Zorro del desierto, el animal más exótico de Marruecos
El zorro del desierto o fénec, cuyo nombre científico es Vulpes Zerda, es sin duda el animal más enigmático y exótico de Marruecos. Habita en el Sáhara y es el cánido más pequeño que existe. Del tamaño de un gato doméstico, sus enormes orejas, que recuerdan a las de los murciélagos, le caracterizan y le ayudan a mantenerse con vida en un territorio tan hostil como el desierto, donde las temperaturas son extremas y hay una evidente escasez de agua.
El término fénec proviene del árabe y significa “zorro”. Frente al zorro rojo, de un tamaño mucho mayor, éste no suele superar los 21 centímetros de alto y los 41 centímetros de largo, aunque su frondosa y larga cola puede llegar a medir hasta 30 centímetros.
Un animal de costumbres
El zorro del desierto es originario del norte de África, y se puede ver en Marruecos, Argelia, Túnez y Egipto. En Marruecos, suele encontrarse entre las dunas de Erg Chebbi, aunque realmente es difícil de ver, porque es un animal nocturno, que caza durante la noche y por la mañana se retira a su madriguera para protegerse de las altas temperaturas.
Las madrigueras donde se esconden durante el día, protegiéndose del calor, se encuentran en ocasiones hasta a 10 metros de profundidad bajo tierra. Pueden tener hasta 120 metros cuadrados de superficie, ya que este espacio suelen compartirlo varias familias. No hay que olvidar que el fénec es un animal social, que vive en manada si las condiciones del lugar, en cuanto a recursos alimenticios, lo permiten.
El zorro del desierto es, además, un animal monógamo, que suele tener una única pareja en su vida. El fénec se aparea solo una vez por año y tiene camadas de dos a cinco cachorros. Y aunque los recién nacidos solo maman dos meses y adquieren la madurez a los nueve meses de edad, en ocasiones se quedan viviendo con sus padres incluso aunque nazca la siguiente camada.
Cuando la hembra está preñada y amamantando, su pareja se encarga de buscar alimento y protegerla del peligro. Al ser animales territoriales, los machos marcan su territorio con orín y se comportan de una manera agresiva con otros machos a la hora de elegir pareja.
Perfecta adaptación al desierto
La vida media del zorro del desierto es de 10 a 12 años en libertad. Su pelaje de color arena es un poco más claro en el vientre y la cara, y en el lomo y la cola suelen tener una tonalidad ligeramente más oscura, lo que les permite camuflarse en los tonos terrosos del desierto del Sáhara. Además, sus grandes orejas le permiten irradiar el exceso de calor de su cuerpo, mientras que su cola le sirve como abrigo durante la noche.
Es un animal que tiene muy buen oído, llegando a escuchar hasta los sonidos de las presas que permanecen ocultas en sus madrigueras entre las dunas, lo que les permite cazarlas sin mayores problemas. Se trata de un animal omnívoro, que se alimenta de insectos, langostas, lagartos, roedores, reptiles, y pequeños pájaros y sus huevos. Pero también completa su dieta con hojas, frutos, raíces, bayas y dátiles recogidos en los oasis, que le aportan prácticamente la totalidad de la ingesta de agua que necesitan en su día a día.
Aunque su tamaño es pequeño, este cánido puede llegar a dar grandes saltos de hasta 60 centímetros de altura y 120 metros de longitud, lo que les ayuda a cazar y a huir de los depredadores. Aunque, realmente, el búho real y el hombre, con sus actividades de ganadería y minería, son sus principales amenazas.
Protegido por la ley
Aunque el fénec está protegido por ley en Marruecos, en ocasiones es cazado, ya que su piel es muy cotizada en el mercado negro, al ser considerado un animal exótico. Por su carácter sociable, es un animal fácil de domesticar y su convivencia con humanos resulta fácil, pero la normativa impide estas prácticas. Las organizaciones conservacionistas han hecho un buen trabajo en los últimos años, educando a la población local para que no tenga zorros como animales de compañía, ya que alterar su alimentación y la condición propia de su especie puede causar problemas de salud y comportamiento, además de contribuir a que en un breve espacio de tiempo la especie entre en peligro de extinción.
El zorro del desierto es uno de los pocos animales que sigue jugando con otros miembros de su clan incluso cuando son adultos. Su forma de comunicarse incluye sonidos parecidos a los ladridos, pero también gruñidos, chillidos, gemidos y aullidos breves y repetitivos, que le permiten tanto la comunicación con otros individuos de su especie como a la hora de establecer un rango social.
Aunque sea un animal difícil de ver por sus hábitos nocturnos, en ocasiones se pueden observar sus huellas en la arena, entre las dunas, al comenzar el día. El exceso de pelo que poseen las patas protege sus almohadillas para poder caminar sobre la ardiente arena del desierto. De esta manera podemos observar su rastro y, sin necesidad de verle directamente, le sentimos cerca.
Es fácil imaginar al zorro del desierto en su madriguera, diez metros por debajo de donde pisamos, durmiendo a la hora que nosotros nos levantamos, y levantándose a la hora que a nosotros nos vence el sueño. Monógamo y con un aspecto tierno gracias a sus desproporcionadas orejas, que le permiten sobrevivir en un terreno tan árido, caluroso y seco, el zorro del desierto sigue levantando mucha curiosidad entre quienes sueñan con encontrarlo en una excursión por el desierto del Sáhara.