La Mamounia: el hotel de Marrakech para soñar despierto
La Mamounia es el hotel más mítico de la ciudad de Marrakech. Considerado como uno de los alojamientos más distinguidos de todo el mundo, alojarse en él es sucumbir a sus encantos. Sinónimo de lujo, exclusividad y buen gusto, sus estancias han seducido a los numerosos visitantes que durante sus casi cien años de historia lo han escogido como alojamiento.
Adentrarse en La Mamounia es dejar atrás el ambiente bullicioso de la medina de Marrakech y de la plaza de Jemaa El Fna para dejarse envolver por un oasis de calma y sosiego. Este hotel palacio muestra su ostentosidad sin complejos. Un lugar donde la tradición marroquí da la mano a la modernidad, superando las más altas expectativas del viajero.

Un jardín como regalo de boda
En el siglo XVIII, el lugar donde hoy se levanta La Mamounia era un jardín pegado a la muralla de Marrakech, construida en la época almorávide para defender la ciudad de posibles ataques enemigos. Los jardines pertenecían al sultán alauita Sidi Mohammed Ben Abdellah, quien junto a su esposa, Lala Fátima, tenía la costumbre de otorgar una propiedad a cada uno de sus hijos como regalo de boda.
Al príncipe Al Mamoun sus padres le concedieron estos preciosos jardines de varias hectáreas, que como en un escenario salido de un cuento de las Mil y una Noches recibieron el nombre de su nuevo propietario. Pronto el lugar cogió fama por las numerosas fiestas que el príncipe solía organizar en tan exuberante jardín.
En 1925 los arquitectos parisinos Antoine Marchisio y Henri Prost, contratados por la sociedad ferroviaria Compagnie des chemins de fer du Maroc, recibieron el encargo de convertir esta propiedad privada en un hotel de lujo de una sola planta y alrededor de medio centenar de habitaciones. El objetivo era lograr que este lugar exótico fuera un imán para los europeos que, tras la I Guerra Mundial, trataban de olvidar los horrores de la contienda.

Los arquitectos contrataron a Jacques Majorelle para que diseñara la decoración del hotel, al mismo que tiempo que los promotores invertían en construir la línea de ferrocarril Casablanca-Marrakech, imprescindible para atraer clientes hasta la Ciudad Roja. En 1923, y con la línea ferroviaria aún sin acabar, La Mamounia abrió sus puertas, con una decoración que mezclaba la tradición marroquí y el gusto art-decó propio de la época. Ya por entonces el hotel comenzó a destacar por su extraordinario servicio, permitiendo incluso a los huéspedes que se iban a alojar por largas temporadas llevar sus propios muebles para que pudieran sentirse como en casa.
Y así comenzó a funcionar La Mamounia y a recibir a sus primeros visitantes. Por la noche, antes de la cena, se podían ver paseando por los jardines a hombres elegantemente vestidos con sombreros de copa, y mujeres enfundadas en joyas y sus mejores galas. Viajeros en busca del exotismo de Marrakech que desde entonces no han dejado de llegar a este hotel de ensueño.
Reformas con el denominador común del lujo
Desde 1946, La Mamounia ha sido sometida a diferentes reformas. La mayor de ellas tuvo lugar en 2006 y estuvo a cargo de Jacques García, un prestigioso decorador que contaba en su currículum con las reformas de hoteles como los parisinos Beaux-Arts y Costes, o el castillo du Champ de Bataille.
Se invirtieron 120 millones de euros en lograr una decoración única, volviendo la vista hacia la tradición árabe y eliminando el art-decó que había sobrevivido a las reformas de los años 50 y 60, pero que ya estaba pasado de moda. Todos los objetos art-decó, desde muebles hasta cuadros o vajillas, fueron subastados y comprados al instante por coleccionistas que vieron en ellos una oportunidad de negocio o quizá la nostalgia de un tiempo que no volvería nunca.

