La magia del Festival de las Artes Populares de Marrakech
El Festival Nacional de las Artes Populares de Marrakech, organizado por la Asociación le Grand Atlas en colaboración con el Ministerio de la Juventud, Cultura y Comunicación de Marruecos, es el más antiguo de Marruecos. A finales de junio o principios de julio suele tener lugar esta celebración que llena de color y magia las calles de Marrakech. En ella se dan cita artistas de todos los rincones del Reino que, junto con grupos folclóricos y músicos procedentes de cualquier otra parte del mundo, reivindican que las tradiciones nunca deberían perderse.
Este festival fue creado por el rey Mohammed V en 1959 con el objeto de preservar cualquier fórmula de arte tradicional, ya sea la música, que actúa como hilo conductor de la celebración, pasando por el estucado, la caligrafía árabe tradicional o la artesanía. Todo tiene cabida durante los días que dura el festival, que utiliza los bellísimos rincones de Marrakech para llegar al gran público.

Escenarios para recrearse
El Palacio El Badi, también conocido como “El incomparable” por su belleza, es una joya del arte islámico con influencias de la Alhambra de Granada y uno de los escenarios que acogen, año tras año, la mezcla de ritmos de los artistas que se dan cita en el Festival. Fue construido en el siglo XVII y en su mejor momento llegó a tener decenas de estancias decoradas con oro, piedras preciosas y mármol de Carrara.
Hoy, sus preciosos jardines no desmerecen y, con la llegada del festival, se cubren de alfombras y se alumbran indirectamente, para disfrutar aún más de una música hipnótica, donde los ritmos shaabi se mezclan con la música amazight, los himnos religiosos, las danzas del Medio Atlas, la bossa nova o el reggae.
Durante los días que dura el Festival, en cualquier local de la ciudad se puede escuchar buena música, perfectamente cohesionada. Y en diferentes esquinas de los barrios de Marrakech se instalan escenarios públicos para que todo el mundo que lo desee pueda unirse a la fiesta.

Mil y una posibilidades
Los jardines de Oliveraie Bad Jdid y Le Village son otros de los emplazamientos que visitan los miles de personas que durante estos días llegan a la ciudad. En ellos tienen lugar diferentes actuaciones musicales y se desarrolla un completo programa de actividades.
Puedes asistir a un taller de oficios tradicionales, aprender a construir un instrumento musical, conocer en profundidad la técnica del estocado, saber más sobre el cine africano, escuchar poesía o quedarte hipnotizado con la manera tradicional de hacer caligrafía.
Puedes vestirte con trajes locales, dar los primeros pasos de la danza del vientre o descubrir más a el folklore popular de la mano de asociaciones locales. Pasear entre acróbatas, contorsionistas y malabaristas, oír retumbar los tambores y las panderetas… mil y una posibilidades que hacen del Festival Nacional de las Artes Populares de Marrakech un lugar donde la magia está a flor de piel.
Cantos y ritmos eternos
En el año 2022, y bajo el lema “Cantos y ritmos eternos”, España fue el país invitado de honor en la 51 edición del festival, que tuvo lugar del 1 al 5 de julio. El motivo de escoger a España, tal y como se destacó por parte de la organización, fue por las relaciones hispano-marroquíes y el patrimonio cultural común entre ambos países.
Durante cinco días se sucedieron los bailes y los talleres en la plaza Jemaa El Fna, el Teatro Real, los jardines de la Menara, Dar el Bacha, la plaza Sidi Youssef Ben Ali o la plaza Hart, donde grupos marroquíes y extranjeros rindieron tributo a los orígenes del festival y su objetivo de preservar la cultura y el sabor popular, con toda la riqueza cultural que conlleva.
Más de 600 artistas y 34 grupos folclóricos, procedentes de las 16 regiones del Reino, se dieron cita para lanzar al mundo el mensaje de que la música, la danza y las costumbres son un legado que pertenece a la humanidad y, como tal, hay que cuidar.
El Festival Nacional de las Artes Populares de Marrakech es el más antiguo de Marruecos y la oportunidad perfecta para escuchar todo tipo de músicas, mientras uno pasea por los bellísimos rincones de la Ciudad Roja con la mirada puesta en las tradiciones de antaño y con la seguridad de que, con encuentros como éste, no caerán en el olvido.