Fiesta del Trono: historia, cultura, orgullo y tradición
El 30 de julio no es una fecha más en Marruecos. Ese día tiene lugar la Fiesta del Trono, celebrándose el día en el que el actual monarca del país, Mohamed VI, sucedió a su padre Hassan II en el trono. Fue en 1999, y desde entonces cada 30 de julio es festivo en todo el país.
Año tras año, los ciudadanos marroquíes se unen para ensalzar a la monarquía en una celebración de carácter patriótico, en la que se pone de relieve la historia del país, sus tradiciones y su disposición a seguir progresando. Y todo ello en medio de un ambiente festivo que tiene su reflejo en las calles y en las numerosas actividades que con motivo de la Fiesta del Trono tienen lugar.
Orígenes de la fiesta
El primer gobernante de Marruecos en hacer del aniversario de su subida al trono una fiesta nacional fue el sultán Sidi Mohammed Ben Yúsef, el tatarabuelo del actual rey, que fue conocido como “el padre de la independencia” de Marruecos. Fue él quien inauguró en Fez el Día del Trono en 1933, siete años después de hacerse rey. La fiesta también se celebró en las que por entonces eran las principales ciudades de Marruecos, Rabat, Salé y Marrakech, y la festividad sirvió para estrechar lazos entre la monarquía y el pueblo marroquí.
Aunque los franceses no eran partidarios de hacer de esta conmemoración un día festivo, permitían que se celebrara siempre que no se dieran discursos políticos. Al fallecer Mohammed V, en 1961, le sucedió su hijo Hassan II y la Fiesta del Trono se trasladó al 3 de marzo. Desde ese momento, la festividad se celebra en la misma fecha en la que el monarca actual asciende al trono.
Una ceremonia llena de simbolismos
Como cada año, la Fiesta del Trono comienza con el saludo del rey a la bandera de Marruecos, mientras suena el himno nacional acompañado de una salva de 21 cañonazos. Esta ceremonia se realiza con gran pompa en el Palacio Real de Rabat.
A continuación tiene lugar el discurso del monarca a la población marroquí, que es difundido por todas las televisiones y radios nacionales, y seguido por millones de marroquíes. En las palabras que dirige a la nación el rey hace un repaso de los logros económicos, sociales y culturales del país conseguidos durante el año. También se establecen los proyectos y planes futuros, presentado el progreso como el símbolo de estabilidad de una sociedad democrática y moderna, y el compromiso del rey con el bienestar de su pueblo.
A continuación, el monarca saluda al cuerpo diplomático, el ejército y a destacadas personalidades religiosas, y posteriormente se lleva a cabo la ceremonia conocida como “beia”, que es un juramento de lealtad al rey. El monarca aprovechará la ocasión para condecorar a personalidades nacionales y extranjeras que destacan a nivel cultural, político, deportivo o científico. En esos días, además, se indulta total o parcialmente a personas condenadas en el país, entre ellos presos con enfermedades incurables, mujeres embarazadas y ancianos.
La Fiesta del Trono también incluye una procesión en la que el rey y su séquito, vestidos con ropas blancas, recorren las calles para recibir el cariño de la población, que estalla en entusiasmo cuando ve pasar al monarca. No faltarán, a lo largo del recorrido, personas ondeando la bandera nacional y los vítores al monarca y a su papel unificador en Marruecos.
La fiesta en las calles
Pero la fiesta no solo tiene lugar en Rabat, sino que se extiende a cada uno de los rincones del país, con diferentes celebraciones, desfiles militares y fuegos artificiales. Las calles de todos los pueblos y ciudades de Marruecos se visten de gala para la ocasión, y la agenda se llena de actividades culturales, danzas tradicionales, espectáculos folclóricos y música popular.
Hay conciertos y representaciones teatrales. Los zocos están más animados que nunca y se establecen eventos deportivos, exposiciones temáticas, puestos de artistas y una amplia oferta gastronómica, lo que atrae a numerosos turistas, deseosos de vivir una festividad tradicional en el destino elegido.
La Fiesta del Trono es, más que un evento solemne que conmemora la ascensión al trono del rey, una festividad que une a todos los marroquíes en un sentimiento común de orgullo y apoyo a la monarquía. Se fortalece el sentimiento de identidad nacional y se honra la historia del país y sus tradiciones, festejando sus logros y avances, al tiempo que se mira al futuro con ilusión. Es una fiesta de palacio y una explosión de felicidad en las calles, que pone en valor la identidad marroquí.