Durante tres años se trabajó a fondo en la renovación del establecimiento para convertir al hotel en uno de los cinco mejores del planeta. Para lograr que cada detalle fuera único, medio centenar de afamados artesanos trabajaron minuciosamente los estucos, los techos de madera, los mosaicos, los azulejos tradicionales y las alfombras. El resultado fue ese ambiente árabe único que el público que acude al hotel va buscando.
Actualmente, La Mamounia está siendo sometida a una última renovación, que mantendrá cerrado el hotel hasta mediados de septiembre. La reforma se llevará a cabo, principalmente, en los espacios gastronómicos, gracias a una colaboración con el estudio parisino de Patrick Jouin y Sanjit Manku, aunque también se verán afectados otros espacios públicos. Pierre Jochem, director del hotel, afirma al respecto que el desafío es “terminar de inscribir a La Mamounia en su época, manteniendo intacto el encanto y el patrimonio de esta casa con toda su historia”.
Una de las novedades será la colaboración del chef internacional Jean-Georges Vongerichten, que introducirá dos conceptos gastronómicos: una trattoria italiana y un restaurante asiático inspirado en el sureste de Asia. Dos propuestas que terminarán de completar la ya de por sí extraordinaria apuesta gastronómica de La Mamounia.

La opulencia del puro lujo
Todas las cifras que se refieren a La Mamounia dan idea de su opulencia. Desde que el visitante atraviesa los arcos que dan la bienvenida al establecimiento y es agasajado con dátiles y leche de almendra, al más puro estilo bereber, sabe que ha llegado a un hotel donde el lujo es, simplemente, una de las excusas para disfrutarlo.
La Mamounia es mucho más que un hotel y tiene como objetivo hacer soñar a sus huéspedes. Más un hotel convencional pretende ser una residencia, donde el huésped se encuentre realmente cómodo. Por este motivo en su entrada no aparecen las estrellas que posee. Y una vez dentro, tampoco se pueden encontrar las típicas indicaciones de dónde se encuentran las habitaciones. Para ello se ha formado a un grupo de 20 trabajadores, cuya única misión es acompañar a los huéspedes a las estancias que están buscando.

Espacios a lo grande
El hotel acoge 136 habitaciones, 71 suites de hasta 212 m2, tres riads de 700 m2 cada uno, cuatro restaurantes, un spa de 2.500 m2, un huerto de 1.500 m2, y decenas de espacios comunes en sus más de 15 hectáreas, de las que más de 8 hectáreas pertenecen al jardín. El exotismo, la sensualidad y el lujo está presente en cada rincón.
En La Mamounia es imposible aburrirse, tanto si estás alojado en el hotel como si no lo estás y reservas una actividad o una oferta espacial que aglutine varias experiencias. En un mismo día se puede pasar de practicar el tenis en una de las dos pistas de tierra batida, a nadar en una piscina exterior rodeada de exuberante vegetación. Puedes dar una clase privada de jogging, aeróbig, pilates, spinning o yoga, pedir que te organicen una jornada de golf en un campo cercano o una visita turística a la ciudad de Marrakech.
En La Mamounia puedes encontrar espacios dedicados al arte, donde admirar los cuadros y las fotografías de artistas locales e internacionales, que exponen sus obras en las diferentes exposiciones temporales que utilizan como marco algunas de las mejores salas del hotel.
Además, el hotel también dispone de lugares para organizar eventos profesionales y celebraciones a medida, desde reuniones de negocios a bodas o cumpleaños. Siempre en un ambiente de lujo y a la vez acogedor.

