Al-Idrisi, el geógrafo que revolucionó la cartografía medieval
Abu Abd Allah Muhammad Al-Idrisi nació en Ceuta en el año 1100, cuando la ciudad estaba ocupada por los almorávides. Bisnieto del rey de la taifa de Málaga Idrisi II, su pertenencia a una familia noble le permitió ser educado en Córdoba, una de las ciudades más importantes de Al-Andalus, y viajar desde muy joven por la Península Ibérica, el norte de África y Oriente. Con una curiosidad innata, que le llevaba a apuntar cualquier dato de interés que observaba en sus viajes, siendo muy joven fue solicitado por el rey normando de Sicilia, Roger II, para trabajar en su corte.
Un encargo sin precedentes
Roger II se había rodeado de una red de intelectuales. Quería a su lado simplemente a los mejores. Una vez que Al-Idrisi llegó a la corte, enfureciendo a quienes le acusaban de traidor por servir a un rey muy alejado de la fe musulmana, le confío su misión: la construcción de un mapamundi detallado en donde se especificaran todos los aspectos posibles de los terrenos hasta entonces conocidos.
La magnitud del encargo hizo que Al-Idrisi trabajara en él cerca de 18 años. El método que siguió el cartógrafo fue puramente científico. Utilizó los apuntes que había tomado en sus viajes y recopiló toda la información posible aportada por el mundo oriental y occidental. Cuando había controversia sobre algún terreno, Al-Idrisi mandaba a la zona a uno de sus geógrafos o dibujantes, quienes se desplazaban y volvían con información de primera mano, que Al-Idrisi iba catalogando.
Además, la obra se completó con todos los detalles que pudieron aportar los marineros y viajeros que regresaban a Palermo, Castania, Mesina o Siracusa, a quienes se les entrevistaba individualmente y en grupo, para contrastar datos. Una información de interés teniendo en cuenta que los puertos de Sicilia eran considerados epicentros de la navegación en la Edad Media.
El Libro de Roger
El resultado fue un detallado mapamundi dividido en siete latitudes o regiones climáticas, conocido por el nombre de Tabula Rogeriana, que, curiosamente, tenía el Norte en la parte inferior y el Sur en la superior. Como complemento se añadió el libro Geografía, y el conjunto tomó el nombre de Nuzhat-al-Mushtak o El Libro de Roger. Una obra de culto tanto para los moriscos como para los monjes cristianos.
Este atlas, la primera descripción del mundo conocido, no solo establecía los países y ciudades, sino también la distancia entre ellas, sus mares, ríos, fronteras y caminos. Una auténtica guía de viajes en donde se hablaba de la economía y la política de cada zona, su clima, sus principales monumentos, alimentos, cultivos, artesanía y costumbres. Una información incalculable para uso militar y comercial que hizo que, a pesar de sus errores e imprecisiones, el trabajo fuera traducido, copiado íntegra o parcialmente, y resumido en numerosas versiones entre el siglo XVI y el siglo XX.
La Tierra es redonda
Hoy en día solo quedan diez copias de los manuscritos originales de la Geografía de Al-Idrisi, y todas ellas son preciosas obras de arte. Mapas detallados pintados a doble página con una precisa gama de colores, donde los países se pintan en rojo y las ciudades en rosa, el mar es de un azul intenso, los lagos y ríos son verdosos, y las montañas oscilan entre el morado y el ocre. Obras que reflejan el miedo que producía en aquella época un inexpugnable océano Atlántico, que era presentado como un lugar frío, oscuro e impenetrable.
La primera versión fue presentada al rey Roger II justo antes de morir y fue completada después de su muerte. Su sucesor en el trono, Guillermo II, renovó el contrato al cartógrafo y Al-Idrisi siguió trabajando en el reino de Sicilia, aportando teorías como la que aseguraba que “la tierra es redonda como una esfera y las aguas se adhieren a ella y se mantienen a través de un equilibrio natural que no sufre variación. Las criaturas son estables en la superficie de la Tierra. Ésta atrae lo que es pesado, mientras que lo ligero es atraído por el aire. De este modo, las cosas se mantienen en un equilibrio natural”.

A la sombra del Gran Atlas
Se sabe que en 1161, Al-Idrisi realizó una segunda edición ampliada de El Libro de Roger, bajo el título de “Los jardines de la humanidad y el entretenimiento del alma”, pero todas sus copias se perdieron. Al-Idrisi murió en esa misma década, aunque se desconoce cuándo y dónde, aunque hay quien asegura que antes de su muerte se dirigió a Marruecos para terminar allí sus días. Su gran obra, el atlas más completo de toda la Edad Media, le sobrevivió y le dio fama.
Al-Idrisi pasó a la historia como el mejor cartógrafo y geógrafo de la Edad Media. Las copias de su libro son un auténtico tesoro en las bibliotecas que los atesoran. Fue un adelantado a su época, viajero empedernido, cartógrafo con alma científica y visionario que supo intuir conceptos como la gravedad y la redondez del planeta mucho antes de que se dieran por válidas estas teorías. Su obra fue una guía ineludible durante siglos y aún hoy despierta admiración.