los pequeños aprenden a leer o escribir, sus madres reciben formación para trabajar en la recién creada cooperativa local de aceite de argán.
Ellas hacen aceite de argán con ingredientes directamente extraídos de los árboles de argán de la zona. Toda la producción es utilizada en productos cosméticos, que son vendidos en Francia, ya que la cadena de supermercados Intermarché y la empresa de jabones Le Petit Olivier, ambas francesas, también forman parte del proyecto. Y del dinero que llega a la comunidad local como propietaria de la producción del aceite, un porcentaje es destinado al mantenimiento de la central eléctrica, lo que hace que el pueblo sea autosuficiente.
La energía solar en Marruecos
La energía solar es una fuente de riqueza para Marruecos, especialmente tras la construcción del complejo Noor en Ouarzazate, una de las plantas de energía solar más grande del mundo, que ocupa una superficie superior a 3.500 campos de fútbol.
Solo esta instalación ahorra aproximadamente una emisión de 760.000 toneladas de carbono al año, y genera suficiente electricidad para alimentar a dos ciudades del tamaño de Marrakech. Según la Agencia Internacional de Energía Renovable, Marruecos, que está inmerso en una profunda transición ecológica, satisface el 35% de sus necesidades de electricidad a partir de energías renovables. Una cifra que espera aumentar al 52% en la próxima década.
Si se cumpliera este objetivo, Marruecos se posicionaría entre los primeros puestos del ranking de países que lideran la producción de recursos renovables. Además, se traduciría en la disminución en un 12% de la factura energética del país. O lo que es lo mismo, más de 7.600 millones de dólares que podrían ser destinados a otras funciones. Por el momento, Marruecos ocupa el puesto número 18 del índice Renewable Energy Country Attractiveness Index (RECAI) que calcula las posibilidades que tienen en cada país las energías renovables a corto plazo.
Fuente de riqueza en África
La energía solar podría ser una de las principales fuentes de energía de África, pero no existe una infraestructura sólida suficiente. Por ello, esta pequeña localidad de Essaouira podría servir de inspiración para que otras aldeas del continente africano pudieran implementar este modelo sostenible y poder electrificar así comunidades remotas. Se calcula que en Marruecos hay unos 800 pueblos que carecen de suministro eléctrico. Y según la compañía Cleanergy, “el modelo es replicable para cualquier aldea de hasta mil habitantes, en cualquier parte del mundo”.
Con proyectos como éste, además, se demuestra que África podría convertirse en una importante potencia solar para el planeta, cada vez más interesado en alejarse de los combustibles fósiles. No hay que olvidar que en este continente está situado el Sáhara, el desierto caluroso más grande del mundo. Para comprender su potencial, basta pensar que el sol suministra a la Tierra alrededor de 3 kilowatts por hora por metro cuadrado, lo que significa 20 veces más del consumo anual de toda la población del planeta. De ahí que la energía solar sea una mina aún sin explotar en África.
De momento, el pueblo de Id Mjahdi, a las afueras de Essaouira, ya puede presumir de ser la primera aldea de África que funciona completamente con energía solar. Su caso sirve de inspiración al mundo y consolida, aún más si cabe, las expectativas de Marruecos de convertirse en líder de la energía sostenible.