Suites y riads con detalles que marcan la diferencia
Mucho espacio y detalles muy cuidados son dos de los valores añadidos de las estancias de La Mamounia, desde sus habitaciones clásicas a las suites de excepción, todas ellas diferentes entre sí. Cóctel y productos de bienvenida, servicio de cobertura nocturna, terrazas, balcones, botellas de vino, cestas de fruta, champagne, dulces marroquíes, habitaciones con vistas a los jardines, el Atlas o la ciudad, traslados desde el aeropuerto en Jaguar… el objetivo es que el visitante se sienta realmente especial.
Existen seis suites de excepción, cada una con su propia personalidad: la romántica suite Baldaquin con su cama con dosel, perfecta para un fin de semana romántico en Marrakech; la suite Koutoubia, con sus techos altos de madera tallada; la suite Churchill, con su combinación de estilo inglés y arte marroquí; la suite Majorelle con sus juegos coloristas y sus maravillosas vistas; la Suite Marqueterie, donde predomina el trabajo artesanal de la marquetería; y la Suite Al Mamoun, con su mobiliario asiático y europeo de época.
Otras personas, sin embargo, prefieren la intimidad que proporcionan los riads, con patio, terraza y piscina privada, y una organización de estancias que recuerda las construcciones árabes, en torno a un patio central.
Las habitaciones varían desde los 600 euros hasta los 10.000 euros por noche, lo que convierte a La Mamounia en un hotel no apto para todos los bolsillos. Y todo ello a pesar de que el hotel tiene ofertas siempre disponibles, como el regalo de una noche a partir de la reserva de otras cinco noches consecutivas, o el descuento por reservar con más de un mes de antelación.

El gusto de la tradición culinaria
La Mamounia es un universo de aromas y sabores, donde los amantes de la gastronomía pueden no solo disfrutar de un producto fresco, preparado con mimo por chefs con dos estrellas Michelin, sino también de una decoración exquisita y un inmejorable servicio.
En el restaurante Le Marocain la comida típicamente marroquí se puede degustar en la terraza, el patio o en pequeños saloncitos privados. L’Italien, en cambio, está pensado para disfrutar de un ambiente lleno de sensualidad, donde las paredes se visten con la seda de Casa Prelle y la comida tiene gusto mediterráneo. En el restaurante Le Français se puede disfrutar de un momento único en la amplia terraza, salpicada de buganvillas y vestida con la luz de los faroles a la caída del sol. Y en Le Pavillion de la Piscine, se puede pasar una velada agradable mientras se contemplan los juegos de luces que provoca el fondo de la piscina, vestido con cristal de Murano.
Para tomar algo según el momento del día, existen diferentes rincones culinarios, cada uno con su propio ambiente. Le Churchill es perfecto para tomar un cóctel mientras se escucha jazz. En la Heladería y Pastelería Le Menzeh se puede disfrutar de exquisitos marcarons o un té a la menta acompañado de dulces típicamente árabes elaborados por el chef pastelero.

El paraíso del descanso y el relax
El Spa de La Mamounia está pensado para dejar atrás la rutina y las preocupaciones, y centrarse solo en las sensaciones positivas que transmite un espacio pensado para el descanso de mente y cuerpo.
El hammam se combina con la sauna, el jacuzzi, la piscina cubierta a 28º C y tratada con ozono, los masajes con aceite de argán, los tratamientos corporales con el ghassoul extraído del valle del Moulouya o el jabón negro. Un lugar que parece sacado de un sueño, con una decoración intimista que invita al descanso, y rituales de belleza y relax que han pasado de generación en generación. Y todo ello con marcas de reconocido prestigio, como Valmont, MarocMaroc o Christophe Robin.
Quien prefiera disfrutar de las instalaciones en privado puede reservar el Spa y disfrutarlo lejos de las miradas indiscretas, y quien quiera dedicarse al deporte puede hacer uso de un completo gimnasio. Las instalaciones dedicadas al cuidado personal se completan con una barbería, salones de belleza y una zona de tiendas de lujo, para quien quiera llevarse el espíritu de La Mamounia a casa. Allí se pueden encontrar desde objetos artesanales a prendas de vestir tradicionales, marroquinería del Atelier Nihal, accesorios para prácticas deportivas, productos naturales o velas con el perfume característico de la casa Fragonard. Compras que, una vez de vuelta al hogar, te recordarán la esencia de unos días inolvidables.

Huerto y jardines: un auténtico vergel
Más 5.000 rosales, 700 naranjos, 200 olivos de más de 700 años, 6 especies diferentes de palmeras y 21 de cácuts, limoneros, chumberas, adelfas, pinos carrascos, buganvillas… El jardín de La Mamounia reúne más de 1.200 especies vegetales que un equipo formado por 70 jardineros cuidan día tras día para que luzcan en todo su esplendor. Este vergel es un auténtico paraíso que ha servido de inspiración a literatos, pintores y poetas.
Paseando por los jardines se llega a un huerto de 1.500 m2, donde a ciertas horas del día coinciden los jardineros que se ocupan de su cuidado y los chefs que se acercan a él para escoger ejemplares de sus 15 variedades de tomates, o bien alguna de las especies o hierbas que aquí se cultivan, como cilantro, hierbaluisa, violetas o menta Borji. Condimentos necesarios para sus exquisitos platos que constituyen, a su vez,uno de los secretos mejor guardados de los sabores de La Mamounia.

Amor a primera vista
La Mamounia enamora a todo aquel que se introduce en su universo onírico. Numerosos personajes ilustres han caído rendidos a sus encantos, convirtiéndose sin proponérselo en los mejores embajadores del hotel. Quizá el primero de ellos fue Winston Churchill, quien vivió en La Mamounia durante las largas temporadas que se refugiaba en la pintura para huir del foco mediático.
Fue él quien describió a La Mamounia como “uno de los lugares más hermosos del mundo” en una conversación mantenida con el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt, a quien aconsejó alojarse en el hotel durante la conferencia que ambos mantuvieron en Marruecos justo antes del final de la contienda mundial. Un auténtico flechazo que también han sentido otros personajes que también se han alojado en sus estancias, procedentes de todas las esferas artísticas, políticas o culturales, como Orson Welles, Yves Saint Laurent, Édith Piaf, Paul Bowles, Josephine Baker, Bill Clinton, Nelson Maldela, Carolina de Mónaco, Julio Iglesias o los Rolling Stones.
Otro de los personajes públicos que más publicidad le hicieron al hotel en su día fue el director de cine Alfred Hitchcock, cuando en 1956 grabó en el vestíbulo algunas escenas de la película “El hombre que sabía demasiado”, protagonizada por James Stewart y Doris Day. Tras el estreno de la película cientos de estadounidenses se trasladaron a Marrakech solamente para conocer el majestuoso hotel que aparecía en algunas de las escenas de film.
En este sentido, otra de las estelares apariciones de La Mamounia en el cine fue en la película “Alerta en el sur”, de Erich von Stroheim. En vista de su fama, numerosos actores como Kirk Douglas, Charlon Heston, Nicole Kidman, Richard Gere, Sharon Stone o Tom Cruise lo han elegido para sus vacaciones privadas.
Todas las personalidades públicas que han pasado por La Mamounia han contribuido a la hora de convertir este hotel en un alojamiento a medio camino entre el mito y la leyenda. Una fama que se refleja en los numerosos galardones que ha ido cosechando con el paso de los años, entre los que se encuentran algunos de los más prestigiosos del mundo, como el premio al Mejor Hotel del Mundo, al Mejor Hotel de África o al Mejor Hotel Urbano Internacional, otorgados por la revista Condé Nast Traveler.
Un paseo por La Mamounia
Conocer La Mamounia es amarla. Y para ello, nada mejor que hacer un recorrido por las instalaciones y comprobar que los sueños permanecen intactos, esperando a convertirse en realidad (click para ampliar cada imagen).
La Mamounia no está al alcance de todos los bolsillos, pero es un lugar que merece la pena ser vivido al menos una vez en la vida. Lujo, opulencia, exclusividad, detalles y exuberancia, tanto en el interior como en su exquisito jardín. Un alojamiento a medio camino entre la tradición y la modernidad, que permite vivir una de las mejores experiencias de alojamiento que una persona pueda imaginar. Rincones llenos de detalles. Sorprendentes estancias llenas de vida. Y saber que tendrás añoranza del hotel incluso antes de haberte marchado.